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MAQUETACION DICIEMBRE 2005 - Diverdi

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El regreso de uno de los grandes polifonistas españoles en el sello GAUDEAMUS<br />

Vivanco en el Siglo de Oro<br />

L<br />

a catedral de Ávila ostenta el honor de haber sido la primera<br />

española en cuya construcción se aplicaron claramente<br />

soluciones del arte gótico, la mayor aportación arquitectónica<br />

de la baja Edad Media. A comienzos de la última década del siglo<br />

XII, el maestro Fruchel había dado un vuelco al inicial comienzo de<br />

la catedral abulense en estilo románico y antes de acabar el siglo<br />

estaba terminada la girola, con sus capillas y la imponente<br />

cabecera, cuyo ábside forma parte de la famosa muralla, sin duda la<br />

más extensa y fuerte que puede contemplarse en nuestro país.<br />

Concluida la catedral en la primera mitad del siglo XIV, fue a finales<br />

del XV y a lo largo del XVI cuando su interior comenzó a<br />

enriquecerse con incomparables obras de arte. Entre ellas destacaré<br />

el retablo mayor, iniciado en 1499 por el insigne pintor Pedro<br />

Berruguete (c.1450-1503), no ha mucho establecido en Italia, donde<br />

había trabajado en el Urbino de los Montefeltro, junto al genial<br />

Piero della Francesca. Lo terminó a su muerte Juan de Borgoña al<br />

mismo nivel que el maestro castellano. Trabajan allí por entonces<br />

escultores como Lucas Giraldo, Isidro de Villoldo, Bautista Vázquez<br />

y Vasco de la Zarza. Este último realizó el magnífico sepulcro del<br />

obispo Alonso de Madrigal el Tostado (de quien nunca he creído<br />

que escribiese más que yo) y el hermoso sagrario plateresco del altar<br />

mayor.<br />

A mediados del siglo XVI, la catedral de Avila resplandecía en<br />

obras de arte, pero no menos de música. Hasta finales de siglo<br />

tenemos como maestros de capilla en Avila a Jerónimo de Espinar<br />

(1552-58), Bernardino de Ribera (1559-63), Juan Navarro (1564-66),<br />

Hernando de Isasi (1567-87) y Sebastián de Vivanco (1587-1602).<br />

Al menos de tres de ellos, Ribera, Navarro y Vivanco, nos consta<br />

fueron grandes polifonistas, en especial Sebastián de Vivanco<br />

(c.1551-1622), cuya importancia era tal como cantor y compositor<br />

en la España de Felipe II y Felipe III que, como dice el ilustre<br />

musicólogo e hispanista Robert Stevenson, Vivanco made a record<br />

as distinguished as any archieved solely in Spain during his lifetime<br />

(Vivanco consiguió el máximo de distinciones que alguien podía<br />

alcanzar solo en España durante su vida).<br />

De hecho, como su paisano y seguramente niño cantor, como él,<br />

en la catedral de Avila, Tomás Luis de Victoria, Vivanco realizó al<br />

final de su vida una serie de publicaciones. Salieron del taller<br />

salmantino del impresor Artus Taberniel; el primero fue un Liber<br />

magnificarum cuyos cánones, a juicio de Stevenson, se aproximan<br />

a los límites extremos de destreza y complejidad. En este lujoso<br />

Libro de Magnificat, dieciocho en total, demuestra Vivanco ser un<br />

gran dominador de los recursos técnicos de la polifonía de su<br />

tiempo, haciendo incluso uno de los primeros conatos de<br />

politonalidad, asignando a la sección Gloria Patri a 8 voces de uno<br />

de los Magnificat, un tono diferente para cada una de las voces.<br />

El disco que comentamos no contiene Magnificat, sino una de<br />

sus misas y nueve motetes. Existía un disco monográfico que la<br />

Orchestra of Renaissance que Richard Cheetham y Michael Noone<br />

dedicaron a Vivanco el año 2002 (Glossa). Y sin duda lo ha tenido<br />

BONGIOVANNI edita un disco con inéditos vivaldianos dirigidos por F. Ammetto<br />

