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Comentario sobre “Hechos de Apóstoles” - The Bible / Regresando ...

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días no habían tomado alimento, no se tendría como increíble por los que están<br />

familiarizados con casos recientes <strong>de</strong> quienes se han sujetado a ayunos voluntarios <strong>de</strong><br />

cuarenta días y más. Si aplicamos un criterio justo, habremos <strong>de</strong> recordar que no lo dice<br />

Lucas a sus lectores, sino Pablo a los que le oían, y si en efecto hubieran tomado algo<br />

<strong>de</strong> comida, ya sabrían cómo interpretar su dicho. En estos tiempos actuales cuando una<br />

huésped asegura a sus convidados que lo que han comido es nada y les insta a que se<br />

sirvan más, nadie le entien<strong>de</strong> ni le achaca que dice falseda<strong>de</strong>s. Una exageración<br />

familiar es común y admisible. Los que oían a Pablo <strong>de</strong>ben haber comido poco; los que<br />

llegaban a marearse mucho apenas levantaran la cabeza en todo ese tiempo; y los que<br />

hubieran pa<strong>de</strong>cido poco, no habrían podido sentarse a comer con quietud. Por cierto en<br />

todo ese tiempo no se pudo hacer comida en el barco. El modo libre y fácil <strong>de</strong> hablar<br />

Pablo <strong>sobre</strong> el asunto era en sí alentador, y que dijera que comer lo que él aconsejaba<br />

era por seguridad propia, aun más exhibe su convicción <strong>de</strong> que la salvación <strong>de</strong> cada<br />

uno <strong>de</strong>pendía en parte <strong>de</strong> sus propios esfuerzos.<br />

Versículos 37 y 38. Congregar en esta comida a toda la compañía en el barco a esa<br />

hora parece haber sugerido la mención <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> personas a bordo, y quizá fue en<br />

este momento que se hizo el recuento por primera vez, a fin <strong>de</strong> verificar mediante otro<br />

recuento ya en tierra si algunos hubieran perecido y cuántos. (37) “Y éramos todas las<br />

personas en la nave doscientas setenta y seis. (38) Y satisfechos <strong>de</strong> comida,<br />

aliviaban la nave, echando el grano a la mar.” Esto aligeró más al barco con el objeto<br />

<strong>de</strong> que pudiera acercarse a tierra más que <strong>de</strong> otro modo, sin tocar fondo. No era tarea<br />

fácil subir los sacos <strong>de</strong> la bo<strong>de</strong>ga y lanzarlos <strong>sobre</strong> baranda cuando el barco se mecía y<br />

sacudía como <strong>de</strong>be haberlo hecho. Para ello les sirvió toda la fuerza renovada que el<br />

alimento que tomaron hubo <strong>de</strong> darles.<br />

6. El barco encallado, mas los hombres se escapan.<br />

Hechos 27:39-44.<br />

Versículos 39 - 41. Ya se había hecho todo lo que podía hacerse hasta que la luz<br />

<strong>de</strong>l día revelase la naturaleza exacta <strong>de</strong> los arrecifes al frente y la costa más allá. (39)<br />

“Y como se hizo <strong>de</strong> día, no conocían la tierra: mas veían un golfo que tenía orilla,<br />

al cual acordaron echar si pudieran la nave. (40) Cortando las anclas, las <strong>de</strong>jaron<br />

en el mar, largando también las ataduras <strong>de</strong> los gobernalles; y alzada la vela<br />

mayor al viento, íbanse a la orilla. (41) Mas dando en un lugar <strong>de</strong> dos aguas,<br />

hicieron encallar la nave; y la proa se abría con la fuerza <strong>de</strong> la mar.” De la consulta<br />

<strong>de</strong> los marineros, parece que pensaron que sería posible guiar el buque <strong>de</strong> modo <strong>de</strong> ir a<br />

parar en el único lugar parejo <strong>de</strong> la costa. La dificultad fue pasar a lugar seguro. Esto<br />

reveló a los pasajeros el buen criterio <strong>de</strong> Pablo <strong>de</strong> retener a los marineros a bordo<br />

cuando la noche anterior trataban <strong>de</strong> abandonar el barco. Las anclas se quedaron en el<br />

mar, no solo porque ya no servían al barco, sino porque, aunque mucho se necesitaran,<br />

no se podían recobrar. Los timones eran solo tablones, uno en cada esquina <strong>de</strong> la popa,<br />

y cuando estaba anclado, sus manijas se amarraban <strong>sobre</strong> cubierta <strong>de</strong> modo que los<br />

tablones salieran <strong>de</strong>l agua y se evitara fueran rotos por las olas. Ahora estaban sueltas<br />

para usarlas como gobernalle, y sin lo cual los timones servían <strong>de</strong> poco. Con el uso<br />

diestro <strong>de</strong> velas y timones, fue sacado el buque <strong>de</strong> entre las rocas, a atracar tan cerca<br />

como pudiera <strong>de</strong>l punto que querían. El ímpetu con que viento y olas lo llevaban hizo<br />

que la proa se enterrara en la arena, y allí se quedó fijo. Dos oleajes fuertes, o como<br />

<strong>de</strong>cían los marineros, dos mares que venían <strong>de</strong> rumbos distintos en ro<strong>de</strong>o <strong>de</strong> las rocas,<br />

alternadamente pegaban en la inmóvil popa, como si fueran dos mazos inmensos en

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