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Numero 103 - Escuela de Psicología Social de Montevideo

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Director<br />

Director<br />

Román Mazzilli<br />

Secretario <strong>de</strong> redacción<br />

Walter Vargas<br />

Redacción<br />

Luis Gruss, Patricia Mercado,<br />

Denise Najmanovich,<br />

Daniel Seghezzo<br />

Administración y Publicidad<br />

María Eugenia Con<strong>de</strong>,<br />

Pablo Scarfo<br />

Colaboran en esta edición<br />

Diana Markwald, Verónica<br />

Scardamaglia, Ricardo Arias<br />

María Guidobono, Adriana Farias,<br />

Silvia Labayru, Viviana Rosenzwit,<br />

Virginia Schejter, Alicia Zappino,<br />

Marta Koltan, Florencia Ferrari,<br />

Trinidad Cocha, Juan Disante,<br />

Máximo Lameiro, Roberto Kertész<br />

Darío Miranda, Enrique Guinzberg,<br />

Marcelo Miceli.<br />

Redacción<br />

Argerich 2543 Dto. B<br />

(1417) Capital - Argentina<br />

Tel/fax: 4501-1701<br />

Publicidad: Tel: 4504-2449<br />

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Impresión:Genesis S.A.<br />

Campo Grupal es una publicación<br />

<strong>de</strong> Ediciones Presencia.<br />

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Por 11 ediciones anuales:<br />

Argentina: $ 86.-<br />

América Latina: u$s 65.-<br />

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<br />

TALLER DE RECURSOS<br />

ABIERTOS EXPRESIVOS<br />

CUERPO Y OBRA<br />

Coordinación:<br />

FABIAN MOCCIO – CLAUDIO MESTRE<br />

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El trazo singular<br />

La hospitalidad<br />

en las instituciones<br />

Diana Markwald<br />

Acerca <strong>de</strong> la hospitalidad<br />

dianamarkwald@fibertel.com.ar<br />

Seamos hospitalarios dice nuestro primer mandato social. La<br />

aparición <strong>de</strong> la palabra articulada en uno <strong>de</strong> los primeros relatos<br />

<strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte hace honor a ese mandato. Hago referencia<br />

aquí a La Odisea <strong>de</strong> Homero.<br />

Saliendo <strong>de</strong> la oscuridad, <strong>de</strong> una época <strong>de</strong> guerra y <strong>de</strong>strucción,<br />

Homero pone en el centro argumental <strong>de</strong> la Odisea la ley <strong>de</strong> hospitalidad.<br />

Consumir pan es civilizado, quién consume carne humana no ara<br />

los campos.<br />

Así, dicha ley en sí misma habla <strong>de</strong> una época en que los hombres<br />

no araban los campos y vivían como bestias.<br />

Que dicha ley figure en primer plano en el relato nos habla <strong>de</strong> la<br />

necesidad <strong>de</strong> imponerla y diferenciar ese campo bestial que arrasó<br />

con la civilización anterior y todas sus instituciones.<br />

Quizás, el retorno <strong>de</strong> esta ley como tema <strong>de</strong> mi trabajo obe<strong>de</strong>zca<br />

a la múltiple necesidad <strong>de</strong> señalar su valor en el momento presente.<br />

Los ciclos <strong>de</strong> barbarie y <strong>de</strong> civilización que se alternan en la historia<br />

<strong>de</strong> la humanidad nos han llevado a pensar también que civilización<br />

y barbarie son las dos caras que la cultura tiene. Es <strong>de</strong>cir cultura,<br />

malestar en la cultura, recuperación <strong>de</strong> lo que la cultura reprime<br />

por vía <strong>de</strong> la guerra y la <strong>de</strong>strucción.<br />

Encontramos así, razones para pensar que en el tema que nos concierne,<br />

dicha cuestión se reproduce y por las mismas razones.<br />

Que cada institución esté obligada a respetar la ley <strong>de</strong> hospitalidad<br />

supone la posibilidad <strong>de</strong> que esa institución perdure, que nuevos<br />

miembros sean albergados y hallen cierta satisfacción en ella.<br />

Si algo hay que obligar es porque también pue<strong>de</strong> no darse.<br />

Pero dón<strong>de</strong> ocurre la barbarie? Es necesaria la barbarie institucional<br />

para una nueva vuelta <strong>de</strong> tuerca civilizatoria?<br />

¿Dón<strong>de</strong> ocurre la barbarie?<br />

Si pensamos que barbarie es no respetar la ley <strong>de</strong> hospitalidad,<br />

<strong>de</strong>beríamos concluir que ella está situada, como en La Odisea, en<br />

lo que llamaremos “la cueva <strong>de</strong>l cíclope” y que toda institución<br />

tiene una.<br />

En dicha cueva, están cautivos los viajeros y la criatura <strong>de</strong> un<br />

solo ojo, que les dirige su mirada cíclopea para ver a cuál se come<br />

primero.<br />

Luego <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r algunos compañeros, Ulises encuentra la forma<br />

<strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> la encerrona trágica en la que se encuentra, apelando a<br />

lo que en él sí es un producto <strong>de</strong> la cultura: dice palabras astutas<br />

que engañan a la bestia y logra para él y sus compañeros la vía <strong>de</strong><br />

salida. Al preguntársele cómo se llama él dice “Nadie” y con esto<br />

logra <strong>de</strong>sconcertarlo.<br />

Mas allá <strong>de</strong>l valor analógico que pueda tener evocar este episodio,<br />

parece pertinente para situar realmente a la institución<br />

como el lugar que alberga tanto la cueva <strong>de</strong>l cíclope<br />

como el giro <strong>de</strong> astucia <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus integrantes.<br />

Dos fases, dos posiciones que, quiera o no la institución, forman<br />

parte <strong>de</strong>l legado <strong>de</strong> la cultura.<br />

La figura <strong>de</strong>l cíclope no es otra que la <strong>de</strong>l abuso, la <strong>de</strong> alguien<br />

aprovechándose <strong>de</strong> otro, gozándolo sin que ese otro lo consienta.<br />

Es <strong>de</strong>cir, no se trata <strong>de</strong> una satisfacción compartida.<br />

La figura <strong>de</strong> los viajeros cautivos no es otra que la <strong>de</strong> aquellos<br />

integrantes que se proponen compartir una satisfacción haciendo<br />

algo entre todos<br />

Diremos que es la voluntad individual <strong>de</strong> aprovechamiento versus<br />

el Bien Común, pero la historia no cierra tan perfectamente<br />

puesto que nada garantiza que el bien común per se, sea hospitalario<br />

para la mayoría.<br />

Cómo se podría pensar que la ley <strong>de</strong> hospitalidad se juega en una<br />

institución para cada uno <strong>de</strong> los sujetos?<br />

Creo que no podría ubicarse solamente en la realización <strong>de</strong> una<br />

tarea que al final representara el Bien Común.<br />

Deberíamos pensar si no es en el uso <strong>de</strong> la Institución,<br />

mientras se realiza la obra institucional, que po<strong>de</strong>mos encontrar<br />

una forma <strong>de</strong> satisfacción compartida que incluya la particularidad<br />

<strong>de</strong> cada uno. Esto es, un uso que incluya el rasgo propio <strong>de</strong> cada<br />

cual y no un modo <strong>de</strong> satisfacción única igual para todos. Esto va<br />

en sintonía con la propuesta <strong>de</strong> D.Winicott en Realidad y Juego<br />

cuando habla <strong>de</strong> objetos y <strong>de</strong> fenómenos transicionales y pone el<br />

acento no tanto en el objeto usado (que pue<strong>de</strong> ser el mismo para<br />

todos) sino en el uso <strong>de</strong>l objeto (que da cuenta <strong>de</strong>l rasgo singular).<br />

Pero, <strong>de</strong> qué se trata esta ley <strong>de</strong> hospitalidad que como bien <strong>de</strong>cía<br />

J.Derrida es cualquier cosa menos fácil y serena?<br />

En su libro La Hospitalidad trabaja la relación paradojal entre<br />

hospitalidad y extranjero. De la relación con el extranjero nace la<br />

hospitalidad.<br />

Lo extranjero como lo ajeno, lo otro que nos cuestiona, nos pregunta.<br />

Nos cuestiona en nuestros supuestos saberes, en nuestras<br />

certezas, en nuestras legalida<strong>de</strong>s.<br />

La pregunta es lo esencial <strong>de</strong> lo extranjero. La pregunta pue<strong>de</strong> o<br />

no ser acogida, hospedada.<br />

Pero ¿qué sentido tiene preguntar, cuestionar cuando el <strong>de</strong>stinatario<br />

<strong>de</strong> la pregunta no se dispone a aceptarla, cuando el dueño <strong>de</strong> casa<br />

no admite ser interrogado?<br />

Pero a su vez ¿qué sentido tiene ser objeto <strong>de</strong> pregunta cuando el<br />

que interroga no se apresta a su vez a ser interrogado, a firmar con<br />

su nombre la pregunta que plantea?.<br />

Ya hay aquí una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tensión propia <strong>de</strong>l concepto<br />

entre hospitalidad y hostilidad. En todo caso, en las<br />

instituciones <strong>de</strong> lo que se trataría es <strong>de</strong> reestablecer algo<br />

<strong>de</strong> esta tensión, allí don<strong>de</strong> la hostilidad ha quedado<br />

como única variante <strong>de</strong> acción y <strong>de</strong> pensamiento.<br />

Derrida muestra que la relación <strong>de</strong>l sí mismo (ipse) con el huésped<br />

es en realidad una relación <strong>de</strong> hospedaje y <strong>de</strong> <strong>de</strong>salojo constante.<br />

Es esta variación la que muchas veces está ausente o inhibida<br />

en el juego institucional<br />

Hoy por hoy tenemos muchos ejemplos <strong>de</strong> instituciones que han<br />

hecho un pasaje sutil, sin <strong>de</strong>clamarlo, <strong>de</strong>l alojamiento al <strong>de</strong>samparo:<br />

Lo familiar, lo propio, se nos vuelve ajeno<br />

También po<strong>de</strong>mos encontrar en este mundo complejo <strong>de</strong> las instituciones<br />

la misma paradoja instalada entre el a<strong>de</strong>ntro y el afuera<br />

institucional. Esto pue<strong>de</strong> verse en un Centro Abierto a la<br />

Campo Grupal / 2 El amor entra en nuestra vida por los huecos que abre la risa. Berna Wang

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