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MAQUETACION DICIEMBRE 2005 - Diverdi

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El nuevo trabajo de Uri Caine al frente de Bedrock<br />

Shelf-Life<br />

Conciliar las distintas facetas de Uri Caine es un trabajo arduo. No lo tiene fácil quien,<br />

viniendo de sus muy consideradas reconceptualizaciones de obras clásicas, se enfrente a sus Bedrock, una<br />

formación que hunde sus raíces en el funk y en el drum’n’bass. En cierto modo la fun band del pianista, sus<br />

producciones son infecciosamente rítmicas; por ejemplo, no hay nada en ella de secundario que no sea la<br />

consideración por parte del oyente de la inspiración en los lenguajes electrónicos actuales y el funk como<br />

material ligero, fungible, producto del tiempo. De hecho, hay poco de inocente en las elecciones Caine. En una<br />

entrevista manifestaba cómo su acercamiento al drum’n’bass provenía del «reto que supone para un músico de jazz la especie de vacío<br />

solista que hay en esta música, un vacío que ha de saber llenar a la par que mantener el toque de grupo». Empeño nada baladí que se<br />

saldó con un primer álbum tozudo en el compacto trabajo rítmico de la banda, la más densamente colaborativa del músico de Filadelfia,<br />

y cuyo único punto flaco era la estrechez de su sonido, que, espartano, percutiente y sin barniz, ilustraba bien la idea detrás del nombre<br />

de la formación, algo telúrico y sólido, hasta inamovible. Se esperaba la segunda entrega, pues no parecía esta una aventura circunstancial.<br />

Shelf-Life acaba de llegar, una evolución notable en tres años en un álbum que es tanto un enriquecimiento de las bases constituidas como<br />

un desarrollo impredecible.<br />

Aunque Shelf-Life aparece firmado por Caine, Tim Lefebvre y Zach Danziger, la formación ha arrojado la denominación de trío para<br />

denominarse sencillamente Bedrock en consonancia con el contenido del álbum. Sólo cuatro de sus diecisiete piezas son interpretadas a<br />

tres. Caine desembarca en él al frente de un arsenal de teclados, sus habituales, además de una buena cantidad de instrumentos retro, algo<br />

que refleja la dirección del álbum, por un lado contemporáneo pero por otro homenaje a la ciudad del pianista, a su sonido de música de<br />

baile, y a los 70, la década por la que el gusto pasó de largo. El kitsch de estos últimos es inofensivo, cabalgadas moogs burbujeantes en<br />

«Strom’s Theremin», postal tropical en «Defenestration», grueso B3 en «Watch Out!» . Por contra los cortes de drum’n’bass son oscuros,<br />

concentrados y de una soberbia pegada rítmica, como en su entrada, «Steak-jacket» y su preludio, el obsesivo «Murray» , o «Darker Bionic<br />

Cue», por no hablar de la clara intencionalidad de «Wolfowitz in Sheep’s Clothing». Descaradamente funky son el tema título, «Be<br />

Loose»con la voz de Barbara Walker, el tema policial de aullantes metales sintetizados de «Blakey» y el ruego soul a lo Marvin Gaye que<br />

cierra el disco, «Sweat» con la de Bunny Sigler, uno de los artífices del sonido de Filadelfia. El saxo es cortesía de otra de las leyendas<br />

locales, Bootsie Barnes. La idea de que Bedrock se basa en una aproximación muy libre a los intercambios del trío de jazz se sustancia<br />

aquí y allá en todo el disco, pero sobre todo en la desolada «Oder». «Keep the groove, understand the sweat» insiste el estribillo de<br />

«Sweat», y ese es el centro de este disco; formas de groove, formas de sudarlo.<br />

El título del álbum, Shelf-Life -que alude a la duración de un producto en los expositores antes de su retirada al fondo de catálogo, o<br />

más radicalmente, antes de su destrucción-, resulta irónico en un disco que como decíamos resulta contemporáneo y a la vez mira hacia<br />

detrás, a la década de la bola de espejo. Caine plantea burlonamente la pregunta de la durabilidad o no de las estéticas, la de sus<br />

resurgimientos, la de su disfrute. Como afirma, «puede que (esta) música no permanezca, pero el groove, el groove sí permanece».<br />

