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culturas critica de la argentina Jueves 13 de noviembre de 2008 37 cine / cRÍTicA / che, el ARgenTino el backstage de la Revolución cubana El inobjetable film de Soderbergh hace de la falta de pasión una virtud para acercarse al Che. MARIANA MACTAS Como una monografía, una prolija tesis preocupada por el rigor de cada palabra involucrada, así se construyen las imágenes de Che, el argentino. Es decir, de forma inobjetable, dada la magnitud del objeto: como si el director Steven Soderbergh se hubiera tirado a la pileta que implicaba llevar al cine una versión de la vida de Guevara con voluntad definitiva, pero lo hubiera hecho con chaleco salvavidas. Pero el suyo es un trabajo de alumno aplicado que, sin embargo, no carece de tensión: al fin y al cabo, la vida del Che no fue una vida, sino una película de acción, qué duda cabe. Lo hizo, Soderbergh, con el asesoramiento –les dio contactos, les sirvió de guía, revisó versiones del guión, corrigió, miró y acompañó– del periodista estadounidense Jon Lee Anderson, maestro de periodistas y autor de la más importante biografía sobre Guevara que se ha escrito. Sumando los textos del propio Che, el aporte de Anderson fue la brújula para Soderbergh y Benicio del Toro, el actor que motorizó el proyecto años atrás. Con El argentino parece que, por fin, el cine hace justicia con la figura de Guevara, con un film digno de la causa. Será que el personaje debió perder, con el tiempo y otros desastres, su aura de peligro contagioso para transformarse, miles de camisetas después, en uno digerible por Hollywood. Poco aparece en este film sobre el enemigo contra el que el Che luchaba o las condiciones en que vivía el pueblo cubano durante la dictadura de Batista, a las que apenas se refiere en el preámbulo, cuando Guevara conoce a un ya mítico Fidel Castro durante el exilio de éste, en México. Luego, al recortar a su Che en la Sierra Maestra, donde transcurre la mayor parte de las dos horas de metraje, sigue siendo poco lo que se ve sobre el enemigo –encarnado en soldados del ejército tan cubanos y tan pobres como los guerrilleros revolucionarios, y mucho menos convencidos. Así, parece poco lo que de este Che, el argentino puede ofender a alguien. Pero ésta no es una película de denuncia a la Oliver Stone, ni tampoco se quiso construir un panfleto político con la excusa del sujeto histórico. Che no es, en fin, una película roja, si es que la palabra tiene todavía algún sentido. Su objetivo es paradójico: en la ambiciosa propuesta de un díptico de cuatro horas sobre el ascen- so y la caída del Che –un hombre, no un símbolo, por muy raro que haya sido este hombre– el film se propone uno más modesto y, a la vez, difícil de lograr: acercarse al sujeto de su relato con todas las herramientas de la información histórica para trasladar su esencia –su respiración, jaqueada por el asma que lo atormentaba. Y llevarla al primer plano de las imágenes, sin “inventar nada” de lo expuesto, como ha contado Soderbergh. Pero claro, con un material tan cinematográfico por naturaleza, quién necesita artilugios de guión que sumen suspenso. Un tipo que dejó a sus seres queridos para irse a pelear por la justicia social sigue siendo algo tan inaprensible, tan poco de este mundo, que no hay herramientas hoy capaces de ayudar a juzgarlo. La película sale airosa de ese desafío gracias a algunas elecciones inteligentes como la de su estructura, de nuevo sobre la base de un esquema casi escolar, simple pero sólo en apariencia: la mitad en blanco y negro se enhebra con las imágenes de una entrevista concedida por Guevara en Nueva York, durante su visita a la ciudad para brindar su famoso discurso en la sede de Naciones Unidas. La otra mitad es en color y sucede unos años antes, al filo de los 70, en la Sierra Maestra. Color igual acción; y blanco y negro igual pensamien- Che, el argentino The ArgenTine (A.k.A. Che 1) esTAdos Unidos - FrAnCiA - espAñA (2008), 137’ director: steven soderbergh Con: Benicio del Toro, demian Bichir, santiago Cabrera, elvira Mínguez, Jorge perugorría, Catalina sandino Moreno. cine / cRÍTicA / el nuevo novio de mi mAmá 7 esa cosa en la que se transformó meg Ryan M. p. Antonio Banderas es Tommy, un ladrón de guante blanco pescado in fraganti robando una estatua. Meg Ryan, Martha, una mujer muy gorda y descuidada. Henry (Colin Hanks) es hijo de Martha, agente del FBI y más un padre que un hijo. Cuando el muchacho se va a trabajar a la central del organismo por tres años, a su vuelta mamá ya no es Martha sino Marty, tiene muchos kilos menos, la operada (para mal) cara de Meg Ryan y una nueva actitud que campea entre el espíritu libre y la atorrantez. Para Henry, que volvió acompañado de su novia (Selma Blair), la flamante vida de su mamá es motivo de vergüenza: a ella le encanta varearse con chicos más jóvenes que él. Hasta que en una salida de madre, hijo y nuera, conocen a Tommy. Y su- Patria o muerte. Benicio del Toro y Catalina sandino Moreno (Aleida, antes de ser guevara) en las barricadas y dispuestos a morir. to, ideología, discurso teórico. En la sierra es donde esta película, más bien fría, consigue su mayores intensidades, sumergiendo al espectador en la vida cotidiana de los combatientes con tan meticuloso detalle que cede lo previsible: los chicos ven en ese galante señor un