Numero 103 - Escuela de Psicología Social de Montevideo
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El trazo singular<br />
La hospitalidad<br />
en las instituciones<br />
Diana Markwald<br />
Acerca <strong>de</strong> la hospitalidad<br />
dianamarkwald@fibertel.com.ar<br />
Seamos hospitalarios dice nuestro primer mandato social. La<br />
aparición <strong>de</strong> la palabra articulada en uno <strong>de</strong> los primeros relatos<br />
<strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte hace honor a ese mandato. Hago referencia<br />
aquí a La Odisea <strong>de</strong> Homero.<br />
Saliendo <strong>de</strong> la oscuridad, <strong>de</strong> una época <strong>de</strong> guerra y <strong>de</strong>strucción,<br />
Homero pone en el centro argumental <strong>de</strong> la Odisea la ley <strong>de</strong> hospitalidad.<br />
Consumir pan es civilizado, quién consume carne humana no ara<br />
los campos.<br />
Así, dicha ley en sí misma habla <strong>de</strong> una época en que los hombres<br />
no araban los campos y vivían como bestias.<br />
Que dicha ley figure en primer plano en el relato nos habla <strong>de</strong> la<br />
necesidad <strong>de</strong> imponerla y diferenciar ese campo bestial que arrasó<br />
con la civilización anterior y todas sus instituciones.<br />
Quizás, el retorno <strong>de</strong> esta ley como tema <strong>de</strong> mi trabajo obe<strong>de</strong>zca<br />
a la múltiple necesidad <strong>de</strong> señalar su valor en el momento presente.<br />
Los ciclos <strong>de</strong> barbarie y <strong>de</strong> civilización que se alternan en la historia<br />
<strong>de</strong> la humanidad nos han llevado a pensar también que civilización<br />
y barbarie son las dos caras que la cultura tiene. Es <strong>de</strong>cir cultura,<br />
malestar en la cultura, recuperación <strong>de</strong> lo que la cultura reprime<br />
por vía <strong>de</strong> la guerra y la <strong>de</strong>strucción.<br />
Encontramos así, razones para pensar que en el tema que nos concierne,<br />
dicha cuestión se reproduce y por las mismas razones.<br />
Que cada institución esté obligada a respetar la ley <strong>de</strong> hospitalidad<br />
supone la posibilidad <strong>de</strong> que esa institución perdure, que nuevos<br />
miembros sean albergados y hallen cierta satisfacción en ella.<br />
Si algo hay que obligar es porque también pue<strong>de</strong> no darse.<br />
Pero dón<strong>de</strong> ocurre la barbarie? Es necesaria la barbarie institucional<br />
para una nueva vuelta <strong>de</strong> tuerca civilizatoria?<br />
¿Dón<strong>de</strong> ocurre la barbarie?<br />
Si pensamos que barbarie es no respetar la ley <strong>de</strong> hospitalidad,<br />
<strong>de</strong>beríamos concluir que ella está situada, como en La Odisea, en<br />
lo que llamaremos “la cueva <strong>de</strong>l cíclope” y que toda institución<br />
tiene una.<br />
En dicha cueva, están cautivos los viajeros y la criatura <strong>de</strong> un<br />
solo ojo, que les dirige su mirada cíclopea para ver a cuál se come<br />
primero.<br />
Luego <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r algunos compañeros, Ulises encuentra la forma<br />
<strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> la encerrona trágica en la que se encuentra, apelando a<br />
lo que en él sí es un producto <strong>de</strong> la cultura: dice palabras astutas<br />
que engañan a la bestia y logra para él y sus compañeros la vía <strong>de</strong><br />
salida. Al preguntársele cómo se llama él dice “Nadie” y con esto<br />
logra <strong>de</strong>sconcertarlo.<br />
Mas allá <strong>de</strong>l valor analógico que pueda tener evocar este episodio,<br />
parece pertinente para situar realmente a la institución<br />
como el lugar que alberga tanto la cueva <strong>de</strong>l cíclope<br />
como el giro <strong>de</strong> astucia <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus integrantes.<br />
Dos fases, dos posiciones que, quiera o no la institución, forman<br />
parte <strong>de</strong>l legado <strong>de</strong> la cultura.<br />
La figura <strong>de</strong>l cíclope no es otra que la <strong>de</strong>l abuso, la <strong>de</strong> alguien<br />
