El País
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Educando a Binner<br />
mí, Binner se murió. Me da mucha<br />
pena.<br />
-Para<br />
<strong>El</strong> domingo pasado, en su programa<br />
de radio, el profesor Mariano Grondona manifestó<br />
su indignación sin ambages. <strong>El</strong> tono y el contenido<br />
de sus frases sonaron más cerca del despecho que<br />
del análisis político. Estaba indignado. No podía<br />
aceptar que los diez diputados del Partido Socialista<br />
hubiesen votado a favor de la estatización de las AFJP.<br />
–Pesó mucho lo ideológico, yo esperaba otra cosa –se lamentó.<br />
Para el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, las palabras<br />
admonitorias lanzadas por una de las voces más destacadas<br />
del establishment deberían sonar como una música<br />
dulce. Binner es un convencido de la imprescindible participación<br />
del Estado en la regulación del sistema previsional.<br />
Cuando fue diputado, presentó proyectos en ese sentido y,<br />
cuando fue intendente de Rosario, en pleno furor privatista<br />
de los 90, mantuvo el Banco Municipal –tengo entendido<br />
que es el único que queda– y el Instituto Municipal de<br />
Previsión Social. Pero además, sus<br />
posiciones políticas tienen el corsé<br />
ideológico de un partido centenario<br />
que considera al Estado como el árbitro<br />
de la vida económica y social.<br />
–En cambio, en el cuadro de honor<br />
hay que colocar a <strong>El</strong>isa Carrió y<br />
al radicalismo –agregó en su comentario<br />
editorial.<br />
Lo que no dijo el profesor Grondona<br />
es que, más allá de los razonables<br />
cuestionamientos sobre el<br />
destino de lo fondos y de las dudas<br />
que genera que esa masa de dinero<br />
sea administrada por personajes tan<br />
cuestionados como Julio De Vido,<br />
tanto la UCR como la Coalición<br />
Cívica dejaron en claro que están<br />
a favor del fin de la administración<br />
privada de las jubilaciones.<br />
Si el gobierno de Cristina Kirchner<br />
hubiese tenido la lucidez y la generosidad políticas de<br />
establecer mecanismos más férreos de control sobre el dinero<br />
de los jubilados, tal vez el Congreso hubiese podido<br />
consensuar una ley. Pero el apuro y la improvisación que<br />
acompañaron la medida lo impidieron.<br />
Las AFJP son indefendibles. Ni los diputados del PRO<br />
argumentaron con demasiada convicción en su defensa.<br />
Los privados administraron durante estos 14 años la plata<br />
de los jubilados: lo hicieron mal y a un costo altísimo para<br />
los ciudadanos.<br />
–Entre el prescindente Reutemann y el prescindente<br />
Binner, me quedo con Reutemann –pontificó el doctor.<br />
La elección no debería sorprender a nadie. <strong>El</strong> ex piloto de<br />
Director: Jorge Lanata / Redacción: Maipú 271. Ciudad Autónoma de<br />
Buenos Aires. Tel.: 5300-4200 / Mail: info@criticadigital.com / Crítica de<br />
la Argentina es una publicación de Papel 2.0 S.A. Presidenta: Dra. Vanesa<br />
Pinedo / ISSN 1851-6378 / Registro de la propiedad intelectual Nº 645904.<br />
reynaldo<br />
sietecase<br />
Fórmula Uno llegó a la política gracias al impulso<br />
de Carlos Menem y, en términos políticos y económicos,<br />
fue un alumno aplicado. Grondona, junto<br />
a otros colegas, brindó el paraguas mediático que<br />
le permitió al riojano rematar el patrimonio nacional<br />
casi sin resistencia.<br />
–Estoy leyendo un libro sobre Rosas –se extendió<br />
Grondona–, y allí se ve el papel que cumplió en<br />
esa época Estanislao López. <strong>El</strong> caudillo de Santa Fe siempre<br />
fue prescindente y resultó funcional al poder central. Distinto<br />
fue lo que hizo Urquiza, quien terminó enfrentando<br />
a Rosas.<br />
La clase de historia tuvo una conclusión obvia: Binner<br />
es como el brigadier López. Es más, Reutemann es como<br />
López. Y aunque ninguno se ponga el traje de Urquiza, de<br />
los dos, mejor el Lole.<br />
Más allá del pretendido carácter rector de los dichos de<br />
Grondona –por otro lado, fiel a sus convicciones– y de la<br />
