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Sermones - Iglesia Cristiana Cimiento Estable

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madrugando y enviándoles a vosotros! Su Biblia quizá ha estado en vuestro hogar como<br />

silencioso, pero poderosísimo clamor de Dios; su providencia se ha manifestado dentro de vuestro<br />

círculo familiar, durante la enfermedad y la muerte, en la abundancia o prosperidad, todo ello<br />

mostrándoos que debéis acudir al Señor Jesús, el solo y suficiente Salvador.<br />

Todos estos mensajes han venido a vosotros y seguís aún, sin embargo, inconversos. Aún sois<br />

huesos secos y muertos, sin Cristo y sin Dios en el mundo; y decís: "Alma, reposa, come y bebe<br />

y huélgate". Pero. oíd, amigos, oíd una vez más, porque Dios no quiere que ninguno perezca.<br />

Tengo palabra de Dios para vosotros. "La espada, la espada está afilada y aún acicalada; para<br />

degollar víctimas está acicalada, acicalada para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos?"<br />

Doctrina. - Está muy fuera de la razón que las personas no convertidas se alegren.<br />

1. Es ilógico, porque están bajo condenación.<br />

"La espada está acicalada, etc." Existe la idea común de que el hombre está en el mundo<br />

como lo estuvo Adán, en un período de prueba, y que las personas no cristianas no serán<br />

condenadas hasta el día del juicio. Pero no es así. la Biblia dice: “El que no cree, ya es<br />

condenado” “El que no tiene al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él".<br />

"Maldito es (no dice será) todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas<br />

en el libro de la ley para hacerlas” Las almas no cristianas están en el momento presente en un<br />

horrible abismo en el que toda boca se ha de tapar y todo hombre es culpable delante de Dios.<br />

Las almas están encarceladas, están en la prisión, preparadas para ser llevadas a la ejecución. Es<br />

por eso que cuando Dios nos envía a predicar a los no cristianos, Dios nos envía "a predicar a los<br />

espíritus encarcelados", esto es, a quienes están bajo condenación. La espada no solamente está<br />

preparada, sino afilada y acicalada. Pende sobre sus cabezas.<br />

¿Deben, por tanto, alegrarse? No es razonable que un malhechor condenado se alegre. ¿No<br />

nos llamaría grandemente la atención ver una compañía de hombres condenados a morir<br />

alegrándose y haciendo jolgorio, hablando chistosamente, como al la espada no estuviese sobre<br />

ellos? Éste es, amigos, el caso de cada uno de vosotros que no sois convertidos y aún vivía días<br />

de alegrías. Habéis sido pesados en balanza y habéis sido hallados faltos; habéis sido condenados<br />

por el Juez justo. Vuestro sentencia ya está dictada. Ahora estáis encarcelados y nadie podrá<br />

sacaros de esa prisión: la espada está dispuesta y caerá sobre vosotros. Y ¡oh! ¿no es muy ¡lógico<br />

que os alegréis? ¿No es una gran locura sentirse felices y contentos con vosotros mismos y con<br />

vuestros amigos? ¿No es una insensatez cantar la canción del borracho: "Comamos, bebamos y<br />

alegrémonos, que mañana moriremos"?<br />

2. Tremenda insensatez es alegrarse porque los instrumentos de destrucción de Dios están<br />

todos preparados. No solamente es un hecho que los incrédulos ya están condenados, sino que<br />

además los instrumentos que los habrán de destruir estarán aparejados y completamente preparados.<br />

La espada de la venganza está afilada y aún acicalada. Cuando las espadas están guardadas<br />

en el armero se untan con grasa para evitar que se oxiden sus afiladas hojas, pero cuando la obra<br />

ha de hacerse y se ha de sacar para degollar víctimas, entonces se afilan y se acicalan y se dejan<br />

brillantes. Así se hace con la espada del verdugo: cuando no se ha de usar, se guarda; pero<br />

cuando la obra se ha de hacer, cuando se ha de ajusticiar a alguien, se afila y se tiene preparada.<br />

Se afila y acicala ahora, y precisamente antes de que haya de darse el golpe mortal, para que<br />

pueda cortar limpia y fácilmente. Igual sucede con la espada de la venganza de Dios. No está<br />

--dice la Palabra- envainada ni grasienta, sino afilada y acicalada, está completamente a punto de<br />

realizar su obra: "para degollar víctimas". La enfermedad por la que cada inconverso ha de morir<br />

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