Urbanismo - Aparejadores de Madrid

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Galería de Aparejadores
Rodríguez Ginestal hojea la monografía que en su día editó el Instituto Eduardo Torroja sobre
la construcción de la nueva nave de ensayos, en la que participó.
en once horas consecutivas”.
Simultaneándola con su labor
de Jefe de Obras y Conservación
del Instituto, Carlos Rodríguez
se ocupó de la organización
protocolaria de los numerosos
congresos y seminarios
que tuvieron como marco de
celebración el Instituto.
Y en los tres años previos a su
jubilación, Rodríguez Ginestal
estuvo al frente de un departamento
encargado de la recepción
y puesta en marcha de las
solicitudes de los ensayos requeridos
al Instituto.
Y esto sería todo en la actividad
profesional de Rodríguez Ginestal,
si no fuera porque (recuérdese)
su hermano arquitecto
había sido quien le incitó a
cursar Aparejadores, y como es
lógico le integró en su estudio
ya desde antes de acabar la carrera.
Con él estuvo al frente de
numerosas obras de edificación
y rehabilitación de viviendas,
muchas de ellas de cierta entidad
constructiva, aunque no
fueran relevantes desde el punto
de vista del diseño. “En los
años 50 participamos en la labor
de reconstrucción y construcción
propia de esa época,
en los barrios de Paseo de Extremadura,
Carabanchel, Usera,
Vallecas y Hortaleza”. Pero en
conjunto integraron una densa
actividad profesional como
aparejador, tal como evidencia
el hecho de que el Colegio de
Aparejadores de Madrid tiene
registrados nada menos que setecientos
dieciocho expedientes
de obra a nombre de Rodríguez
Ginestal, hasta el año 1979.
“Fueron trabajos muy variados,
e iban desde arreglar la fachada
de un bar, cambiar de sitio la
escalera en un restaurante, edi-
ficios de vivienda múltiple de
varias plantas (en la calle Pedro
Laborde, en el Alto de Palomeras,
en Vallecas, hicimos el primer
edificio de varias alturas
que se construyó en la zona,
con doce plantas y estructura
de hormigón)”.
Estuvo casado durante 53 años
con María Dolores Cobo Borrell,
con la que viajó mucho
por España. Tras el fallecimiento
de la misma, Rodríguez
Ginestal se ha centrado en alguna
afición, como la realización
de puzzles, los largos paseos
por Madrid, y especialmente
en su gran gusto por la
lectura. Ha tenido tres hijos,
Carlos, Fernando y Javier. El
mayor de ellos es arquitecto
técnico, el segundo ingeniero
de Caminos, y el tercero se dedica
a la informática como autónomo.
Precisamente ese componente
que constituye el dibujo y el
cálculo a través de los ordenadores
es la principal diferencia
que aprecia Carlos Rodríguez
Ginestal en el ejercicio de la
profesión entre su etapa activa
y la actualidad. “Aquello era
más artesanal. Y además no
existían una serie de instalaciones
que hoy resultan casi obligadas.
Ahora es todo más complicado
y diverso”. Por eso, y
de forma coherente en alguien
que también ha tenido actividad
docente, su consejo a las
nuevas generaciones de profesionales
es, simplemente, “que
estudien, entendiendo por estudiar
no sólamente haber entendido
algo, sino haberlo rememorado
repetidamente, y a ser
posible practicado”.