Periodismo femenino en Argentina siglo XIX - Feminaria
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dejarán de s<strong>en</strong>tir <strong>en</strong> nuestros s<strong>en</strong>sibles corazones, por que seria<br />
violar los s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos con que el Hacedor ha adornado nuestro<br />
secso.<br />
Concluirémos nuestro artículo hoy, con aquellas palabras del<br />
Red<strong>en</strong>tor. “Perdónalos Señor, que no sab<strong>en</strong> lo que hac<strong>en</strong>”.<br />
“Las Redactoras” No. 5 (20 abril 1852): 1-2<br />
Cuando se habla de reg<strong>en</strong>erar un pueblo, restablecer <strong>en</strong> él, las<br />
libertades al ciudadano, nosotras creemos que no es establecer<br />
los vicios, la impiedad, la lic<strong>en</strong>cia . . . . porque <strong>en</strong>tonces la anarquía<br />
se apoderaria de la sociedad, y vacilaria la autoridad <strong>en</strong> aquellos<br />
preciosos mom<strong>en</strong>tos de establecer el ord<strong>en</strong> . . . ¿Como creer<br />
pues, una parte de nuestra juv<strong>en</strong>tud, que el último cañonazo que<br />
sonó <strong>en</strong> Caseros, y que derribó el tirano, este les autorizaba para<br />
vilip<strong>en</strong>diar las leyes de la sociedad, para bejar la religion, para vivir<br />
<strong>en</strong> fin sin gefes y sin autoridad? En una palabra, no hay <strong>en</strong> el<br />
concepto de ellos, ninguna clase de vínculos que nos ligu<strong>en</strong>:<br />
somos libres proclaman, nuestra voluntad, es la ley que nos debe<br />
de regir; y el capricho nuestro, la autoridad á qui<strong>en</strong> debemos<br />
obedecer, Si esto fuera así; ¡Qué circunstancias tan lam<strong>en</strong>tables<br />
seria para nuestro pais! Pero no, el Gobierno vela sobre la<br />
seguridad individual y el órd<strong>en</strong>. “El autor de la naturaleza ha<br />
establecido <strong>en</strong>tre los hombres la subordinacion, como la ha<br />
establecido <strong>en</strong> el cuerpo humano, cuyos miembros sugetos y<br />
unidos <strong>en</strong>tre sí, están subordinados á una sola cabeza”.<br />
T<strong>en</strong>dremos que lam<strong>en</strong>tar siempre la tírania de veinte años que<br />
hemos sufrido, la que nos ha legado como único patrimonio, los<br />
vicios, la lic<strong>en</strong>cia, la impiedad . . . Hemos visto á nuestro pesar, el<br />
pudor de las vírg<strong>en</strong>es, la delizadeza de las matronas, la casa de<br />
oracion, el Templo de Dios . . . . Violarlo una juv<strong>en</strong>tud des<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ada,<br />
sin educacion, sin moral, sin religion . . . . . Ah! <strong>en</strong> los pueblos<br />
más bárbaros, <strong>en</strong> las tribus salvages, tributan á sus Dioses, y al<br />
bello secso, mas respeto y hom<strong>en</strong>aje, que el que ha r<strong>en</strong>dido ese<br />
vandalage el Viérnes Santo <strong>en</strong> nuestra Catedral; los hombres que<br />
no respetan la Religion, que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> moral, no pued<strong>en</strong> jamas<br />
llamarse civilizados.—Esos criminales que han vejado nuestro<br />
secso, nuestra Religion, y hasta el mismo Dios, no son otra cosa,<br />
que una tribu de salvages, acampados <strong>en</strong> nuestras calles, y á las<br />
puertas de nuestros Témplos.—<br />
Recom<strong>en</strong>damos al Sr. Gefe de Policia, el artículo del reglam<strong>en</strong>to,<br />
que previ<strong>en</strong>e; sean conducidos á la Casa C<strong>en</strong>tral los que<br />
vocifer<strong>en</strong> palabras obc<strong>en</strong>as, con las que desmoralizan la sociedad;<br />
asi mismo le rogamos, visite algunas noches, las calles del<br />
Perú, Federacion y Victoria, donde se hallan apostados multitud<br />
de hombres, sin mas objeto, que injuriar nuestra delicadeza con<br />
palabras grotescas.<br />
Ayer hemos visto con el júbilo tan propio de nuestro s<strong>en</strong>sible<br />
corazon, la nueva instalacion de la Sociedad de B<strong>en</strong>efic<strong>en</strong>cia—<br />
Este establecimi<strong>en</strong>to tan útil <strong>en</strong> las poblaciones cultas y civilizadas,<br />
ya lo poseemos—Las dignas Arg<strong>en</strong>tinas que lo compon<strong>en</strong><br />
son tan apar<strong>en</strong>tes como acreedoras para desempeñar tan alta<br />
mision; las felicitamos y les deseamos el mejor écsito <strong>en</strong> sus<br />
nuevas tareas.—<br />
Nada podemos decir por ahora de nuestro b<strong>en</strong>emérito y<br />
esclarecido patriota Dr. D. Vic<strong>en</strong>te Lopez, nos asiste el mayor<br />
pesar el no haber podido oir nada de lo que habló; pero creemos<br />
que <strong>en</strong> ese corazón magnánimo como filantrópico haya pronunciado<br />
palabras tan propias de él.<br />
El Señor Dr. D. Val<strong>en</strong>tin Alsina con la elocu<strong>en</strong>cia que le es<br />
caracteristica, ó como un orador Romano (1) hizo verter lágrimas<br />
á multitud de la concurr<strong>en</strong>cia al recordar la época pasada tan<br />
funesta, para los infelices huérfanos—Los nobles s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos de<br />
este ilustre Arg<strong>en</strong>tino son dignos de <strong>en</strong>cómio y de una eterna<br />
gratitud del pueblo Bonaer<strong>en</strong>se.<br />
(1) Ciceron.<br />
“Las Redactoras” No. 7 (25 abril 1852): 1<br />
Nosotras como los hombres, hemos participado de las persecuciones<br />
de la fé política, <strong>en</strong> esa época funesta de luto y de sangre:<br />
nosotras al lado de nuestros padres, de nuestros esposos, de<br />
nuestros hermanos, de nuestros hijos; hemos corrido á m<strong>en</strong>digar<br />
la hospitalidad del suelo estrangero: á nosotras tambi<strong>en</strong>, la mano<br />
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