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La Historia empieza en Sumer

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Samuel Noah Kramer <strong>La</strong> <strong>Historia</strong> Empieza En <strong>Sumer</strong><br />

Museo de Berlín y <strong>en</strong> el de la Universidad de Yale. Estos docum<strong>en</strong>tos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una<br />

categoría y una importancia muy variable, ya que <strong>en</strong>tre ellos se cu<strong>en</strong>tan desde las grandes<br />

tablillas de doce columnas, cubiertas por c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ares de líneas de texto <strong>en</strong> escritura<br />

apretada, hasta los fragm<strong>en</strong>tos minúsculos que no conti<strong>en</strong><strong>en</strong> más allá de algunas líneas<br />

interrumpidas o maltrechas.<br />

<strong>La</strong>s obras literarias transcritas <strong>en</strong> estas tabletas y <strong>en</strong> estos fragm<strong>en</strong>tos pasan de un<br />

c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ar. Su ext<strong>en</strong>sión varía desde m<strong>en</strong>os de cincu<strong>en</strong>ta líneas <strong>en</strong> ciertos «himnos» a casi<br />

un millar <strong>en</strong> ciertos «mitos». En <strong>Sumer</strong>, un bu<strong>en</strong> millar de años antes de que los hebreos<br />

escribies<strong>en</strong> su Biblia y los griegos su Ilíada y su Odisea, nos <strong>en</strong>contramos ya con una<br />

literatura floreci<strong>en</strong>te, que conti<strong>en</strong>e mitos y epopeyas, himnos y lam<strong>en</strong>taciones, y<br />

numerosas colecciones de proverbios, fábulas y <strong>en</strong>sayos. No es ninguna exageración<br />

decir que la recuperación y la restauración de esta antiquísima literatura, caída <strong>en</strong> el<br />

olvido, se nos revelará como una de las contribuciones mayores de nuestro siglo al<br />

conocimi<strong>en</strong>to del hombre.<br />

Sin embargo, la realización de esta tarea no es cosa fácil, ya que exige y seguirá<br />

exigi<strong>en</strong>do durante largos años los esfuerzos conjugados de numerosos sumerólogos,<br />

sobre todo si se ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que la mayor parte de las tabletas de arcilla cocida o<br />

secada al sol están rotas, melladas o desgastadas, de modo que <strong>en</strong> cada fragm<strong>en</strong>to sólo ha<br />

subsistido una exigua parte de su cont<strong>en</strong>ido original. Este inconv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te queda, sin<br />

embargo, comp<strong>en</strong>sado por el hecho de que los antiguos «profesores» sumerios y sus<br />

discípulos ejecutaron numerosas copias de cada una de las obras. Así, pues, las tabletas<br />

con lagunas o con desperfectos pued<strong>en</strong> restaurarse a m<strong>en</strong>udo a partir de otros ejemplares,<br />

los cuales, por su parte, también pued<strong>en</strong> hallarse <strong>en</strong> estado incompleto. Pero para poder<br />

manejar cómodam<strong>en</strong>te estos «duplicados» complem<strong>en</strong>tarios y poder sacar de ellos todo el<br />

provecho, es indisp<strong>en</strong>sable volver a copiar sobre papel todos los signos marcados <strong>en</strong> el<br />

docum<strong>en</strong>to original, cosa que obliga a transcribir a mano c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ares y más c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ares de<br />

tabletas y de fragm<strong>en</strong>tos recubiertos de caracteres minúsculos, trabajo cansado y<br />

fastidioso que devora un tiempo considerable.<br />

T<strong>en</strong>emos, no obstante, el caso más s<strong>en</strong>cillo, es decir, el caso raro de veras <strong>en</strong> que<br />

no existe este obstáculo por haber quedado anteriorm<strong>en</strong>te restaurado el texto completo de<br />

la obra sumeria de manera satisfactoria. Entonces no queda más que traducir el antiguo<br />

docum<strong>en</strong>to para percatarse de su significado es<strong>en</strong>cial. Ahora bi<strong>en</strong>; esto es mucho más<br />

fácil de decir que de hacer. No hay duda de que la gramática sumeria, gramática de una<br />

l<strong>en</strong>gua muerta desde hace tanto tiempo, es actualm<strong>en</strong>te bastante bi<strong>en</strong> conocida, gracias a<br />

los estudios que, desde hace medio siglo, le han consagrado los eruditos. Pero el<br />

vocabulario plantea otros problemas, tan intrincados a veces que el desdichado<br />

sumerólogo, después de arduos trabajos, hipótesis y pesquisas, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra de nuevo <strong>en</strong><br />

el punto de partida, sin haber sacado nada <strong>en</strong> claro. En efecto, muy a m<strong>en</strong>udo sucede que<br />

no llega a adivinar el significado de una palabra sino cotejándolo con el s<strong>en</strong>tido del<br />

contexto, el cual, a su vez, puede dep<strong>en</strong>der de la palabra <strong>en</strong> cuestión, lo que crea, <strong>en</strong><br />

definitiva, una situación algo deprim<strong>en</strong>te. Sin embargo, a pesar de las dificultades del<br />

texto y de las perplejidades del léxico, han aparecido durante estos últimos años un bu<strong>en</strong><br />

número de traducciones dignas de todo crédito. Basándose <strong>en</strong> los trabajos de diversos<br />

eruditos, vivos o muertos, estas traducciones ilustran brillantem<strong>en</strong>te el carácter<br />

acumulativo e internacional de la erudición eficaz. En realidad, lo que ha ocurrido es que,<br />

durante las décadas consecutivas al descubrimi<strong>en</strong>to de las tabletas sumerias literarias de<br />

Nippur, más de un erudito, dándose cu<strong>en</strong>ta del valor e importancia de su cont<strong>en</strong>ido para el<br />

conocimi<strong>en</strong>to del Ori<strong>en</strong>te, y del hombre <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, ha examinado y copiado bu<strong>en</strong> número<br />

de ellas. Aquí podríamos citar a George Barton, Léon Legrain, H<strong>en</strong>ry Lutz y David<br />

Myhrman. Hugo Radau, que fue el primero <strong>en</strong> consagrar casi todo su tiempo y sus<br />

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