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nos volvimos conscientes de que algo importante
ocurría en nuestras vidas cuando nos sentíamos mal, y
que algo más, rápidamente, nos haría sentir mejor. En
muy poco tiempo reconocimos que esta buena sensación
tenía que ver con la combinación de nuestra
madre, comida, y amor. Todo esto se sentía tan bien
que ponemos a nuestra madre en nuestro mundo de
calidad, y la mayoría de nosotros la hemos mantenido
allí desde entonces, incluso después de su muerte.
Después de nuestra madre, agregamos a nuestro
mundo de calidad un grupo de otras personas, parientes
y amigos, porque podíamos contar con ellos
para que nos ayudaran a encontrar amor y otras
cosas que satisfacen nuestras necesidades, y que se
sienten muy bien. Nuestro mundo de calidad es el núcleo
de nuestras vidas porque continuamente nos señala
la dirección para sentirnos bien, en el presente o
en el futuro.
Desafortunadamente, impulsada por aquella imagen
de delgadez en su mundo de calidad, Ángela no
considerará nada diferente de lo que está haciendo.
El fisicoculturista tomará esteroides, el apostador continuará
apostando, el alcohólico seguirá bebiendo.
Por razones que, de acuerdo con las investigaciones,
no comprendemos y quizá nunca comprendamos,
Ángela tiene una imagen de ella misma en su
mundo de calidad en la que se encuentra más delgada
de lo que ve en el espejo. Si continúa teniendo
esa imagen, morirá de hambre, y se sentirá extática
en el proceso, porque para ella morir de hambre es
placentero, no desagradable. Sin embargo, no creo
que ella quiera morir de hambre. El éxtasis terminaría
si eso sucediera.
Puede que nunca conozcamos la razón precisa
por la cual Ángela tiene esa imagen pero, como he
venido diciendo, creo firmemente que tiene que ver
con satisfacer su necesidad de poder. Las personas se
han dejado morir de hambre a cambio de poder, a lo
largo de la historia. Mahatma Gandhi aguantó hambre
para tratar de obtener la libertad de India. Las
huelgas de hambre, en especial en las prisiones del
norte de Irlanda, son eventos bien conocidos. Pero
Ángela no se está muriendo de inanición porque esté
en una huelga de hambre, ella está muriendo por falta
de comida porque de esta manera se siente bien.
Considere nuestro mundo de calidad como el lugar
donde vivimos. Un día conocemos a un tigre muy
amigable. Es divertido pasar tiempo con él; las personas
le prestan atención y él pregunta: “nos estamos
divirtiendo tanto, ¿por qué no me invitas a vivir contigo?”
En ese momento parece ser una buena idea, así
que usted acepta. Por un tiempo, el tigre es un gran
compañero. Las personas están sorprendidas de que
usted haya podido atrapar a un compañero tan elegante,
hermoso y poderoso. Cuando empieza a vivir
con usted, resulta que tiene algunos malos hábitos,
pero usted continúa recordando todas las cosas bue-
nas que tiene, así que lo deja quedarse.
Usted pasa su tiempo intentando desesperadamente
revivir aquel placer que sintió cuando aceptó
al tigre, pero cada vez es más difícil hacerlo. Considera
echarlo de su casa, pero como todo el mundo ve
que todavía están juntos, y usted no se queja de él,
es difícil para usted aceptar frente a cualquier persona,
incluso usted mismo, que aceptarlo en su casa fue
una mala idea. Asimismo, a pesar de cualquier defecto
que el tigre pueda tener, para usted él sigue siendo
poderoso y protector.
Tomará un buen tiempo, pero puede que finalmente
usted se deshaga de él. Usted es mayor y puede
defenderse solo; no necesita al tigre. Pero puede
que no se deshaga de él. Algunas personas pueden
decidir que no quieren vivir sin su poder. Ángela puede
ser una de estas personas. Un día, cuando usted
está desprevenido, el tigre empieza a comérselo, justo
antes de que el tigre se lo trague, usted le pregunta
por qué está haciendo eso, y él contesta “eso es lo
que hacen los tigres”. Muchas personas que hicieron
huelgas de hambre murieron y no lograron nada.
Creo que, a medida que Ángela entraba en la
adolescencia, le empezó a gustar la idea de estar
elegantemente delgada; al igual como que les ocurre
a la mayoría de adolescentes que provienen de
familias adineradas. Empezó a perder peso y se sintió
bastante bien. Pero luego Ángela se desvió del patrón
de la mayoría de adolescentes que empiezan a
perder peso. Empezó a darse cuenta de que no tenía
control sobre sus padres, amigos o profesores del colegio.
Tampoco tenía mucho control sobre su aspecto
físico ni sobre su estatura.
Se intrigó cada vez más por el hecho de que sí tenía
control sobre su peso. Nadie, ni sus padres, parientes,
profesores, amigos, ni siquiera los médicos, podían
controlar eso, sólo ella podía. Finalmente estuvo tan
delgada y comía tan poco que sus padres se preocuparon
y empezaron a prestarle mucha atención a su
pérdida de peso. Entonces, Ángela se dio cuenta de
que las cosas habían cambiado entre ella y sus padres.
Ella se había convertido en algo más que una
adolescente de 15 años, que no llamaba mucho la
atención y que quería ser atractivamente delgada.
Descubrió algo que pocas adolescentes de esa
edad descubren. Sólo por el hecho de no comer,
ahora tenía control, o poder, sobre algunas de las
personas más importantes de su vida, en especial
sus padres. A medida que perdía peso, este control
se extendía a otros parientes, profesores, algunos de
sus amigos, al médico y demás personas a quienes
la habían enviado, en busca de ayuda. Le complace
que incluso los desconocidos empiecen a notar lo
que ella considera su belleza, aunque en realidad es
su escualidez.
ELEGIR Volumen 15 Diciembre de 2010 - Página 12