candidato más acorde a las necesidades de la desatada Marty. Claro, Tommy es ladrón, quiere reincidir y Henry lo sabe más temprano que tarde. parece transmitir por momentos hasta los olores y dolores de esa vida salvaje, llena de privación e incomodidad, animada sólo por un sueño de cambio. Como en una versión guerrillera de Lost, el Che y su gente caminan exhaustos por las montañas interminables y llenas de peligros hasta que emergen, sucios y lastimados, a la luz de Santa Clara, preludio del triunfo final. Es cierto que Benicio del Toro disfruta, a todas luces, de esta suerte de one man show, armando a su Che a través de grandes discursos pero también de gestos nimios. En la Sierra Maestra, es Sin química. Colin hanks, su novia selma Blair, mamá Meg ryan y su novio, Banderas. Comienza una investigación, que incluye escuchas de Tommy y de Marty, y eso hace recostar la trama en la pareja de veteranos. Hasta allí el film se movía como una comedia casi amable, con Hanks un gran disciplinador, es capaz de fusilar a los traidores sin más miramientos que el de un último trago de ron. Pero también un hombre honesto e interesado –profundamente, de veras, sin público ni, por tanto, demagogia– en la gente. Primero como médico, después como comandante revolucionario. Siempre con ganas de escuchar sus historias y un reflejo casi involuntario por sentir su sufrimiento. No hay discurso ni reducción a póster ni sistema político capaz de hacer que ese interés por el otro pierda, alguna vez, ni una pizca de su poderoso, peligroso sentido. l 5 El nuevo novio de mi mamá My MoM’s new BoyFriend UsA, 2008, 97’ director: george gallo Con: Meg ryan, Antonio Banderas, Colin hanks, selma Blair. como máximo atractivo. Sin química alguna entre Banderas y Ryan (es increíble a qué tipo de actriz ha quedado ella reducida; de él mejor ni hablar), el director y autor del guión, que apuesta a ellos, pierde la oportunidad con los personajes menores, más interesantes. Ya había elegido contarle casi todo al espectador antes de que lo supieran los personajes sin tener el más mínimo timing para la sorpresa. En Estados Unidos salió directo a video. Después de verla, es fácil adivinar por qué. l
38 critica de la argentina Jueves 13 de noviembre de 2008 DIRECTORA Y ACTRIZ Sarah Polley todo terreno En una charla abierta la canadiense dió una lección de cómo pasar de la gran producción al film independiente. LEONARDO M. D’ESPÓSITO Integrante del jurado, actriz y directora, Sarah Polley dio sólo una charla abierta durante su visita a Mar del Plata. Protagonista de Mi vida sin mí y realizadora de Lejos de ella, habló de su trabajo delante y detrás de las cámaras: “Creo –dijo– que es muy importante la interacción entre la dirección y la actuación. Muchos cineastas a veces no tienen la oportunidad de ver cómo funcionan ambas, pero otras veces también es cierto que la ignorancia es una bendición; a veces poder estar de ambos la- dos me vuelve demasiado autocrítica. Aunque mi experiencia como actriz es una ayuda, a veces soy demasiado consciente de que una indicación de más puede arruinar el trabajo del actor”. La lección de Polley –pequeña, frágil, segura de lo que dice– abordó también su experiencia tanto en grandes blockbusters (era la nenita de Las aventuras del barón Münchausen) como en pequeñas producciones independientes (como la poco conocida pero brillante Last Night, de Don MacKellar). “Elijo las películas de acuerdo con lo que veo, y no suelo ver cine de Hollywood. De culturas Pequeña, frágil y segura. La directora y actriz que integra el jurado del festival. todas maneras, creo que el dinero es lo de menos; se pueden hacer muy buenas películas también con grandes presupuestos, como lo demuestra Terrence Malick (La delgada línea roja). Es importante que una película me conmueva como persona, y eso puede pasar con el cine independiente o con las grandes producciones.” La charla de Polley fue coordinada por Rubén Guzmán, cuya obra es justamente lo mejor a descubrir en la muestra. Videasta experimental que vivió años en Canadá, presentó una retrospectiva y su nuevo trabajo, Óxido, un film que muestra el trabajo de gente de Prefectura que rescata barcos hundidos en el puerto de Mar del Plata. Bello, impactante, es una muestra de lo que se puede hacer con imaginación y poder de observación. Por otra parte, las calles de Mar del Plata viven un clima diferente al de un festival de cine habitual. Pasan dos cosas: por un lado, la expectativa por la final de la Copa Davis. Por otro, los Juegos Deportivos Bonaerenses, que reúnen hordas de adolescentes en las calles a cualquier hora. El Festival parece un poco en segundo plano. No se ve, como otros años, presencia de grandes espónsores, y quedó flotando la sensación de que lo único que realmente importaba era la presencia de la Presidenta en el escenario de la inauguración y nada más. En estos días, José Martínez Suárez y su director artístico, Fernando Martín Peña, también tuvieron que lidiar con toda clase de imprevistos, cortes de films y problemas de pago. Un rumor que crece es que éste es el último Mar del Plata, algo que se dice, de todas maneras, todos los años. Sin embargo, y aunque el boca a boca comenzó a llenar algunas salas, la sensación reinante es que el rumor será noticia. O profecía autocumplida.
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