Sermones - Iglesia Cristiana Cimiento Estable
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Mensaje VII<br />
LA IGLESIA:<br />
HUERTO Y FUENTE CERRADA DE CRISTO<br />
«Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa mía; fuente cerrada, fuente ,sellada»<br />
(Cantar de los Cantares, 4:12).<br />
El nombre que aquí se da a los creyentes es "mi hermana, esposa mía". Hay muchos nombres<br />
dulces en los labios de Cristo dirigidos a los creyentes. "Oh, hermosa entre las mujeres" (1:8);<br />
"Mi amiga" (2:2); "Oh, amiga mía, hermosa mía" (2:10); "hermana mía, amiga mía, paloma mía,<br />
perfecta mía" (5:2); "Oh, hija de príncipes" (7:1). Pero aquí tenemos uno que los supera a todos<br />
en ternura: "Mi hermana, esposa mía" (4:9); y otra vez, v.10, y en el leído como texto, v.12. Que<br />
él mundo hable bien de nosotros constituye escaso atractivo para que lo deseemos; pero si Cristo<br />
dice de nosotros tales palabras, es suficiente para colmar de gozo celestial nuestros corazones. El<br />
significado lo comprenderéis a la luz de lo que Pablo dice en I Cor. 9:5: "¿No tenemos potestad<br />
de traer con nosotros una hermana mujer como los otros apóstoles?" El apóstol quiere decir si no<br />
está facultado para casarse con un ser que le sea semejante -una hermana en el Señor; uno que le<br />
sea tanto una esposa como una hermana en Cristo Jesús---, una esposa por la ley, una hermana<br />
por el nacimiento espiritual de mismo Padre celestial. Del mismo modo Cristo aquí dice de los<br />
creyentes "mi hermana, esposa mía" porque ellos están no tan sólo unidos a Él por una elección y<br />
un pacto, sino también porque le son semejantes.<br />
I. ESTAS DOS COSAS SON INSEPARABLES.<br />
A algunos les gustaría ser la esposa del Salvador, pero sin ser la hermana. A algunos les<br />
gustaría ser salvados por Cristo, pero no ser hechos semejantes a Cristo. Cuando Cristo elige a un<br />
pecador y derrama su amor sobre su alma, y cuando le corteja -como un delicado novio a su<br />
novia- y le lleva a contraer con Él un compromiso de amor, es solamente para que pueda hacerle<br />
una hermana, para que pueda impartir su forma de ser, su mismo corazón, su todo, en su alma.<br />
Ahora bien, muchos descansan solamente en el perdón de Sus pecados. Muchos han sentido a<br />
Cristo cortejando su alma Y ofreciéndosele libremente y le han aceptado. Han consentido a sus<br />
galanteos y le han aceptado, como la mujer acepta la declaración de amor de aquel que, desde<br />
entonces, pasa a ser su novio. Pecador indigno y merecedor de sólo el infierno como se siente el<br />
hombre, descubre que, sin embargo, Cristo le ama; descubre también que El no se avergüenza de<br />
tener relación con él, indigno pecador; halla que, por el contrario, Cristo cifra toda su gloria<br />
precisamente en ese hecho y su corazón, que ha descubierto lo inmerecido del amor de Cristo,<br />
rebosa de gozo por el privilegio de haber venido a tener relación con tan glorioso ser, verdadero<br />
novio y esposo de su alma. ¿Y por qué lo ha hecho así? Para hacerle partícipe de su santidad,<br />
para cambiar su naturaleza, para hacerle su hermana, para hacerle de su propia mente y espíritu.<br />
Hermanos, Cristo os ha lavado con agua limpia para que pueda daros también un corazón nuevo.<br />
Os ha llevado a al mismo y oí; ha dado descanso, con la mira, además, de enseñaros de Él su<br />
mansedumbre y dulzura de corazón.<br />
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