Historia y Arte del Convento de San Gil - Cortes de Castilla-La ...
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Eurofoto<br />
Co r t e s d e <strong>Castilla</strong>-la Ma n C h a<br />
Juan Bautista Monegro, arquitecto y maestro mayor <strong>de</strong> la catedral, natural <strong>de</strong> Toledo, fue el autor <strong>de</strong> las trazas <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
convento.<br />
<strong>La</strong>s diferencias existían y radicaban, básicamente, en el proceso formativo<br />
y en el propio entorno en el que trabajaban, pues, como veremos, la consi<strong>de</strong>ración<br />
y titulación no era la misma cuando se estaba vinculado al círculo cortesano<br />
que cuando se era ajeno a él. ¿<strong>La</strong> Corte y los <strong>de</strong>más?, aunque sea simplificar en<br />
exceso, era algo así.<br />
Los nombres <strong>de</strong> los diversos artistas que intervinieron en la construcción<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> edificio <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Gil</strong> nos son conocidos gracias al estudio <strong>de</strong> F. Marías.<br />
Así, sabemos que formando parte <strong>de</strong> aquella comisión encargada <strong>de</strong> informar<br />
sobre la justicia <strong><strong>de</strong>l</strong> cambio <strong>de</strong> los monjes estaban los que serían los responsables<br />
directos:<br />
30<br />
… se reunieron Juan Bautista Monegro, criado <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey y maestro catedralicio,<br />
los alarifes Juan <strong>de</strong> Orduña y Mateo Sánchez y el maestro Juan Martínez<br />
<strong>de</strong> Encabo…<br />
En estas líneas, pues, se manejan <strong>de</strong>terminados adjetivos, que adquieren el rasgo<br />
<strong>de</strong> categorías, insistiendo en la complejidad gremial que ro<strong>de</strong>a el entorno social<br />
y cuyo alcance y significado intentaremos aclarar.<br />
historia d e u n edifiCio, iM a g e n d e u n a C i u da d<br />
… Juan Bautista Monegro, criado <strong><strong>de</strong>l</strong> Rey y maestro catedralicio<br />
Esto es lo que se dice <strong>de</strong> Juan Bautista Monegro (hacia 1541-1621), quien a todas<br />
luces ha pasado a la historia <strong><strong>de</strong>l</strong> arte por ser arquitecto. En el siglo XVI y todavía<br />
muy entrado <strong><strong>de</strong>l</strong> XVII, este término encerraba distintos significados. Hacia la mitad<br />
<strong>de</strong> la centuria y en medios artesanos, el “architeto” –así escrito– era el que hacía<br />
retablos, el retablista, cuya labor consistía en dar las trazas –el diseño–, esculpir y<br />
ensamblar las piezas y cuerpos que componían la estructura. Por otra parte, y en<br />
ambientes teóricos y humanistas, el arquitecto, <strong>de</strong>nominado con esta grafía, tenía un<br />
significado más próximo al que tiene en nuestros días. Era el hombre instruido en el<br />
sentido más vitruviano <strong>de</strong> la palabra, un profundo erudito para quien es preciso “el<br />
dominio <strong>de</strong> las más altas disciplinas… (entre las que) estrictamente necesarias, son la<br />
pintura y la matemática…”. <strong>La</strong> función <strong><strong>de</strong>l</strong> arquitecto era, por tanto, la <strong>de</strong> proyectar,<br />
acto equivalente a i<strong>de</strong>ar o pensar. El trazaba y dirigía la obra, pero mientras que la<br />
“i<strong>de</strong>a” era <strong>de</strong> su incumbencia, la ejecución propiamente dicha no, lo que implicaba<br />
una clara y distintiva función intelectual y, en consecuencia, una pertenencia al ars<br />
liberal. Esta categoría <strong>de</strong> la arquitectura como actividad liberal era importantísima en<br />
la España mo<strong>de</strong>rna <strong>de</strong> cara a la categoría y posición social, claramente por encima<br />
<strong>de</strong> las activida<strong>de</strong>s mecánicas, aquellas que sólo acarreaban un trabajo manual, no<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> intelecto. Por ejemplo, mientras que el arquitecto era un profesional liberal, el<br />
pintor estaba consi<strong>de</strong>rado –para gran indignación <strong>de</strong> El Greco o <strong>de</strong> Velázquez, años<br />
<strong>de</strong>spúes– como un artesano, lo que comportaba una carencia insalvable <strong>de</strong> privilegios<br />
y exenciones que sí gozaban los primeros.<br />
Pero el título <strong>de</strong> arquitecto así entendido, a la manera <strong>de</strong> la teoría italiana, únicamente<br />
fue usado en el ambiente <strong>de</strong> la Corte. Martín González nos recuerda que<br />
transcurría el año <strong>de</strong> 1552 cuando el entonces príncipe Felipe autorizaba a Francisco<br />
Villalpando, “geómetra y arquitecto, vecino <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Toledo”, a editar el Tratado<br />
<strong>de</strong> Serlio. Junto con Francisco Villalpando, recibieron este título en el siglo XVI<br />
sólo dos hombres más, Juan Bautista <strong>de</strong> Toledo y Juan <strong>de</strong> Herrera, ambos arquitectos<br />
<strong>de</strong> El Escorial. A pesar <strong>de</strong> ello, nunca se les permitió usar el “Don”, lo que revela su<br />
posición en la escala social.<br />
Al margen <strong><strong>de</strong>l</strong> culto ámbito cortesano, las cosas funcionan <strong>de</strong> distinta manera.<br />
Así, es lógico que para <strong>de</strong>nominar a Juan Bautista Monegro no se utilice el término<br />
<strong>de</strong> arquitecto sino el <strong>de</strong> “maestro”. A todos los efectos el maestro era lo mismo que<br />
el arquitecto, es <strong>de</strong>cir, quien daba las trazas, quien dirigía y quien asistía la obra. Lo<br />
que ocurre es que, fuera <strong><strong>de</strong>l</strong> círculo real, tanto la Catedral como el Ayuntamiento,<br />
no sólo en Toledo sino en todas las ciuda<strong>de</strong>s españolas, siguen manteniendo las <strong>de</strong>nominaciones<br />
tradicionales heredadas <strong>de</strong> los usos <strong>de</strong> la Edad Media. De este modo,<br />
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