Urbanismo - Aparejadores de Madrid

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Gestión
vamente técnica, pero sus efectos son conocidos. Como lo que pide el
RD 1627 es sobre todo un nuevo documento de proyecto, el resultado
es exclusivamente un nuevo documento del proyecto. Este documento
se realiza mediante un proceso acrítico de copiar y pegar, con
el objetivo de producir un gran número de páginas a la defensiva, quedando
a salvo la responsabilidad del proyectista a base de fijar con todo
detalle unas especificaciones de productos y de condiciones de ejecución
a menudo inviables. Cualquier incidencia que ocurra en la obra
es culpa de otros, puesto que en la memoria de seguridad figura un
procedimiento que no se ha seguido.
¿Dónde está el error? Si los redactores del RD 1627 hubieran conocido
la metodología de una norma ISO, se habrían preocupado del proceso
completo, dándose cuenta de que no es suficiente con escribir,
sino que hay que controlar, registrar y actuar.
Desde ese punto de vista, lo que el RD propone se limita, en la terminología
de las normas ISO, a los procedimientos o textos de buenas
prácticas, pero se olvida de políticas, objetivos, criterios, seguimiento,
comunicación, auditoría y, en general, de la mejora continua.
En definitiva, el RD da lugar a una memoria, un pliego de condiciones
y un presupuesto, con sus mediciones, e incluso unos planos, pero no
exige un sistema de control que promueva la implantación real en la
obra. La normativa posterior corrige en parte este desenfoque, pero
sigue sin tener una visión de conjunto, de tal forma que utiliza los términos
sin precisión, como "seguimiento", y desaprovecha el enorme
potencial de referirse a una metodología que ya existe.
Cuando aparece la preocupación posterior sobre la calidad, que se
concentra fundamentalmente en el Código Técnico de la Edificación, el
punto de vista de los legisladores es distinto. La Ley de Ordenación de
la Edificación, que ha definido los perfiles y las responsabilidades de
los agentes, representa un cambio muy importante, al establecer ga-