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Diciembre Nº 85 - Biblioteca Virtual El Dorado

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son. Las gent,es pasaban junto a la infeliz anciana, la cual parecía presu<br />

de un divino éxtasis que Interrumpia apenas para invitar al niño a que<br />

viera y paladeara como éUa aquel magnífco festín. i Ah, si a éUa le fuese<br />

dado escoger aunque fuera algo modesto, con qué ansia habria devorado<br />

hask el cristal que se oponía con su transpal'nte materialidad<br />

entre ella y aquel banquete tentador! Sus labios resecos por el viento<br />

helado cansábanse de provocar una deglusión que torturaba más su estómago<br />

vacío y su espíritu atormentábase con los pedidos lastimeros de<br />

aquella criatura que hubiese sido tan feliz con una migaja siquiera de<br />

aquello que sus ojos veían.<br />

Quién sabe cuanto tiempo duraría su éxtasis o cena mental; lo cierto<br />

es que pronto los transuentes arremolinábanse inquietantes alrededor de<br />

la pobre anciana que yacía en el suelo exánime, mientras un llanto de<br />

niño hacia pensa!. en la Navidad triste de tantos sere3 desamparadus<br />

para quienes entre esa miriada de rosas doradas que florecen en el firmamento<br />

no hay ninguna que les induzca a la esperanza que consuela<br />

o les haga concebir la ilusión de la felicidad<br />

¡Pob're abuelita, cuántos zarpazos daría el hambre en tu cuerpo senil,<br />

gastado por involuntarios silcios en ese inst.ante de contraste cruel!<br />

¡Dios sabe el drama interno que se produciría en tu espíritu ante esa<br />

representación de la opulencia en riña con tu miseria fisica!. . .<br />

Paráfrasis de la vida, la Navidad tiene recrudescencias del dolor llUmano<br />

en ese instante en que la humanidad convertida en niño siente<br />

como un soplo de calor de juventud que agita su espíritu, cuando en realidad,<br />

ante la estrella, que surge del infinito de los sig"los, son más~lensas<br />

aún las sombras milenarias que reaniman la nota triste de la miseria<br />

humana, cuando no la nostalgia de la juventud marchita o el ¡¡órdido<br />

fantasma de la muerte. Junto a la carcajada cómica de los que se<br />

sienten bañados por la luz de aquellos resplandores que Platón veia flotar<br />

en la mente de Dios, surge la mueca trágica en un sincronismo fatal<br />

que tiene los rigores de un doloroso axioma y que convida a los hombres<br />

a mediCar al calor de la lumbre, 'en el rincón hogareño, con el alma<br />

de rodilas, como en los dramas de Shakespeare, en un deseo de perfección,<br />

de humanLmo sincero que, asi como el fuego de las chimeneas<br />

que calienta en esta noche de nieve y frío en las almas el lar feliz purifca<br />

todo lo que abrasa, limpie también las pasiones humanas de vanidades<br />

ridículas y odios injustos.<br />

Festejemos la Navidad, la fiesta de nuestros hijcs, símbolo de una<br />

era mejor en que re dijera que asistimos a la purificación humana, en<br />

el Jordán de nuestros propios arrepentimientos; pero asomémonos a la<br />

ventana que da al dolor, donde una humanidad distinta a la que se .igita<br />

en nuestro medio sufre injustamente la pena inmerecida de no haber<br />

visto nunca brilar la estrella luminosa de Oriente que indicó la<br />

senda que conduce a la humilde morada del Divino Redentor!.. ,<br />

Navidad de 1228.<br />

-000-<br />

LOTERIA 37

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