Periodismo femenino en Argentina siglo XIX - Feminaria
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“Educación Popular” No. 3 (15 <strong>en</strong>ero 1854): 17-18<br />
Toda la felicidad que puede gozar el<br />
hombre <strong>en</strong> este mundo, se reduce<br />
á t<strong>en</strong>er el cuerpo sano, y el alma<br />
bi<strong>en</strong> formada: estas dos v<strong>en</strong>tajas<br />
<strong>en</strong>cierran <strong>en</strong> sí todas las otras.<br />
Locke<br />
DE LA EDUCACION DE LOS NIÑOS<br />
Como dijimos <strong>en</strong> nuestro artículo anterior, la educacion debe<br />
basarse sobre cimi<strong>en</strong>tos sólidos, y partir de un punto es<strong>en</strong>cial.—<br />
¿Cuál debe ser ese punto?<br />
Es lo que vamos a ver. Ese punto debe ser aquel que se crea<br />
mas conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te para conducir el hombre a la felicidad, y el pueblo<br />
á su <strong>en</strong>grandecimi<strong>en</strong>to.<br />
Como muy s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te dice el filósofo inglés, cuyas palabras<br />
sirv<strong>en</strong> de apóstrofe á este artículo. La Higi<strong>en</strong>e física y la Higi<strong>en</strong>e<br />
moral son las que dan el mas perfecto resultado.<br />
Hombres sanos del cuerpo, ilustrados, morales y laboriosos,<br />
formarán siempre una grande nación; porque el aspecto exterior<br />
de sus ciudades será digno de ellos, y porque las leyes y los usos<br />
de ese pais serán su obra; y esa como consecu<strong>en</strong>cia natural será<br />
análoga á los principios de ellos.<br />
No es confiando la educacion de la infancia á la inspiracion de los<br />
profesores, que ni siempre son lo que deberían ser, que se al-canza<br />
un bu<strong>en</strong> resultado; por eso hemos dicho que sería el gobierno el que<br />
debería escribir el reglam<strong>en</strong>to de las escuelas, darle fuerza de ley <strong>en</strong><br />
lo que respecta las bases es<strong>en</strong>ciales de la educacion moral y física,<br />
tanto de los establecimi<strong>en</strong>tos nacionales como de las escuelas<br />
particulares, libres las últimas de adoptar los métodos que mejor les<br />
conviniese, pero no de adoptar otros libros que aquellos considerados<br />
como los mas apropósito para formar el alma é ilustrar el espíritu.<br />
En las actuales circunstancias, antes que esas llamadas<br />
escuelas patrias, deseariamos la creacion de casas de refugio ó<br />
de asilo, como quiera llamárseles.<br />
La v<strong>en</strong>tana inmediata y sali<strong>en</strong>te de estas casas es segregar los niños<br />
de toda otra influ<strong>en</strong>cia que no sea la <strong>en</strong>señanza á que se le sujeta.<br />
En una sociedad como la nuestra, á cuyo analisis resiste <strong>en</strong>trar<br />
nuestra pluma, porque s<strong>en</strong>timos el rubor de la vergu<strong>en</strong>za <strong>en</strong> el<br />
rostro, <strong>en</strong> nuestro pais, donde <strong>en</strong> 22 años de tirania, la clase pobre<br />
está habituada al l<strong>en</strong>guage mas repugnante é inmoral, donde la<br />
infancia misma usa de ese horrible l<strong>en</strong>guaje, y donde parece<br />
extinta la piedad, la moral, la religion, creemos que las pocas horas<br />
pasadas <strong>en</strong> una escuela, con el contacto de las calles y aun de sus<br />
propias familias, no es sufici<strong>en</strong>te a desarraigar esos hábitos<br />
funestos, ni á morigerar los niños.<br />
En las casas de refugio por el contrario, sujetos al regim<strong>en</strong><br />
celular, repartido el tiempo <strong>en</strong>tre el estudio y el trabajo corporal,<br />
<strong>en</strong>tre los egercicios de piedad y la gimnástica, educados con la<br />
sóbria frugalidad que todo moralista aconseja para los niños:<br />
acostumbrados al asco desconocido de la clase pobre <strong>en</strong>tre<br />
nosotros, sujetos á una constitucion interior que tuviera <strong>en</strong> vista<br />
premiar siempre el mérito y hacerles compr<strong>en</strong>der temprano los<br />
principios del bi<strong>en</strong> y del mal que pued<strong>en</strong> conducir el hombre por<br />
caminos tan distintos, como para decirle, nuestra felicidad, ó<br />
nuestra desgracia, es obra de nosotros mismos.<br />
Allí seria facil á niños destinados á la mas profunda ignorancia<br />
el instruirse. Las familias pobres se dán siempre prisa á sacar sus<br />
hijos de la escuela para hacerles apr<strong>en</strong>der un oficio. Allí no haría<br />
s<strong>en</strong>tir mas esa necesidad, porque los ramos industriales hac<strong>en</strong><br />
una parte forzosa de esos establecimi<strong>en</strong>tos.<br />
Un niño <strong>en</strong>trado allí á la edad de 6 á 8 años, época regular, de<br />
principiar, deberia quedar hasta la edad de veinte y un año, y las<br />
mugeres, hasta las diez y ocho. Sí, porque estos establecimi<strong>en</strong>tos<br />
deberian ext<strong>en</strong>der sus b<strong>en</strong>eficios á los dos sexos.<br />
Jóv<strong>en</strong>es educados allí al cabo de quince, doce, diez á ocho años<br />
de sugecion, de <strong>en</strong>zeñanza moral, de bu<strong>en</strong>os ejemplos y laboriosidad,<br />
seria una nueva raza de hombres <strong>en</strong> nuestro pais.<br />
(Continuará)<br />
“Educacion popular” No. 4 (22 <strong>en</strong>ero 1854): 26-27<br />
Dijimos <strong>en</strong> nuestro número anterior, que era preferíble <strong>en</strong> el estado<br />
actual de nuestra sociedad, <strong>en</strong> lugar de una repeticion de lo que se<br />
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