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Sermones - Iglesia Cristiana Cimiento Estable

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En la primavera de 1843, al regresar McCheyne de una serie de reuniones especiales en<br />

Aberdeenshire, cayó repentinamente enfermo. En este lugar había visitado a varios enfermos con<br />

fiebre infecciosa, y la constitución enfermiza y débil de McCheyne sucumbió al contagio de la<br />

misma. El día 25 de marzo de 1843 partió para estar con el Señor.<br />

"En todas partes donde llegaba la noticia de su muerte -escribió Bonar- el semblante de<br />

los creyentes se ensombrecía de tristeza. Quizá no haya habido otra muerte que impresionara<br />

tanto a los santos de Dios en Escocia domo la de este gran siervo de Dios que consagró toda su<br />

vida a la predicación del evangelio eterno. Con frecuencia solía decir: "Vívid de modo que un día<br />

se os eche de menos", y ninguno que hubiera visto las lagrimas que se vertieron con ocasión de<br />

su muerte habría dudado en afirmar que su vida había sido lo que él había recomendado a otros.<br />

No tenía más que veintinueve años cuando el Señor se lo llevó."<br />

"En el día del entierro cesaron todas las actividades en Dundee. Desde el domicilio<br />

fúnebre hasta el cementerio, todas las calles y ventanas estaban abarrotadas por un gran gentío.<br />

Muchas almas se dieron cuenta aquel día de que un príncipe de Israel había caído, mientras que<br />

muchos corazones indiferentes experimentaron una terrible angustia al contemplar el solemne<br />

espectáculo."<br />

"La tumba de Roberto McCheyne todavía puede verse en el rincón nordeste del<br />

cementerio que rodea la iglesia de San Pedro. Él se fue a las montañas de mirra y a las colinas de<br />

incienso, hasta que apunte el día y huyan las sombras. Terminó su obra. Su Padre celestial no<br />

tenía ya para él otra planta para regar, ni otra vid para cuidar, y el Salvador, que tanto le amó en<br />

vida, ahora le esperaba con sus palabras de bienvenida: Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo<br />

de tu Señor".<br />

El ministerio de Roberto McCheyne no terminó con su muerte. Sus mensajes y cartas,<br />

junto con su biografía, escrita por su amigo Andrés Bonar, han sido ricos medios de bendición<br />

para muchas almas' Al presentar esta edición de los MENSAJES DE McCHEYNE al lector<br />

evangélico español, es nuestra oración al Señor, se sirva de los mismos para la edificación del<br />

creyente y la conversión de muchos pecadores.<br />

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LOS EDITORES

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