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Sermones - Iglesia Cristiana Cimiento Estable

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santificación. En las cartas de Samuel Rutherford encontró una mina de riquezas espirituales.<br />

Entréotros libros de lectura favorita, figuraban: Llamamiento a los inconversos, de Ricardo<br />

Baxter, y la Vida de David Brainerd, de Jonatán Edwards. En noviembre de 1836 fue ordenado<br />

pastor en la iglesia de San Pedro, en Dundee. Permaneció como pastor de esta congregación<br />

hasta el día de su muerte. La ciudad de Dundee, como él mismo dejó escrito, "era una ciudad<br />

dada a la idolatría y de corazón duro". Pero no había nada en sus mensajes que buscase el agrado<br />

del hombre natural, pues lejos estaba de su corazón buscar el beneplácito de los inconversos. "Sí<br />

el evangelio agradara al hombre carnal, entonces dejaría de ser evangelio". Estaba<br />

profundamente perdido que la primera obra del Espíritu Santo en la salvación del pecador era la<br />

de producir convicción de pecado y la de traer al hombre a un estado de desesperación delante de<br />

Dios. "A menos que el hombre no sea puesto al nivel de su miseria y culpa, toda nuestra<br />

predicación será van solamente un corazón contrito puede recibir a un Cristo crucificado". Su<br />

predicación estaba caracterizada por un elemento de marcada urgencia y alarma. "Que Dios me<br />

ayude siempre a hablaros con claridad. Aun la vida de aquellos que viven m4s años es, en<br />

realidad, corta. Sin embargo, esta corta vida que Dios nos ha dado es suficiente para que<br />

busquemos el arrepentimiento y la conversión; pronto, muy pronto pasará. Cada día que pasa es<br />

como un paso más hacia el trono del juicio eterno. Ninguno de vosotros permanece quieto; quizá<br />

estás durmiendo; no importa, la marea del tiempo que pasa os está llevando más cerda de la<br />

muerte, del juicio y de la eternidad".<br />

A su profundo amor por las almas se sumaba una profunda sed de santidad de vida.<br />

Escribiendo a un compañero en el ministerio, decía: "Sobre todas las cosas cultiva tu propio<br />

espíritu. Tu propia alma debería ser el principal motivo de todos tus cuidados y desvelos. Más<br />

que los grandes talentos, Dios bendice a aquellos que reflejan la semejanza de Jesús en sus vidas.<br />

Un ministro santo es una arma terrible en las manos de Dios". McCheyne quizá predicó con más<br />

poder con su vida que con sus mensajes, y es que sabía bien, como nos dice su amigo Andrés<br />

Bonar, que "los ministros del Evangelio no sólo deben predicar fielmente, sino también vivir<br />

fielmente".<br />

Como pastor en Dundee, McCheyne introdujo importantes innovaciones en la<br />

congregación. Por aquel entonces las reuniones de oración, sino desconocidas, eran muy raras.<br />

McCheyne enseñó a los miembros la necesidad de congregarse cada jueves por la noche a fin de<br />

unir sus corazones en oración al Señor, y estudiar su Palabra. También destinaba otro día durante<br />

la semana para los jóvenes. Su ministerio entre los niños constituye la nota más brillante de su<br />

ministerio.<br />

A su celo por santidad de vida se añadía su afán por pureza de testimonio entre los<br />

miembros de su congregación. McCheyne era consciente de que la iglesia --como parte del<br />

cuerpo místico de Cristo debía manifestar la pureza y santidad de aquel que había muerto para<br />

ofrecer una iglesia santa y sin mancha al Padre. De ahí su celo por la observancia de disciplina<br />

en la congregación. Y así, en un culto de ordenación de ancianos, decía: "Al empezar mi<br />

ministerio entre vosotros yo era en extremo ignorante de la gran importancia que en la <strong>Iglesia</strong> de<br />

Cristo tiene la disciplina eclesiástica. Pensaba que mi único y gran objetivo en esta congregación<br />

era el de orar y predicar. Vuestras almas me parecían tan preciosas y el tiempo se me presentaba<br />

tan corto, que yo decidí dedicarme exclusivamente con todas mis fuerzas y con todo mi tiempo a<br />

la labor de evangelización -y doctrina. Siempre que ante mí y los ancianos de esta iglesia se nos<br />

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