Historia y Arte del Convento de San Gil - Cortes de Castilla-La ...

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Co r t e s d e Castilla-la Ma n C h a
suelen ser de líneas muy puras, más bien herrerianas, y sobre la blancura de los paramentos
destacan los altares o retablos dorados que producen un gran efecto.
A este grupo de iglesias pertenece la del convento de San Gil.
1. Descripción del edificio
La construcción se compone fundamentalmente de dos partes: la iglesia que
queda a un costado y que descubre la fachada principal y una fachada de costado
a la calle del Calvario; y el convento, que se adosa a la propia iglesia por el lado
de poniente, es decir, por el flanco de la iglesia que corresponde, litúrgicamente, al
costado de la Epístola.
El edificio conventual está formado por un cuerpo sensiblemente rectangular
con un patio o claustro en el centro que sirve para comunicar todas las dependencias.
Dada la topografía del terreno, el nivel de la calle del Calvario queda a mayor
altura que el de la fachada de poniente del conventual.
La nave de la iglesia se adosa al edificio por su cara Este, mientras que su fachada Oeste exhibe lo que fueron las
ventanas de las antiguas celdas monacales.
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re s ta u r a C i ó n pa r a sede pa r l a M e n ta r i a
Por lo tanto, el pavimento de la iglesia está más alto que algunos de los pisos
del cuerpo del convento. Este último tiene cuatro plantas, dos de ellas por debajo del
pavimento de la iglesia y dos por encima. A esta estructura básica se añadió luego un
cuerpo perpendicular en dirección Este-Oeste, de inferior calidad en cuanto a construcción
y que, evidentemente, debe ser un añadido posterior. Tiene menor altura,
pues sólo alcanza tres plantas.
La iglesia no cabe duda que es, por todos conceptos, lo más importante de esta
construcción y, al mismo tiempo, lo más digno de destacarse arquitectónicamente. Es
muy sencilla, tiene una sola nave sin capillas, un crucero, que sólo se distingue por la
mayor elevación y porque está coronado por una simple cúpula, y un presbiterio de
traza muy original con dos espacios laterales separados por arcos que, en cierto modo,
son como capillas. Las proporciones de la nave son acertadísimas y las superficies
están animadas por pilastras pareadas de poco relieve, con capiteles muy sobrios que
responden al orden herreriano que se ha solido llamar “orden arquitrabado”. Estas
pilastras terminan en una airosa cornisa, de la cual arranca una bóveda de cañón de
medio punto donde se prolongan, como arcos fajones, las pilastras pareadas de la
nave, formándose entre ellas simples recuadros.
La cúpula no tiene cuerpo de luces, es una cúpula sin tambor que arranca de
las pechinas que forman el tránsito entre la planta cuadrada del crucero y la planta
circular del arranque de la cúpula. Esta es semiesférica y está decorada por medio de
nervios radiales y recuadros. Tampoco se manifiesta al exterior, pues queda alojada
en un cuerpo cúbico por un tejado en forma de pabellón a cuatro aguas. La belleza
interior de esta iglesia reside en lo acertado de sus proporciones, en la sobriedad de
su ornamentación y en lo apropiado de sus molduras.
Desconocemos el estado de la iglesia con anterioridad a las múltiples transformaciones
sufridas. Posiblemente tendría un importante retablo, el de Felipe Martín,
en el testero de su capilla mayor, que sería el que atrajera las miradas como foco
de convergencia. Todo esto, como otros elementos del ajuar de la vieja iglesia, ha
desaparecido.
El exterior del tempo es de una gran sencillez, como ya hemos tenido ocasión
de decir. Se caracteriza por la calidad de sus fábricas, por el buen orden de la
construcción aparejada toledana en la que intervienen el ladrillo y la mampostería
irregular entre las cintas o hiladas horizontales. También hemos dado a entender que
las cornisas, tanto de la nave como del cuerpo cúbico que envuelve a la cúpula, son
un rasgo muy importante y definitorio. Su construcción, típica de la época, se basa
en el manejo del ladrillo aplantillado.
La zona conventual tiene las mismas características, en cuanto a construcción,
que la propia iglesia, pero carece de las importantes cornisas de aquella. Acaso lo
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