Sermones - Iglesia Cristiana Cimiento Estable
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Mensaje VI<br />
LA PREDICACIÓN DE JUAN<br />
CON RESPECTO A CRISTO<br />
"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros<br />
Ojos, 10, que hemos mirado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la<br />
vida fue manifestada y vimos y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual<br />
estaba con el Padre, y nos ha aparecido), lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos para<br />
que también vosotros tengáis comunión con nosotros: y nuestra comunión verdaderamente<br />
es con el Padre Y con su Hijo Jesucristo. Y estas cosas os escribimos para que vuestro gozo<br />
sea cumplido" (I Juan 1:14).<br />
Fue a Jesucristo y a el crucificado a quien Juan predicó. "Lo que hemos visto y oído, esto os<br />
anunciamos". Tal fue la predicación de Juan el Bautista: "He aquí el Cordero de Dios que quita<br />
el pecado del mundo". Señalaba a Jesús. Esa fue la predicación de Felipe (Hechos 8: 5): "Felipe,<br />
descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo". Y cuando se juntó al etíope eunuco<br />
"le anunció el evangelio de Jesús". Fue también la predicación de Pablo: "No me propuse saber<br />
algo entre vosotros, sino a Cristo, y a éste crucificado". Éste fue el principio, y el contenido y el<br />
fin de la predicación de Pablo. Y fue asimismo la predicación de Juan: Declarar a todos lo que él<br />
había visto con sus dos ojos, oído con sus oídos, palpado con sus manos, tocante al Verbo, al<br />
Emmanuel. Ése fue el objeto de su vida, el alfa y omega de su predicación. Sabía bien que Jesús<br />
era como la caja de ungüento de alabastro, llena de perfume, y perfume muy costoso. Toda su<br />
labor la hacía consistir en quebrar la caja y derramar el buen aroma ante los ojos de los<br />
fracasados pecadores para que fuesen atraídos por su buen perfume. Sabía que Jesús era como el<br />
tarro de mirra y toda su vida la dedicaba a ir destapando el tarro para que pudiese perfumar a los<br />
pecadores y pudiesen ser atraídos por sus refrescantes y dulces aromas. Llevaba tras sí el buen<br />
olor en Cristo por doquiera que iba. Conocía que Jesús era el "tarrito de mirra y su obra consistía<br />
en abrir el bálsamo ante los ojos de los débiles pecadores para sanarles.<br />
I. LAS COSAS QUE JUAN PREDICO "TOCANTE AL VERBO DE VIDA"<br />
1. Su existencia eterna. - "Lo que era desde el principio". A menudo había oído hablar a<br />
Jesús de su eternidad. "En el principio era el Verbo". "Antes de que Abraham fue se, yo soy".<br />
Recordaba también cómo oró Jesús en el huerto diciendo: "Glorifícame tú, cerca de ti mismo con<br />
aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese." "Me has amado desde antes de la<br />
fundación del mundo". Juan sabía así que Jesús era el Eterno, que Él existía antes de que se<br />
creasen todas las cosas visibles, porque Él las hizo todas. Por Él Dios hizo el mundo. Aún en los<br />
tiempos en que Juan se reclinaba sobre el seno de Jesús, sintió que aquel seno era el seno del<br />
Increado. Juan siempre declaró esto porque se complacía en extender el conocimiento que de Él<br />
tenía. ¡Oh amados!, si vosotros también os habéis reclinado sobre el corazón de Jesús sabed que<br />
os habéis reclinado en el seno del Eterno.<br />
2. Su eterna preexistencia con el Padre. - Juan sabía, por lo que declara Prov. 8:30, que<br />
Jesús estaba con el Padre antes de la fundación del mundo. "Con él estaba yo ordenándolo todo y<br />
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