La música de Tim Berne genera<br />

extrañamiento. Abrupta, retorcida,<br />

impredecible, dilatada, por momentos<br />

áspera y provocativa, está llena de<br />

procedimientos poco familiares y heterodoxos en lo que llamamos<br />

jazz. Mucho proviene de su historia como músico pues en realidad<br />

la primera vez que Berne asió un alto con convicción estaba ya en<br />

la universidad y sus modelos no fueron ni Ellington, ni Parker, ni<br />

Monk ni Coltrane, sino Julius Hemphill, saxofonista paisano de<br />

Ornette Coleman, autor de obras extensas, óperas y ballets que<br />

sobrepasan la expresión jazzística, una obra numerosa y poco<br />

difundida al no encontrar medio adecuado (¿el club? ¿la sala de<br />

concierto?). Su escasa salud y desapego por los negocios hizo que<br />

el saxofonista alcanzase una notoriedad limitada dentro del World<br />

Saxophone Quartet y como influencia de un grupo de iniciados<br />

entre los que estaban el primer Bill Frisell y Marty Erlich.<br />

Venga este prolegómeno para intentar arrojar un poco de luz a<br />

la que es una de las entregas más duras y desconcertantes del<br />

corpus berneiano: la trilogía de directos que grabase en la<br />

residencia de su grupo Bloodcount en el festival Instant Chavirés de<br />

Montreuil, Paris, en 1994. Y no es que el aficionado al músico de<br />

Siracusa no esté acostumbrado a sus extraños emparejamientos<br />

instrumentales, ni a las serpenteantes formas discursivas que toman<br />

sus temas, ni a su longitud ( «The Maze» en Diminutive Mysteries<br />

llegaba los 25 minutos), piezas unas veces muy detalladas, otras<br />

raspantes explosiones sonoras. Pero aquí estalla todo por los aires<br />

y su grupo parece explorar un área gris entre una abstracta música<br />

de cámara y la improvisación libre, entre larguísimos episodios<br />

solistas y pasajes arreglados de enorme fuerza, entre el jazz y,<br />

como titula aquí uno de sus cortes, un jazz off. Así las piezas de<br />

Berne no tanto van a su destino como que después de mucho<br />

merodear, tomar desvíos, abandonar temas, apuntar estructuras<br />

demolidas de golpe - nada dura aquí mucho tiempo - y fomentar<br />

tanto el encuentro como el desencuentro, llegan a su fin tras haber<br />

sido movidas ya por una lógica retorcida como por una ilógica<br />

ebria, no se sabe muy bien en esta música de recorrido. Berne se<br />

toma su tiempo, y hay cortes que se acercan a los cuarenta minutos<br />

( 30 )<br />

Ángel Gómez Aparicio<br />

BEDROCK: Shelf-Life / Uri Caine (teclados), Tim Lefebvre (bajo, guitarra), Zach Danziger (batería, percusión), Ralph Alessi (trompeta), Bootsie Barnes (saxos), Rubén González<br />

(percusión), Arto Tunçboyaciyan (percusión), nnj (mezclas), DJ Olive (electrónica), Luke Vibert (mezclas y programación), Dan Zank ( programación cuerdas), Bunny Sigler (voz),<br />

Barbara Walker (voz) / WINTER & WINTER / Ref: WIN 910112-2 (1 CD) D1<br />

Paso a paso, la colección JMT se acerca a su fin<br />

La trilogía parisina de Tim Berne<br />

(el detonante «The Brown Dog Meets The Spaceman», en el<br />

volumen 1, los supera, como la conjunción de varios que forma el<br />

segundo corte del segundo volumen, o sobrepasan los cincuenta,<br />

como «Eye Contact» en el tercero). Con un planteamiento como el<br />

antes descrito hay inevitables lagunas, momentos muertos e<br />

instantes en los que la inspiración flaquea y la fuerza se hace con<br />

su lugar. También otros de toque desorbitante y poderosa<br />

compenetración e invención que dan con un extraordinario Low<br />

Life, su volumen 1, de nivel sostenido, pero se hace más episódico<br />

en el segundo y vuelve a tomar más cuerpo en el tercero en el que<br />

Berne rescata de su estuche su rugiente barítono e incluye el<br />

descomunal, fracturado y en última instancia inconstante, pero<br />

cuajado de pepitas valiosas, «Eye Contact» ya citado. El recorrido<br />

en esta música sin certezas es un incesante atar cabos para<br />

perderse después y acabar en el desconcierto.<br />

Berne siempre manifestó el escaso interés mostrado por JMT en<br />

la promoción de este triple directo. Ante ello maravilla el acto de<br />

fe que supone lanzar tres horas y media de música ferozmente<br />

anticomplaciente, de difícil deglución y de dimensiones poco aptas<br />

para la escucha doméstica. Pero no hay que olvidar que parte de<br />

lo que hace único, e incluso grande a Berne, es su talento siempre<br />

inconformista que le impulsa a adentrarse donde nadie lo ha<br />

hecho.<br />

Á.G.A.<br />

JMT vol.74: TIM BERNE: Low Life - The Paris Concert I / Tim Berne (saxo alto y<br />

barítono), Chris Speed (saxo tenor y clarinete), Marc Ducret (guitarras), Michael<br />

Formanek (contrabajo), Jim Black (batería) / WINTER & WINTER / JMT Edition / Ref:<br />

JMT 919074-2 (1CD) D1<br />

JMT vol.75: TIM BERNE: Poisoned Minds - The Paris Concerts II / Tim Berne (saxo alto<br />

y barítono), Chris Speed (saxo tenor y clarinete), Marc Ducret (guitarras), Michael<br />

Formanek (contrabajo), Jim Black (batería) / WINTER & WINTER / JMT Edition / Ref:<br />

JMT 919075-2 (1CD) D1<br />

JMT vol.81: TIM BERNE Memory Select - The Paris Concert III / Tim Berne (saxo alto<br />

y barítono), Chris Speed (saxo tenor y clarinete), Marc Ducret (guitarras), Michael<br />

Formanek (contrabajo), Jim Black (batería) / WINTER & WINTER / JMT Edition/ Ref:<br />

JMT 919081-2 (1 CD) D1

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