Vivaldi inédito<br />

( 6 )<br />

en cuenta David Trendell, director de<br />

The Choir of King’s College London a<br />

la hora de incluir otra misa y diferentes<br />

motetes en este monográfico Vivanco<br />

del sello Gaudeamus.<br />

En aquel disco de Glossa se grabó<br />

la Missa in manos tuas, a 8; aquí la<br />

Missa Cruz fidelis, a 6 voces. Tanto en<br />

este compacto como en aquél se incluyen cada uno de los motetes<br />

de Vivanco que él mismo utiliza en las respectivas misas parodia.<br />

Además, en ambos casos se intercalan motetes entre las distintas<br />

partes de la misa. Solo coinciden uno y otro en dos motetes, pero en<br />

el disco de la Orchestra of the Renaissance uno de ellos se da en<br />

versión instrumental, cosa aquí imposible ya que el Coro King’s<br />

College actúa sin instrumentos.<br />

Solo coinciden en el motete Circumdederunt me aunque<br />

Cheetham-Noone emplea instrumentos y eso diferencia cualquier<br />

versión. Lo que no parece conocer David Trendell, es que<br />

Cheetham-Noone había grabado el motete a 8 voces Veni dilecte<br />

mi, en un disco de Glossa dedicado al Canticum Canticorum, pero<br />

siempre usando de ministriles para alguna de las voces. En cualquier<br />

caso nos encanta y sorprende la escucha de este motete<br />

madrigalesco, de una sensualidad y brillantez muy apropiada a su<br />

bellísimo texto. No es de extrañar que, entre los muchos motetes de<br />

ilustres autores renacentistas sobre el Cantar de los Cantares, el de<br />

Vivanco preceda en ese disco a Févin, Morales, Gombert, Ceballos,<br />

Guerrero, Victoria…<br />

Todos los motetes incluidos en el CD que comentamos provienen<br />

del Liber Motectorum, excepto el motete mariano Assumpta est<br />

Maria. Samuel Rubio fue un adelantado de nuestro tiempo al<br />

publicar allá por 1954 y 1956 los motetes a 4 y a 5 de Vivanco. Los<br />

aquí grabados por The Choir of King’s College de Londres, han sido<br />

tomados de las transcripciones de Luis Dean Nuerenberger,<br />

publicadas en Londres en 1985. Los hay a 4,5,6,8 y 12 voces.<br />

En cuanto a la Missa Cruz fidelis, procede del Missarum Liber<br />

(Artus Taberniel, Salamanca, 1608), y en ella utiliza, de modo muy<br />

libre y limitado, el tema del motete del mismo nombre.<br />

Son muchas las aportaciones de Vivanco en la Misa y en los<br />

motetes, tanto en el uso de los motivos imitativos como en el<br />

manejo del ritmo y el carácter a través de los valores de las notas.<br />

Es admirable su contrapuntismo, así como las elegantes líneas<br />

melódicas con las que logra, en ocasiones, momentos de sublime<br />

dulzura y expresividad, no inferiores a los alcanzados por su excelso<br />

paisano Tomás Luis de Victoria. Estamos ante una grabación que<br />

justifica aquel sobrenombre que a tanto obliga: Siglo de Oro.<br />

Andrés Ruiz Tarazona<br />

SEBASTIAN DE VIVANCO (c. 1551-1622): Crux Fidelis; Misa Crux Fidelis; Motetes /<br />

The Choir of King’s College, London. Dir.: David Trendell (Primeras grabaciones<br />

mundiales) / ASV / Ref.: GAU 346 (1 CD) D2<br />

Más de uno se extrañará al ver la expresión First Recording estampada en la portada de este disco dedicado<br />

a los conciertos y sinfonías para cuerda y bajo continuo de Vivaldi. Es, no obstante, rigurosa y<br />

absolutamente cierta por lo que se refiere a algunas de las obras en él recogidas: las sinfonías RV 802 o<br />

Anh. 4 y 93, por ejemplo. La primera, muy breve y denominada en la partitura anónima en que se conserva<br />

Improvisata, ha sido estudiada, fechada (hacia 1720) y autentificada por Michael Talbot, a quien su muy peculiar y<br />

libre estructura le lleva a pensar que nació para ser interpretada en algún concierto más que como introducción a<br />

una ópera. Las otras dos también son de reciente atribución, aunque en ambos casos las dudas sobre su autoría no estén plenamente<br />

despejadas (la Anh. 4 podría ser de Hasse y la Anh. 93 de Albinoni). Pero han sido incluidas en el catálogo vivaldiano, son bellas y, en<br />

cualquier caso, merecen ser conocidas. Con el resto de las obras recogidas en este disco (RV 111, 122, 135...) lo de primera grabación<br />

requiere una matización: es tal si se tiene en cuenta que está basada, mayoritariamente, en las fuentes manuscritas y en algunos casos<br />

en su más reciente edición crítica. La novedad, pues, se refiere, sobre todo, a los detalles, pero es novedad, no lo olvidemos. No debe<br />

extrañarnos el cuidado quasi-religioso con que se han seleccionado las fuentes. Fabrizio Ammetto, el director de L’Orfeo Ensemble di<br />

Spoleto, es también un esforzado musicólogo que tiene en su haber notables estudios sobre la música del siglo XVIII, uno de ellos,<br />

precisamente, sobre algunas de las obras que ahora graba. El rigor estilístico, lógicamente, está plenamente garantizado. Y también la<br />

vitalidad que imprime a las notas que interpreta.<br />

Mariano Acero Ruilópez<br />

ANTONIO VIVALDI (1678-1741): Conciertos y sinfonías para cuerdas y bajo continuo / L’Orfeo Ensemble di Spoleto. Fabrizzio Ammetto, violín y dirección (Primera grabación<br />

discográfica) / BONGIOVANNI / Ref.: GB 5620-2 (1 CD) D2

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