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MAYOMBE - Marxistarkiv

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– Nos interrogaron – Dijo el Mecánico – Nos hicieron muchas preguntas. Cuántos<br />

guerrilleros eran. Cómo era el jefe, adónde fueron, qué era lo que nos decían, qué era lo<br />

que comían, qué tipo de armamento tenían... Nos mostraron fotografias, preguntado si<br />

ustedes eran algunos de los que estaban en esas fotos. ¡Ninguno era! Se quedaron<br />

disgustados. Especialmente con lo de las minas. Nos decían que nosotros sabíamos lo de<br />

las minas y no dijimos nada. Pero nosotros no sabíamos. Ellos están muy enojados, hasta<br />

pusieron uno de la policía secreta en la aldea.<br />

– ¿Ustedes saben quién es…?<br />

– Si que lo sabemos, él es de la policía secreta, de la PIDE 11 , es por eso que es peligroso que<br />

ustedes volvieran.<br />

– Bueno, ya nos estamos yendo – Dijo Luchamos.<br />

Surgieron voces en el camino. Esperaron que los pasos se apartaran y se despidieron de los<br />

trabajadores. Estos se aproximaron cautelosamente al camino, espiaron hacia los dos lados y<br />

no viendo a nadie se internaron en él. Los guerrilleros los habían seguido para comprobar si<br />

efectivamente seguían hacía su trabajo o si volvían a la aldea. Esperaron algunos minutos<br />

más, con los nervios tensos, pero los trabajadores no los traicionaron. Tranquilizados se<br />

sumergieron en la espesura.<br />

Cuando llegaron al lugar de encuentro, los camaradas estaban despiertos.<br />

– ¿Y cómo fue? – Preguntó Sin Miedo.<br />

– ¡Fue todo bien! Lo encontramos sin problemas. Nos dio el dinero como colaboración al<br />

MPLA.<br />

La carcajada de Sin Miedo retumbó imprudentemente, podía ser oída desde lejos. Pero el<br />

Comandante no se pudo contener.<br />

– Realmente… venir de tan lejos, arriesgar tanto para que el dinero continue con nosotros,<br />

en nuestros bolsillos.<br />

– Pero era lo que se debía hacer. – Dijo el Comisario un poco avergonzado.<br />

– Ya lo sé, ya lo sé. Pero no deja de ser un poco cómico.<br />

Partieron apresuradamente, intentando apartarse de la zona de peligro. El almuerzo consistió<br />

en los restos de sardina en lata, que los detuvo solamente diez minutos. Prosiguieron la<br />

marcha a corto camino, sin preocuparse por las huellas que podían ir dejando. La noche los<br />

encontró en la marcha, pero decidieron seguir marchando, ansiosos de dormir bajo techo y<br />

poder comer algo caliente.<br />

La oscuridad y el barro provocaron innunerables caídas. Si no fuera por el sentido de<br />

orientación de Luchamos se habrían perdido mil veces en las curvas del río Lombe. La fatiga,<br />

los dolores, el hambre, habían desaparecido, eran máquinas hechas para andar. A eso de las<br />

diez de la noche llegaron a la Base. Habían marchado dieciseis horas seguidas.<br />

Antes de saludar a alguien, Sin Miedo pidió un cigarrillo y lo fumó integramente, recostado<br />

contra un árbol, mientras oía al Comisario narrar a los otros las peripecias de la misión. Sólo<br />

cuando terminó su cigarrillo, sintiendo los dedos quemados fue que Sin Miedo se dio cuenta<br />

que aún tenía la mochila en la espalda. Fue entonces a calentar agua para hacerse un café y<br />

fumar otro cigarrillo, ya que para comer, tenía la noche entera.<br />

11 PIDE: Policía Secreta Portuguesa.<br />

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