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Periodismo femenino en Argentina siglo XIX - Feminaria

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sos que sean los mostradores, con cuatro ó cinco jóv<strong>en</strong>es que<br />

estén á su fr<strong>en</strong>te, ll<strong>en</strong>an el espacio de siete ú ocho varas de<br />

longitud; <strong>en</strong> las casas acontece que por hermoso que sea el sofá,<br />

no pued<strong>en</strong> estar mas de dos; asi es que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> á ser confid<strong>en</strong>tes<br />

y no sofá: <strong>en</strong> una tertulia con tres ó cuatro parejas que estén<br />

paradas <strong>en</strong> un Valz, ll<strong>en</strong>an todo el ámbito de la sala.—Todo esto<br />

debido á esa provision de abrigo aunque estémos <strong>en</strong> el rigor del verano,<br />

lo llevan nuestras compatriotas, sin mas razon que ser moda: pero<br />

moda perjudicial! . . . . moda que se debia modificar por mil razones! .<br />

. . En fin, esperamos de las bellas arg<strong>en</strong>tinas, mas prud<strong>en</strong>cia, mas<br />

economia, y m<strong>en</strong>os emision de <strong>en</strong>aguas.—Asi lo esperan<br />

Unas Suscriptoras.<br />

“Modas” No. 9 (29 abril 1852): 2-3<br />

El pantalon <strong>en</strong> las señoras, hoy usado únicam<strong>en</strong>te como pieza<br />

de abrigo, se ha introducido <strong>en</strong> los trages de baile, para los cuales<br />

se hac<strong>en</strong> elegantes pantalones á la turca cerrados al tobillo con un<br />

brazalete de plata. Esta moda ti<strong>en</strong>e por objeto proteger la pierna<br />

contra las indiscreciones del Vals y de la Polka.<br />

No carec<strong>en</strong> de gracia y hac<strong>en</strong> muy bu<strong>en</strong> juego con los pantalones<br />

á la sultana (este nombre de importancia asiática se les ha<br />

dado,) unos borseguíes ó coturnos de raso blanco abrochados<br />

hasta la punta del pié con dos cordones <strong>en</strong>trelazados.<br />

Como las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias masculinas reinan y se propagan, el<br />

chaleco se g<strong>en</strong>eraliza, de suerte que para una señora, es ya de<br />

indisp<strong>en</strong>sable necesidad. Las jóv<strong>en</strong>es se han habituado á él tan<br />

pronto y fácilm<strong>en</strong>te, que no podrán consolarse de su pérdida el dia<br />

que cambie de moda.<br />

El chaleco se lleva á discrecion, alto, <strong>en</strong> forma de chal, abotonado<br />

hasta el cuello, medio desabrochado ó desabrochado del todo.<br />

El chaleco abierto ha puesto <strong>en</strong> moda el camisolin <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te<br />

igual á la camisa de hombre, sin mas difer<strong>en</strong>cia que el cuello lo<br />

forman dos pequeñas puntillas de <strong>en</strong>cage.<br />

El corte de los vestidos ha sufrido una importante modificacion<br />

que ha obt<strong>en</strong>ido los aplausos de todas las personas de bu<strong>en</strong><br />

gusto. Hablamos de la supresion de la punta <strong>en</strong> los vestidos<br />

cerrados hasta el cuello, conservándose sin embargo <strong>en</strong> los<br />

abiertos y escotados.<br />

En cuanto á sobretodas y manteletas, la Maidt<strong>en</strong>in y la Bretona<br />

sigu<strong>en</strong> triunfando de todos sus rivales, aun de la Carmelita la mas<br />

fuerte de todas sus <strong>en</strong>emigas, y mereci<strong>en</strong>do la proteccion del<br />

mundo elegante.<br />

En la Francia el imperialismo principia á introducirse <strong>en</strong> los<br />

dominios de la moda, cuyo imperio sigue el influjo de las modas del<br />

imperio. Ya se habla con toda seriedad de la resurreccion del<br />

Vitchoura, y para celebrar su vuelta al mundo, se pret<strong>en</strong>de darle<br />

cierto aire juv<strong>en</strong>il adornándolo con plumas.<br />

Pasemos á los tocados. El mas <strong>en</strong> moda es el pufo, adorno que<br />

hizo las delicias de nuestras abuelas, y hará á estas horas las de<br />

sus nietas. ¿Y qué es el pufo? se nos preguntará. Un adorno de<br />

blonda <strong>en</strong> forma de concha con lazos de cintas destinados á<br />

reemplazar las tr<strong>en</strong>zas de los cabellos desterradas rep<strong>en</strong>tinam<strong>en</strong>te,<br />

no sabemos por qué. Por ambos lados, pasa por los bandós,<br />

una pluma que vi<strong>en</strong>e á caer sobre la oreja, y unos lazos de cinta<br />

cuyas puntas bajan rozando las mejillas, y flotan sobre el cuello.<br />

Pero lo que forma toda la gracia, toda la coqueteria, todo el<br />

capricho del pufo, es la inspiracion, el génio, cosas que por<br />

desgracia no pued<strong>en</strong> analizarse.<br />

Bi<strong>en</strong> quisiéramos hablar de otros peinados y adornos; pero nos<br />

falta espacio, y nos vemos precisadas á ocupar el que nos queda<br />

con otros objetos.<br />

La capota Pompadour, es una divina mezcla de crespon,<br />

terciopelo acanelado, blonda y capullos de rosa; los sombreros de<br />

fieltro se adornan con s<strong>en</strong>cillo terciopelo ancho. Otro hemos visto<br />

de terciopelo y paja de arroz, al cual pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> de derecho los<br />

honores de la estacion. El ála es de terciopelo, y lleva al borde una<br />

cinta de paja de unos dos dedos de ancho. Una esterilla de dicha<br />

paja <strong>en</strong> forma de media luna, y guarnecida por arriba y abajo con<br />

una puntillita, divide la copa del ála: el bavolet mezclado con paja<br />

y terciopelo: a los dos lados una pluma, mitad blanca y mitad del<br />

color de terciopelo; <strong>en</strong> la parte inferior del ála dos ramilletes,<br />

blanco el uno y de color de rosa el otro, adornados con cinta de los<br />

mismos colores, pero <strong>en</strong> órd<strong>en</strong> inverso; es decir, el blanco, con<br />

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