aprovechándose <strong>de</strong> otro, gozándolo sin que ese otro lo consienta.<br />
Es <strong>de</strong>cir, no se trata <strong>de</strong> una satisfacción compartida.<br />
La figura <strong>de</strong> los viajeros cautivos no es otra que la <strong>de</strong> aquellos<br />
integrantes que se proponen compartir una satisfacción haciendo<br />
algo entre todos<br />
Diremos que es la voluntad individual <strong>de</strong> aprovechamiento versus<br />
el Bien Común, pero la historia no cierra tan perfectamente<br />
puesto que nada garantiza que el bien común per se, sea hospitalario<br />
para la mayoría.<br />
Cómo se podría pensar que la ley <strong>de</strong> hospitalidad se juega en una<br />
institución para cada uno <strong>de</strong> los sujetos?<br />
Creo que no podría ubicarse solamente en la realización <strong>de</strong> una<br />
tarea que al final representara el Bien Común.<br />
Deberíamos pensar si no es en el uso <strong>de</strong> la Institución,<br />
mientras se realiza la obra institucional, que po<strong>de</strong>mos encontrar<br />
una forma <strong>de</strong> satisfacción compartida que incluya la particularidad<br />
<strong>de</strong> cada uno. Esto es, un uso que incluya el rasgo propio <strong>de</strong> cada<br />
cual y no un modo <strong>de</strong> satisfacción única igual para todos. Esto va<br />
en sintonía con la propuesta <strong>de</strong> D.Winicott en Realidad y Juego<br />
cuando habla <strong>de</strong> objetos y <strong>de</strong> fenómenos transicionales y pone el<br />
acento no tanto en el objeto usado (que pue<strong>de</strong> ser el mismo para<br />
todos) sino en el uso <strong>de</strong>l objeto (que da cuenta <strong>de</strong>l rasgo singular).<br />
Pero, <strong>de</strong> qué se trata esta ley <strong>de</strong> hospitalidad que como bien <strong>de</strong>cía<br />
J.Derrida es cualquier cosa menos fácil y serena?<br />
En su libro La Hospitalidad trabaja la relación paradojal entre<br />
hospitalidad y extranjero. De la relación con el extranjero nace la<br />
hospitalidad.<br />
Lo extranjero como lo ajeno, lo otro que nos cuestiona, nos pregunta.<br />
Nos cuestiona en nuestros supuestos saberes, en nuestras<br />
certezas, en nuestras legalida<strong>de</strong>s.<br />
La pregunta es lo esencial <strong>de</strong> lo extranjero. La pregunta pue<strong>de</strong> o<br />
no ser acogida, hospedada.<br />
Pero ¿qué sentido tiene preguntar, cuestionar cuando el <strong>de</strong>stinatario<br />
<strong>de</strong> la pregunta no se dispone a aceptarla, cuando el dueño <strong>de</strong> casa<br />
no admite ser interrogado?<br />
Pero a su vez ¿qué sentido tiene ser objeto <strong>de</strong> pregunta cuando el<br />
que interroga no se apresta a su vez a ser interrogado, a firmar con<br />
su nombre la pregunta que plantea?.<br />
Ya hay aquí una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tensión propia <strong>de</strong>l concepto<br />
entre hospitalidad y hostilidad. En todo caso, en las<br />
instituciones <strong>de</strong> lo que se trataría es <strong>de</strong> reestablecer algo<br />
<strong>de</strong> esta tensión, allí don<strong>de</strong> la hostilidad ha quedado<br />
como única variante <strong>de</strong> acción y <strong>de</strong> pensamiento.<br />
Derrida muestra que la relación <strong>de</strong>l sí mismo (ipse) con el huésped<br />
es en realidad una relación <strong>de</strong> hospedaje y <strong>de</strong> <strong>de</strong>salojo constante.<br />
Es esta variación la que muchas veces está ausente o inhibida<br />
en el juego institucional<br />
Hoy por hoy tenemos muchos ejemplos <strong>de</strong> instituciones que han<br />
hecho un pasaje sutil, sin <strong>de</strong>clamarlo, <strong>de</strong>l alojamiento al <strong>de</strong>samparo:<br />
Lo familiar, lo propio, se nos vuelve ajeno<br />
También po<strong>de</strong>mos encontrar en este mundo complejo <strong>de</strong> las instituciones<br />
la misma paradoja instalada entre el a<strong>de</strong>ntro y el afuera<br />
institucional. Esto pue<strong>de</strong> verse en un Centro Abierto a la<br />
Campo Grupal / 2 El amor entra en nuestra vida por los huecos que abre la risa. Berna Wang