Historia y Arte del Convento de San Gil - Cortes de Castilla-La ...

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Co r t e s d e Castilla-la Ma n C h a
de la urbe. Todos coinciden, además, en desterrar la tradicional creencia dada por
Francisco de Pisa en la que se habla de una decadencia prematura a raíz del traslado
definitivo de la Corte a Madrid, acaecido en 1561. Al contrario, la nueva imagen de
Toledo durante esta segunda mitad del Quinientos es tal y como nos la muestra en
su “Vista” Antón Van der Wyngaerde, quien la visitó en 1563. Una ciudad sin duda
favorecida, pero no idealizada, que no renuncia ni a la visión monumental ni a la
exactitud tipográfica, que crece y se extiende fuera de sus murallas.
El convento de San Gil es exponente de cómo al cambiar Toledo la capitalidad política por la religiosa en
1561, se convirtió en territorio abundante de conventos y monasterios.
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A finales del siglo XVI Toledo era una de las más grandes ciudades españolas.
(Grabado de Joris Hoefnagel. Toledo. Siglo XVI.)
historia d e u n edifiCio, iM a g e n d e u n a C i u da d
Tal y como aseguran las crónicas, era una ciudad cosmopolita y, según las
estadísticas, en 1571 Toledo tenía más de 60.000 habitantes, está por delante de
Granada, otro de los centros emblemáticos y, es después de Sevilla una de las más
grandes ciudades españolas, para quienes estos años, en general, constituyeron un
verdadero Siglo de Oro. Por tanto, y aunque ya suficientemente sabido, cabe recordar
que a lo largo de estas décadas Toledo mantuvo la esperanza del retorno de la
Corte. Richar L. Kagan puntualizaba en su momento que las relaciones de la ciudad
con aquélla fueron del todo ambivalentes. Es decir, que si por un lado se benefició
de la presencia del Rey, con lo que ello conlleva, por otro hay suficientes testimonios
de las quejas de los vecinos y del propio Ayuntamiento por lo incómodo y caro que
se estaba volviendo vivir en la ciudad.
Pese a ello, la nostalgia por recuperar el título de “Ciudad Imperial” hizo que
se acometieran importantes reformas urbanas destinadas a mejorar y acomodar la
vida de los conciudadanos. Bajo el impulso del Ayuntamiento, que invita a los vecinos
a mejorar y adornar sus casas, prevalece la vieja idea imperial de Toledo como
“Roma triunfante”. Así, entran en vigencia las teorías urbanísticas italianas del Renacimiento,
encaminadas a abrir los espacios urbanos. Se contaba con el precedente
inmediato desarrollado por Alonso de Covarrubias en torno a la Puerta de Bisagra y
el Hospital Tavera. Ahora, las intervenciones se plantean dentro de las propias murallas
de la ciudad. Desde medidas de seguridad e higiénicas –prohibición de los cobertizos,
inseguros y peligrosos, y la ordenación de basureros, entre otras muchas– a
las reformas de las tres plazas más interesantes de Toledo que se acometen en estas
décadas de la mitad del Quinientos: la plaza de Zocodover, la del Ayuntamiento y la
plaza Mayor son objeto de este nuevo interés urbanístico. Dichas intervenciones es-
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