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livro - ALASRU - VI CONGRESSO_PARTE 3

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Estas características, muy particulares, en que se asume en nuestro país el modelo convencional tiene efectos importantes en la<br />

participación femenina. Para las mujeres rurales el desarrollo del modelo agrícola convencional marcó el inicio de una política<br />

encaminada hacia la incorporación de forma significativa al sector estatal de la agricultura, se crearon diferentes contingentes femeninos<br />

en todo el país. En 1980 existían 72 590 brigadistas organizadas en 5996 brigadas de ayuda mutua (FMC-ANAP), que participaban<br />

en la cosechas de cultivo y en las zafras azucareras (FMC;1980).<br />

En 1985 las mujeres constituían cerca del 25% de la fuerza de trabajo del sector agropecuario y de ellas, eran obreras agrícolas el 52,7<br />

%.(Arias. M.A; 1997). En 1989 laboraban en el sector agropecuario 690 300 trabajadores, de los cuales 165 692 eran mujeres,<br />

equivalentes a un 24 %. (CEE 1991) El sector estatal de entonces era responsable de casi la totalidad de la producción de caña, de los<br />

cítricos, del arroz, de las aves y los huevos, de la carne de cerdo y de res.<br />

En las Cooperativas de Producción Agropecuarias a partir de 1977, se incorporaron un gran número de mujeres como socias, esta<br />

forma productiva aumentó las posibilidades de empleo y de desarrollo sociocultural de las mujeres, la posibilidad de ser miembros con<br />

iguales derechos y deberes, acceder a la seguridad social, recibir una capacitación y especialización como fuerza de trabajo, elevar su<br />

nivel cultural, lograr espacios de participación y de toma de decisiones, disponer en su mayoría de nuevas viviendas, y de un mayor<br />

acceso a los principales servicios sociales y tener garantizado el autoconsumo. (Ravenet, M; 1989)<br />

Estos elementos favorables no pueden hacer perder de vista que hacia finales del primer quinquenio de 80 se produjo un decrecimiento<br />

tanto de incorporación, como de baja retención de las mujeres en el movimiento cooperativo. Eso se ha traducido al menos para la<br />

mujer en: promoción insuficiente de fuentes de empleo para ella, o puestos existentes pero poco atrayentes, tanto por la remuneración<br />

como por su contenido. Además en muchas cooperativas la mujer puede recibir su autoconsumo como ama de casa, lo que no estimula<br />

su incorporación al trabajo. También en la mayoría de las comunidades de las cooperativas el desarrollo de la infraestructura social se<br />

ha rezagado, aspecto que resulta vital para la incorporación de la mujer. (Pérez, N; 1996)<br />

En las Cooperativas de Créditos y Servicios, aunque las mujeres se han integrado como socias, su trabajo pocas veces se relaciona<br />

directamente con la producción de la tierra Dentro de la unidad campesina se combinan elementos de carácter estructural e<br />

ideológicos, que contribuyen a hacer menos visible y específico los roles que la mujer ejecuta. Por una parte la convergencia, muchas<br />

veces espaciales de las tareas domésticas y productivas que la mujer realiza al interior de la propiedad familiar, hace que sea difícil<br />

definir donde terminan unas y empiezan las otras. En este sentido se añade la autodefinición de las mujeres como “dueñas de casas”,<br />

sin reparar en distinciones en cuanto a la naturaleza de las actividades que desempeñan (domésticas-productivas), en la medida que<br />

para ellas responden a un objetivo común: el bienestar familiar.<br />

La urgencia del Programa Alimentario Nacional (1989) llamó la atención sobre el importante papel de los productores individuales en<br />

cuanto a garantizar al país el suministro de alimentos. (CIP; 1996) Por ello, en este sector, se fortalece la diversificación de las<br />

producciones, con lo que se garantizó en cierto sentido, la subsistencia alimentaria de la familia campesina. Como parte de este<br />

programa se crearon los contingentes de trabajadores urbanos que iban a la agricultura por etapas de uno a dos años, en estos<br />

contingentes hubo una participación significativa de mujeres, fundamentalmente jóvenes.<br />

Entre los años 1990-1993 se implementan en la agricultura distintas estrategias, en búsqueda de lograr una salida a la difícil situación<br />

económica y alimentaria y uno de los objetivos principales es el aumento de la producción, aún con pocos recursos, y el incremento<br />

de la producción.<br />

Dentro de este contexto de transformaciones, se postulan como principios importantes de la política agrícola la descentralización<br />

estatal y el redimensionamiento de las grandes extensiones de las empresas estatales. En este sentido uno de los cambios más<br />

importantes fue la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, en septiembre de 1993. Esta transformación influyó<br />

de forma decisiva en las formas de laborar y procesar diferentes cultivos en el país. En no pocos casos, la búsqueda de la sostenibilidad<br />

económica de la Unidad y la escasez de recursos han inducido el retorno a prácticas tradicionales y ecológicas.<br />

Según datos ofrecidos por el MINAGRI en 1997, 18 722 mujeres pertenecían a las UBPC; en 1998 esta cifra reveló un ligero ascenso,<br />

siendo de 18 746 el número de mujeres vinculadas a esta forma organizativa. Si se comparan las incorporaciones femeninas actuales<br />

a la UBPC con el año de su creación, se puede decir que esta cifra ha descendido, esto puede estar relacionado con el hecho de que el<br />

año 1993 marcó el punto más crítico de la crisis; la incorporación a las UBPC significaba una forma de garantizar el autoconsumo<br />

familiar. A partir de 1995, comienzan a surgir otras alternativas de empleo y posibilidades de ingreso familiar, no necesariamente<br />

limitadas a la agricultura.<br />

Estudios realizados por el equipo de Estudios Rurales muestran algunos resultados, en las distintas formas organizativas<br />

que se ajustan además a la especificidad del cultivo en cada una de las UBPC.<br />

Las UBPC de cultivos varios muestran mayores potencialidades para desarrollar dentro de sus actividades productivas la incorporación<br />

femenina. En dos UBPC estudiadas en el municipio de Guines: La Rolando Pérez Quintosa y la Restituto Alonso se plantea que el<br />

uso de diferentes estrategias para producir mas con menos costos y sin uso de insumos químicos, pocos fertilizante, esto provoca<br />

la necesidad de incorporar mas fuerza de trabajo y da la posibilidad de generar empleo para las mujeres. La diversificación de los<br />

cultivos permite que las mujeres se vinculen directamente a diferentes labores agrícolas que van desde la preparación de la tierra, la<br />

siembra y la cosecha, hasta la actual incorporación en los huertos y autoconsumos.<br />

Aunque las mujeres tuvieron los mismos derechos jurídicos que los hombres para incorporarse en su fundación a las UBPC, estudios<br />

de casos realizados en las cooperativas del municipio de Guines: Rolando Pérez Quintosa y Restituto Alonso, mostraron que en la<br />

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