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MAYOMBE - Marxistarkiv

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La culpa tampoco es tuya. Tú tomas este hecho como una ofensa personal, porque eres el<br />

Comisario, el responsable de la formación política. No puedes hacer más de lo que haces<br />

para convencer a Ingratitud que la gente de Cabinda es igual a la del resto de Angola.<br />

Ingratitud no puede convencerse sólo con palabras. Unicamente la práctica es lo que lo<br />

llevará a esa conclusión. No es justo fusilar a un combatiente con diez años de lucha,<br />

cuando otros criminales ahí afuera quedan impunes, aunque su crimen teoricamente;<br />

merezca ese castigo. No, no se puede. En otras circunstancias Ingratitud no habría hecho<br />

lo que hizo y sería más permeable a la formación que le intentamos dar. Pero en la<br />

situación actual, esto es imposible.<br />

El Jefe de Operaciones apoyó las palabras de Sin Miedo.<br />

– Si lo ejecutamos, o se produce una revuelta en la mayoría de los guerrilleros, o desertan<br />

masivamente. Y no tenemos demasiados efectivos...<br />

– Eso no es un argumento – Dijo el Comisario – Que nos queden solamente cinco, pero<br />

cinco de los buenos, cinco concientes… Lo cual sería mejor que tener muchos a causa de<br />

compromisos. ¡No puedo admitir el chantaje!<br />

– ¿Chantaje?<br />

– Sí, esto es chantaje. Los guerrilleros con mala formación nos chantajean a causa de los<br />

pocos efectivos con que contamos. Los verdaderos efectivos están allí, adonde fuimos, en<br />

aquellas aldeas, en aquellas explotaciones madereras. Ese es el verdadero efectivo de esta<br />

Región. Y no es permitiendo los robos como conseguiremos ese efectivo. Menos aún, si<br />

nuestros responsables aceptan los chantajes.<br />

El tono había subido peligrosamente. Por ello, Sin Miedo intervino:<br />

– Pienso que el Comisario tiene razón en este aspecto. Lo dicho no es un buen argumento.<br />

Sin embargo, me gustaría que él respondiera a los míos.<br />

– Tú eres un sentimental, Sin Miedo – Dijo el Comisario, alterado – No creo que tengas el<br />

coraje de mandar a fusilar a un traidor.<br />

Sin Miedo apretó las manos, los nudos de los dedos se le pusieron blancos, los labios le<br />

temblaron. Habló en voz baja, dominandose con gran esfuerzo.<br />

– Para que sepas, camarada Comisario, yo ya ejecuté un traidor. No solamente tomé la<br />

decisión yo solo, si no que también yo solo lo ejecuté. Y no fue de un balazo, pues el<br />

enemigo nos cercaba en el sitio donde nos encontrábamos. Lo apuñalé. ¿Le has metido un<br />

puñal en la barriga alguna vez a alguien, Comisario? ¿Has sentido como el puñal se<br />

entierra entre las tripas de ese alguien? Podría haber evitado ser yo mismo quien lo<br />

hiciera, pero todos lo evitaban y no había voluntarios y yo no tuve el coraje, si el coraje de<br />

mandar a algún camarada a ejecutarlo, entonces me escogí a mi mismo como voluntario;<br />

para dar el ejemplo. Tú todavía no estabas aquí, si no te lo han contado es porque a nadie<br />

le gusta contar ciertas cosas... En ese momento no huí de mis responsabilidades,<br />

camarada. Y esa fue la responsabilidad mas difícil de asumir, comparado con eso,<br />

ofrecerse como voluntario para asaltar un cuartel es sólo un juego de niños.<br />

Hay asesinos que disfrutan matando. Pero a los hombres que respetan la vida humana, que<br />

luchan por esa vida humana, camarada, les es muy dificil ofrecerse voluntariamente para<br />

ejecutar a puñaladas a otro hombre, aunque sea un miserable traidor. Yo vi las caras de los<br />

otros, los combatientes más aguerridos volvían sus ojos para no ver. Los más duros<br />

combatientes se tapaban los ojos con las manos. Y estas manos, camarada, estas manos le<br />

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