supuesta incorrección de los socialistas que no votaron<br />
junto a la oposición sino con el oficialismo, lo relevante es<br />
comprender cuál es la discusión de<br />
fondo. <strong>El</strong> tema es ¿para qué sirve<br />
el Estado? La respuesta de Grondona<br />
es simple: para nada. Se trata<br />
de una falacia pero abonada con<br />
cuotas de verdad. En todo caso, lo<br />
que no sirve es este Estado, porque<br />
quienes lo manejan desde hace dos<br />
décadas lo han convertido en un<br />
gigante tonto, ineficaz y fácil de<br />
robar.<br />
Martín Caparrós lo escribió en<br />
este diario: “La Argentina necesita<br />
más Estado pero no parece que sea<br />
éste –más de éste no es una solución,<br />
es una pesadilla”. Cada uno<br />
de los lectores podría aportar su<br />
cuota de frustración. Un Estado<br />
que subsidia a los empresarios sin<br />
saber cuáles son sus costos reales,<br />
un Estado que dilapida recursos o<br />
los desvía para aceitar la red de control político del Gobierno,<br />
un Estado que, en el tema de los menores que delinquen,<br />
en Buenos Aires hace veinte años que no construye<br />
un instituto para alojarlos, un Estado que tolera que miles<br />
de chicos no estudien ni trabajen, un Estado que como única<br />
respuesta a la marginalidad y la violencia en Fuerte Apache<br />
manda a la Gendarmería, claro que no sirve.<br />
<strong>El</strong> desafío de los dirigentes honestos es reconstruir el<br />
Estado como herramienta clave para avanzar hacia una<br />
sociedad más justa. Reconstruirlo es hacerlo más eficiente<br />
y menos vulnerable a la rapiña.<br />
En ese camino, mejor que Grondona diga que estás<br />
muerto. l<br />
Mujeres<br />
Washington cucurto<br />
¡<br />
Viva el sol! ¡Viva el sol! Al fin llegaron los cuarenta<br />
grados de calor llenos de humedad, de tufos y<br />
vapores y delicados desodorantes Rexona de las chicas<br />
que van a las clases del Centro Cultural Rojas. ¡Qué<br />
lindas son las chicas del Rojas, por favor! Mujeres<br />
bellas hay en todas partes, pero como las chicas del<br />
Rojas que estudian poesía, guión de cine y serigrafía<br />
no hay, ni hubo, ni habrán. A todas ellas habría que<br />
designarlas ciudadanas ilustres de Buenos Aires. ¡Qué<br />
Juan Gelman ni Kusturica! A estas féminas habría que<br />
darles un subsidio por embellecer la ciudad y sobretodo<br />
pa’que no se las piquen con un gringo aguachento<br />
con plata, de esos que hablan castellano sin verbos,<br />
sin flores, sin palabras. ¡Esos alemanuchos, suecos y<br />
franceses de cuarta que tienen el chamuyo del euro!<br />
Esta croniquita atolondrada está dedicada a todos<br />
esos viejos verdes que dicen que la juventud está<br />
perdida, que todo es paco, cerveza, coca (cola)<br />
y cumbia. ¡Viva el sol, jefe del amor, máster de la<br />
excitación sexual! Hoy me enamoré de una chica del<br />
Rojas y no tengo el menor empacho en decirlo, mientras<br />
los mozos sacaban las mesitas a la vereda; y el bombón<br />
helado hacían estragos en la boca sin dientes de<br />
los tacheros de esta ciudad preciosa; ¡viva el sol! En<br />
Medrano del Subte, qué espectáculo, señores, viajar<br />
todos apretaditos y zas, se me ubicó adelante una<br />
señora rubia de unos 60 años, con carpeta y enterito<br />
florido, más linda que una chica de 17; se me instaló<br />
adelante sin disimulo y yo no me corrí, la dejé hacer,<br />
a veces es mejor no dar un paso para atrás... Y ahí<br />
me quedé soldadito y frugal, como quien no quiere el<br />
cambio, sintiendo el olorcito de su pelo recién mojado,<br />
Pantene, el mismo que usa mi hija. Y se bajó en Pasteur<br />
y se metió al Rojas, yo me hice caspa para volar a su<br />
pelo; me hice toldito del kiosco de su alma sedienta;<br />
sombra urbana, ombú de piedra; gomero de plástico<br />
para este calor infernal en el cual quisiera morirme<br />
si no fuera porque Dios hizo la tierra caliente para<br />
los negros y las cobijas para los blancos; pero justo<br />
se me cruzó una turista, ¡viva el sol!, y me recibí de<br />
baboso con ganas de invitarla a tomar un cucurucho<br />
washingtoniano de chocolate.