Sermones - Iglesia Cristiana Cimiento Estable
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éxtasis de amor y gozo que latió en el seno del Dios infinito cuando Jesús ascendió a su Padre y<br />
nuestro Padre; cómo le recibió con una plenitud de bondad y gracia que en sólo Dios puede<br />
darse, y cómo Dios le recibió diciendo: "Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado, tú eres digno de<br />
ser llamado mi Hijo; nunca hasta este día has merecido tan plenamente ser llamado mío; tu trono,<br />
oh Dios, es trono eterno, siéntate a mi diestra en tanto pongo a tus enemigos por estrado de tus<br />
pies."<br />
Oh pecador, ¿seguirás dudando si Dios el Padre está interesado en tu salvación, si el corazón<br />
de Cristo y el del Padre tendrán el mismo deseo, si estuvieron ambos de acuerdo en aquella gran<br />
entrevista cuando se deliberaba acerca del plan de la salvación del hombre?<br />
¡Oh creyente, considera este apóstol de Dios, medita en estas cosas, mira y remira hasta que<br />
tu paz sea como un río, y tu justicia como las ondas del mar,. hasta que el aliento de tu alma sea,<br />
Abba, Padre!<br />
III. Considera A Cristo Como El Sumo Pontifice De Nuestra Profesión<br />
Las obligaciones del Sumo Sacerdote eran dos: Primeramente, ofrecer sacrificio; en segundo<br />
lugar, hacer intercesión.<br />
Cuando el Sumo Sacerdote atravesaba la puerta de acceso al altar de las ofrendas quemadas,<br />
lo hacía en presencia de todo el pueblo para ofrecer sacrificio en favor de ellos. Todos ellos<br />
permanecían en derredor contemplando y considerando a su Sumo Sacerdote; cuando él juntaba<br />
la sangre en -la vasija de oro y se ataviaba con sus blancas vestiduras sacerdotales y desaparecía<br />
de su vista a través del velo, sus ojos le seguían hasta el misterioso velo que le escondía de su<br />
vista. Pero aún entonces el corazón de los judíos piadosos iba tras él. Ahora él está haciendo el<br />
esparcimiento de la sangre en simbólico acto siete veces repetido, diciendo: "Sea esta sangre en<br />
lugar de nuestra sangre". Él intercede ahora por nosotros.<br />
Hermanos, sigamos y consideremos también, y por la fe, a nuestro gran Sumo Sacerdote.<br />
1º.Considerémosle ofreciendo sacrificio. No os es posible mirar a Él sobre la cruz como lo<br />
hicieron los discípulos; no podéis ver su sangre brotando de sus cinco heridas; no podéis verle<br />
derramando su sangre para que la sangre de los pecadores no hubiese de ser derramada. Sin<br />
embargo, si Dios derrama sobre nosotros su gracia, podéis ver en su pan partido y su vino<br />
derramado una viva representación del Salvador que murió. Ya, hermanos, el sacrificio se ha<br />
realizado, Cristo ya ha muerto, sus sufrimientos ya han pasado... ¿Y cómo es que tú no disfrutas<br />
de su paz? Es a causa de que no te paras a meditar. "Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento".<br />
Considera que Jesús ha muerto en lugar de los culpables pecadores. ¿No quieres<br />
que Jesús sea tu sustituto, no lo quieres de veras? No tienes por qué perecer. ¡Oh creyente<br />
bienaventurado, regocíjate eternamente! Vive con la visión del Calvario y vivirás con la visión<br />
de la gloria y i oh! regocíjate en la feliz ordenanza que estableció para traernos a la mente su<br />
grato recuerdo, la simple y sencilla Cena del Señor, el solemne acto del partimiento del pan.<br />
2º. Considera a Cristo intercediendo. Cuando Cristo ascendió del Monte de los Olivos y entró<br />
en los cielos, llevando sus heridas sangrantes a la presencia de Dios y cuando los discípulos le<br />
hubieron contemplado hasta que una nube U ocultó de su vista, los ángeles tuvieron el grato<br />
encargo de<br />
darnos la manifestación que nos asegura que Él volverá a Jerusalén con gran gozo. ¿Qué?<br />
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