ISIS SIN VELO - masoneria activa biblioteca
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Sin embargo, los relatos hitóricos de la época de los Ptolomeos nos proporcionan elementos bastantes para<br />
juzgar de las florecientes civilizaciones de la antigüedad, pues ya entonces habían decaído las ciencias y las<br />
artes con pérdida de muchos de sus secretos. En las excavaciones recientemente efectuadas en Mariette-Bey,<br />
al pie mismo de las Pirámides, se han encontrado estatuas de madera y otros objetos artísticos cuyo examen<br />
muestra que muchísimo antes de las primeras dinastías habían llegado ya los egipcios al refinamiento de la<br />
perfección artística, hasta el punto de maravillar a los más entusiastas partidarios del arte helénico.<br />
NÚMEROS PITAGÓRICOS<br />
En una de sus obras describe Taylor dichas estatuas diciendo que es verdaderamente inimitable la belleza<br />
plástica de aquellas testas con ojos de piedras preciosas y párpados de cobre.<br />
A mucha mayor profundidad de la capa de arena en que yacían los objetos existentes hoy en el Museo<br />
Británico y en las colecciones de Lepsius y Abbott se encontraron posteriormente las pruebas tangibles de la ya<br />
referida doctrina hermética de los ciclos.<br />
El entusiasta helenista doctor Schliemann halló en las excavaciones efectuadas no ha mucho en el Asia<br />
menor, notorias huellas del progreso gradual de la barbarie a la civilización y del también gradual regreso de la<br />
civilización a la barbarie. Así, pues, si el hombre antediluviano era mucho más docto que nosotros en ciencias<br />
profanas y mucho más hábil en ciertas artes que ya damos por perdidas, ¿por qué no admitir que pudiera<br />
igualmente aventajarnos en el conocimiento de la psicología? Esta hipótesis debe prevalecer mientras no se<br />
aduzcan pruebas evidentes en contrario.<br />
Todo sabio digno de este nombre reconoce que muchas ramas de la ciencia están todavía en mantillas.<br />
¿Será porque nuestro ciclo haya principiado hace poco tiempo? Sin embargo, según la filosofía caldea, los<br />
ciclos de evolución no abarcan a un tiempo a toda la humanidad, y así lo corrobora espontáneamente Draper al<br />
decir que los períodos en que a la geología le plugo dividir los progresos del hombre, no son tan exabruptos<br />
que comprendan simultáneamente a toda la humanidad, pues cabe poner por ejemplo los indios nómadas de<br />
América que en nuestros días están trascendiendo la para ellos Edad de piedra.<br />
Los cabalistas versados en el sistema pitagórico de números y líneas saben perfectamente que las doctrinas<br />
metafísicas de Platón se fundan en rigurosos principios matemáticos. A este propósito, dice el Magicón: “Las<br />
matemáticas sublimes están relacionadas con toda ciencia superior; pero las matemáticas vulgares no son más<br />
que falaz fantasmagoría cuya encomiada exactitud dimana del convencionalismo de sus fundamentos”.<br />
Algunos filósofos de nuestra época ponderan el aristotélico método inductivo en perjuicio del deductivo de<br />
Platón, porque se figuran que aquél consiste tan sólo en ir a rastras de lo particular a lo universal. Draper<br />
lamenta (6) que los místicos especulativos como Amonio Saccas y Plotino suplantaran a los rigurosos<br />
geómetras de las escuelas antiguas; pero no tiene en cuenta que la geometría es entre todas las ciencias el<br />
más acabado modelo de síntesis y en toda su trama procede de lo universal a lo particular o sea el método<br />
platónico. Ciertamente que no fallarán las ciencias exactas mientras, recluidas en las condiciones del mundo<br />
físico, se contraigan al método aristotélico; pero como el mundo físico es limitado aunque nos parezca ilimitado,<br />
no podrán las investigaciones meramente físicas trasponer la esfera del mundo material.<br />
La teoría cosmológica de los números, que Pitágoras aprendió de los hierofantes egipcios, es la única capaz<br />
de conciliar la materia y el espíritu demostrando matemáticamente la existencia de ambos principios por la de<br />
cada uno de ellos.<br />
Las combinaciones esotéricas de los números sagrados del universo resuelven el arduo problema y explican<br />
la teoría de la irradiación y el ciclo de las emanaciones. Los órdenes inferiores proceden de los espiritualmente<br />
superiores y evolucionan en progresivo ascenso hasta que, llegados al punto de conversión, se reabsorben en<br />
el infinito.<br />
La fisiología, como todas las ciencias, está sujeta a la ley de evolución cíclica, y si en el actual ciclo va<br />
saliendo apenas del arco inferior, algún día tendremos la prueba de que en época muy anterior a Pitágoras<br />
estuvo en el punto culminante del ciclo. Por de pronto, Pitágoras aprendió fisiología y anatomía de boca de los<br />
discípulos y sucesores del sidonio Mochus, que floreció muchísimos años antes que el filósofo de Samos, cuya<br />
solicitud por conservar las enseñanzas de la antigua ciencia del alma le hacen digno de vivir eternamente en la<br />
memoria de los hombres.<br />
COMENTADORES DE PLATÓN<br />
Las ciencias enseñadas en los santuarios estaban veladas impenetrablemente por el más sigiloso arcano.<br />
Ésta es la causa del poco aprecio en que hoy se tiene a los filósofos antiguos, y más de un comentador acusó<br />
de incongruentes a Platón y Filo Judeo, por no advertir el propósito que se trasluce bajo el laberinto de<br />
contradicciones metafísicas cuya aparente absurdidad tan perplejos deja a los lectores del Timeo. Pero ¿qué<br />
comentador de los clásicos supo leer a Platón? Esto nos mueve a preguntar los juicios críticos que sobre el<br />
insigne filósofo encontramos en las obras de Stalbaüm, Schleiermacher, Ficino, Heindorf, Sydenham,<br />
Buttmann, Taylor y Burges, por no citar otros de menos autoridad. Las veladas alusiones de Platón a las<br />
enseñanzas esotéricas han puesto en extrema confusión a sus comentadores, cuya atrevida ignorancia llegó al<br />
punto de alterar muchos pasajes del texto, creídos de que estaban equivocadas las palabras. Así tenemos que<br />
respecto a la alusión órfica en que el autor exclama:<br />
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