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Samuel Noah Kramer <strong>La</strong> <strong>Historia</strong> Empieza En <strong>Sumer</strong><br />
un periodista, por un autor que, aun si<strong>en</strong>do culto y hasta erudito, hubiera trabajado de<br />
«segunda mano» con un material leído y descifrado por otros. S. N. Kramer es uno de los<br />
sumerólogos más compet<strong>en</strong>tes y más célebres del mundo. Gracias a un largo trabajo de<br />
estudio, implacable y oscuro, sobre el que el mismo autor se explica al principio del libro,<br />
ha conseguido ser el mejor conocedor contemporáneo y el mejor informado de los «textos<br />
literarios» sumerios, de esta literatura sumeria que más que nadie él ha contribuido a<br />
resucitar, a reconstruir y a dar a conocer.<br />
Para el lector no especializado resulta un acontecimi<strong>en</strong>to, como una especie de<br />
privilegio, esto de poder verse desembarazado de una sola vez de todos los cristales<br />
filtrantes y deformantes de los «vulgarizadores», y <strong>en</strong>contrarse mano a mano con un sabio<br />
auténtico. Estos hombres retirados, a m<strong>en</strong>udo aislados d<strong>en</strong>tro de sus investigaciones y sus<br />
técnicas, no abandonan de bu<strong>en</strong> grado la jerigonza algebraica que emplean al hablar <strong>en</strong>tre<br />
ellos, para ponerse a relatar s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te sus descubrimi<strong>en</strong>tos, igual que un viejo viajero<br />
que refiriera su vuelta al mundo ante unos niños extasiados. Pero, cuando consi<strong>en</strong>t<strong>en</strong> <strong>en</strong><br />
explicar lo que han observado <strong>en</strong> el extremo de sus extraños telescopios, nada puede<br />
igualar la riqueza de sus <strong>en</strong>señanzas ni la fuerza de sus síntesis. Incluso otros sabios, otros<br />
especialistas como ellos mismos, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran allí también el pábulo nutricio de su<br />
instrucción. Éste es el caso de la obra que vamos a leer; todo el mundo la compr<strong>en</strong>derá y<br />
la leerá apasionadam<strong>en</strong>te, y, no obstante, resulta una verdadera golosina incluso para<br />
nosotros, los asiriólogos.<br />
Era necesario un maestro así para semejante tema. Para todo aquel que se interese<br />
por su pasado, para todo aquel que busque el orig<strong>en</strong> de las cosas, de las instituciones y de<br />
las ideas; para aquel que quiera averiguar esa explicación g<strong>en</strong>ética que sólo puede dar la<br />
<strong>Historia</strong>; para aquel que no considere la civilización y sus riquezas como un<br />
<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to de milagros, sino como un «continuo», como una especie de río, cuyas<br />
fu<strong>en</strong>tes una vez exploradas permit<strong>en</strong> una mejor percepción de la naturaleza, no hay<br />
actualm<strong>en</strong>te ningún descubrimi<strong>en</strong>to tan grande como el de los sumerios, no hay tema más<br />
digno de at<strong>en</strong>ción y de estudio que su civilización. Y es que, verdaderam<strong>en</strong>te, «la <strong>Historia</strong><br />
<strong>empieza</strong> <strong>en</strong> <strong>Sumer</strong>». No solam<strong>en</strong>te la historia de los mayores progresos materiales e<br />
intelectuales del Hombre, sino, más concretam<strong>en</strong>te aún, de su civilización, que es su<br />
síntesis orgánica, y, para ser más precisos, de esta civilización occid<strong>en</strong>tal que nos han<br />
transmitido los griegos y los cristianos y que se ha ext<strong>en</strong>dido por toda la tierra.<br />
Maestros del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del mundo del Próximo Ori<strong>en</strong>te antiguo, los sumerios<br />
elaboraron, bajo una forma imaginativa, mitológica y todavía irracional, toda una<br />
«metafísica» del universo (véase especialm<strong>en</strong>te el importantísimo capítulo XII de esta<br />
obra), y esa ideología formó e impregnó el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to de los «Clásicos», nuestros<br />
padres.<br />
S. N. Kramer insiste varias veces, con mucha lucidez (véanse principalm<strong>en</strong>te los<br />
capítulos XIV y sigui<strong>en</strong>tes), <strong>en</strong> la dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, indirecta pero profunda, de los autores de<br />
la Biblia <strong>en</strong> relación a la «metafísica», ya que no a la religión, de los sumerios. Esta sola<br />
evid<strong>en</strong>cia ya decuplica el interés que pudiéramos t<strong>en</strong>er por esos grandes iniciadores.<br />
El lector que esté un poco al corri<strong>en</strong>te de la historia del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to griego<br />
también quedará asombrado al leer este libro por los puntos de contacto fundam<strong>en</strong>tales<br />
que lo relacionan con el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to sumerio, transmitido por Babilonia y Anatolia.<br />
Todo el trabajo, la originalidad y la gloria externa de los primeros filósofos griegos ha<br />
consistido <strong>en</strong> deducir y extraer las ideas subyac<strong>en</strong>tes a imág<strong>en</strong>es y mitos que se remontan,<br />
<strong>en</strong> definitiva, a los sumerios. Pero si los griegos llegan a exaltar el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y la<br />
reflexión hasta la razón pura, la dirección de este p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y de sus investigaciones<br />
permanece d<strong>en</strong>tro de la trayectoria esbozada por los sumerios. Igual que los griegos, los<br />
sumerios se interesaron, ante todo, por el destino de las cosas, y no vieron la necesidad de<br />
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