MAYOMBE - Marxistarkiv
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Este le había marcado un encuentro la tarde anterior, en un bar, y no había aparecido. En la<br />
mañana del día siguiente el Comisario estuvo temprano en casa de Andrés; a eso de las siete,<br />
pero él ya no estaba.<br />
El Comisario mandó entonces a Verdad a quedarse en la oficina, haciendo guardia por si<br />
aparecía Andrés por ahí. En tanto él, iniciaba la busqueda cruzando calles y entrando en todos<br />
los bares, inrrumpiendo en las casa de los militantes, sin conseguir encontrar algún rastro de<br />
Andrés.<br />
Podría haber ido a encontrarme con Ondina, desde que llegué ni siquiera la he buscado por<br />
andar de aquí para allá detrás de un hombre que se oculta de mi. ¿Es esto un responsable?<br />
Ondina debe estar furiosa porque yo aún no la he buscado.<br />
Volvió a pasar por la oficina a eso de las once horas, Verdad montaba guardia.<br />
– No ha entrado ni salido.<br />
– ¡Quédate aquí, yo voy para la escuela!<br />
El Comisario caminó hacia la escuela del Movimiento, a un kilómetro de la salida de la<br />
ciudad, allí, Ondina trabajaba de maestra. Los camaradas de la Base deben de estar<br />
practicamente sin comida, pensó. Una rabia sorda lo invadía gradualmente.<br />
La caminata bajo el Sol ardiente, lo enfurecía aún más. Se había desacostumbrado al sol por<br />
haber estado tanto tiempo escondido en la sombra protectora del Mayombe. A Ingratitud lo<br />
había dejado en la carcel, pero necesitaba informar a Andrés de la decisión del Comando y<br />
combinar con él cual sería el régimen al que Ingratitud debería someterse. Pero Andrés se<br />
escondía...<br />
La escuela estaba ubicada en una elevación cubierta de árboles. Varias casas de adobe se<br />
desparramaban en un radio de cincuenta metros, éstas servían como escuela y hospital. En la<br />
cúspide había una casa de madera que era el internado.<br />
Los niños y Ondina estaban en clase y decidió esperarla. Saludó a las personas que<br />
encontraba y preguntó si alguien había visto a Andrés. Mientras tanto alguien avisó a Ondina<br />
de su presencia y ella salió de la clase para recibirlo.<br />
– Llegaste ayer, ya lo sé.<br />
– Si, pero he andado todo el tiempo buscado al camarada Andrés. Y él no aparece.<br />
Ondina estaba disgustada, eso era evidente. El intentó tomarle la mano, y ella la quitó<br />
rápidamente, mirando en derredor.<br />
– ¿Qué te pasa? – Dijo él – Todos saben que somos novios...<br />
– Es mejor que no. Espera un poco, ya estoy terminando la clase. ¿Te quedas a almorzar<br />
conmigo?<br />
El Comisario hesitó, desviando los ojos.<br />
– Tengo que ver si puedo encontrar al camarada Andrés a la hora del almuerzo.<br />
– ¿Quiere decir que ya mismo te vuelves a Dolisie? – Preguntó ella friamente.<br />
Los camaradas están pasando hambre y era por ésto y por Ingratitud que él había venido. No<br />
por Ondina. Trabajosamente respondió:<br />
– Tengo que volver muy pronto. No tenemos comida en la Base.<br />
Ondina no replicó, se volvió de espaldas y se fue para el aula. El Comisario se quedo<br />
miarándola, con el sombrero de guerrillero pasando de una mano a la otra y con su nombre<br />
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