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ISIS SIN VELO - masoneria activa biblioteca

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primero, sería un epiléptico inconsciente, según Babinet; si lo segundo, atribuye las respuestas inteligentes de<br />

la mesa parlante a un “ventriloquismo inconsciente”. Sabemos que, según la escuela alemana, toda acción de<br />

la voluntad se manifiesta en fuerza, y las manifestaciones de las fuerzas atómicas son acciones individuales de<br />

la voluntad, que dan por resultado la espontánea precipitación de los átomos en imágenes concretas, ya<br />

forjadas subjetivamente por la voluntad. De acuerdo con su maestro Leucipo, enseñaba Demócrito que los<br />

átomos en el vacío fueron el principio de todas las cosas existentes en el universo, entendiendo por vacío, en<br />

sentido cabalístico, la Divinidad latente cuya primera manifestación es la voluntad que comunica el primer<br />

impulso a los átomos que, al cohesionarse, constituyen la materia. Sin embargo, el nombre de vacío es menos<br />

apropiado que su sinónimo caos, porque, según los peripatéticos, “la naturaleza tiene horror al vacío”.<br />

Las alegorías, aparte de otros elementos de juicio, demuestran que, mucho antes de Demócrito, estaban<br />

yha familiarizados los antiguos con la idea de la indestructibilidad de la materia. Movers define el concepto<br />

fenicio de la ideal luz solar, diciendo que era la espiritual influencia emanada del supremo Dios, Iao, la luz tan<br />

sólo concebible por la mente, el principio así físico como espiritual de todas las cosas del cual emana el alma.<br />

Es la esencia masculina o sabiduría, mientras que el caos es la esencia femenina. Así tenemos, que la materia<br />

y el espíritu eran ya para los fenicios los dos principios coeternos e infinitos. Esta teoría es tan antigua como el<br />

mundo, y no fue Demócrito su autor, pues la intuición del hombre precedió al ulterior desenvolvimiento de su<br />

razón. Las escuelas materialistas son incapaces de explicar los fenómenos ocultos, porque niegan a Dios, en<br />

quien reside la Voluntad. Su desconocimiento de los fenómenos psíquicos, y lo absurdo de las hipótesis con<br />

que pretenden explicarlos, dimanan de que a priori desdeñan cuanto puede empujarles a trasponer los límites<br />

de las ciencias experimentales y entrar en los dominios de la psicología o de la que no fuera incongruente<br />

llamar fisiología metafísica. Los filósofos antiguos afirmaban que todas las cosas visibles e invisibles surgían a<br />

la existencia por manifestación de la Voluntad, a que Platón llamó Idea divina, y que así como esta Idea da<br />

existencia objetiva a la materia con sólo enfocar su voluntad en un centro de fuerzas localizadas, así también el<br />

hombre, el microcosmos respecto del macrocosmos, da forma objetiva a la materia en proporción del vigor de<br />

su voluntad. Los átomos imaginarios (36) son como operarios movidos automáticamente a influjo de la<br />

Voluntad universal que en ellos se enfoca y, manifestada en fuerza, los pone en actividad. El proyecto del<br />

futuro edificio está en la mente del Arquitecto y es reflejo de su voluntad que, abstracta desde el momento de<br />

concebirlo, se concreta en cuanto los átomos imaginarios obedecen a los puntos, líneas y formas trazadas en<br />

la mente del divino geómetra.<br />

LA ENERGÍA ATÓMICA<br />

Como Dios crea, así crea el hombre. Dadle voluntad lo suficientemente vigorosa y subjetivará las formas<br />

mentales, que muchos llaman alucinaciones, aunque para quien las forja sean tan reales como los objetos<br />

tangibles. Si aumenta el vigor de la voluntad e inteligentemente la dirige, condensará las formas en objetos<br />

visibles. Este es el secreto de los secretos, y quien lo aprende, merece el título de mago.<br />

Los materialistas nada pueden argüir contra esto, desde el punto en que para ellos es materia el<br />

pensamiento. Si tal supusiéramos, tendríamos que el ingenioso mecanismo proyectado por el inventor, las<br />

encantadoras escenas surgidas de la mente del poeta, los soberbios lienzos pintados por la viva imaginación<br />

del artista, la incomparable estatua cincelada en el pensamiento del escultor, los palacios y castillos planeados<br />

por el arquitecto, debieran existir objetivamente, a pesar de ser subjetivos e invisibles, porque el pensamiento,<br />

según los materialistas, es materia plasmada en forma. ¿Cómo negar entonces que haya hombres de voluntad<br />

lo bastante potente para transportar al mundo visible estas creaciones mentales y revestirlas de materia<br />

tangible?<br />

Si los científicos franceses no han cosechado laureles en el nuevo campo de investigación, tampoco los<br />

cosecharon los científicos ingleses hasta que Crookes se ofreció en holocausto por los pecados del mundo<br />

científico. Al cabo de veinte años de desdenes, consiente Faraday en hablar un par de veces de este asunto,<br />

no obstante servir su nombre de conjuro contra los hechizos del espiritismo entre cuantos discuten los<br />

fenómenos psíquicos, y de ser ya notorio que en su vida vio una mesa giratoria el ilustre físico, que se<br />

avergonzaba de haber publicado sus investigaciones sobre tan degradante creencia. No tenemos más que<br />

desdoblar unos cuantos olvidados números del Journal des Debats, correspondientes a la época en que<br />

actuaba en Inglaterra un notable médium escocés, para restituir a pasados acontecimientos su primitiva<br />

lozanía. En uno de dichos números se erige Foucault en campeón del famoso físico inglés, diciendo: “No vaya<br />

a creerse que el insigne físico se ha olvidado de sí mismo hasta el extremo de sentarse prosaicamente junto a<br />

una mesa rotatorias. Entonces, ¿de qué se avergonzaba el caudillo de la filosofía experimental?<br />

Aprovecharemos esta coyuntura para hablar del indicador de Faraday, el famoso aparato que inventó para<br />

atrapar a los médiums, es decir, para sorprender los fraudes mediumnímicos, según describe el marqués de<br />

Mirville, en La cuestión de los espíritus, esta complicada máquina cuyo recuerdo turba el sueño de los médiums<br />

impostores.<br />

LA FUERZA MEDIUMNÍMICA<br />

Para comprobar la impulsión del médium, colocaba Faraday varios discos de cartón adheridos<br />

tangencialmente uno con otro por medio de cola, que se desprendían por efecto de una presión continuada.<br />

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