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casi un año. Lo mejor que me podían decir es que
Ángela mantenía constante su peso, pero que estaba
terriblemente delgada.
Empecé preguntándoles lo que pensaban sobre lo
que habían leído.
Eduardo dijo, “Todo es muy interesante, eso de que
es adicta a ese comportamiento, lo que quiera que
eso signifique. Pero lo único que nos dijo a nosotros fue
que la amáramos y que no nos involucráramos con su
comida”.
Sara interrumpió, “Se está dejando morir de hambre
frente a nuestros ojos y usted nos pide que no nos
involucremos con su comida. ¿Cómo espera que hagamos
eso? Pero lo que nos molesta más a los dos es
la sugerencia de deberían amarla más. No sé cómo
podríamos amarla más de lo que la amamos”.
Ahí estaba, justo como lo había temido. No veían
la diferencia entre amor y control. Es muy difícil para
la mayoría de padres amorosos entender esta distinción.
Así que les dije, “Estaba preocupado cuando escribí
eso. Yo sabía que ustedes son padres muy amorosos
y que no sería fácil para ustedes entender lo que
quiero decir. Por eso es muy importante que hablemos
hoy. Es como ustedes dijeron, ‘No sé cómo podríamos
amarla más de lo que la amamos’. No les estoy
pidiendo que la amen más. No cuestiono su amor
por ella ni por un segundo. Quizá lo que dijo Otelo al
describir su amor por Desdémona como ‘uno que no
ama sabiamente sino demasiado bien’, expresa lo
que estoy tratando de decirles. Por favor, deberíamos
hablar al respecto”.
Los dos me miraron. Sabía que eran muy cultos, y
que había una buena probabilidad de que estuvieran
familiarizados con esa famosa cita, pero pregunté
para asegurarme, “¿Han escuchado esa cita?” Asintieron
con la cabeza pero siguieron a la espera de
una explicación más elaborada. “Recuerden, justo al
final del material que les di, escribí que ella necesita
su amor, no su control. Creo que lo que Shakespeare
quería decir a través del discurso de Otelo era que el
amor sabio no es un amor controlador. Por favor, no
cuestiono su amor, pero díganme, incluso si no se lo
dicen a Ángela, ¿qué mensaje le envían fuertemente
a su hija, cuando se sientan a comer?
Hubo un silencio largo, luego Sara dijo, “No puedo
mirarla y no querer hacer que coma”.
Eduardo agregó, “Nos asusta que si no estamos
detrás de ella todo el tiempo no comerá absolutamente
nada”.
“¿Alguno de ustedes de verdad cree que ella
come más porque ustedes están detrás de ella?”
Se miraron. Estaban empezando a entender lo que
estaba tratando de explicarles. Sara dijo, “todo eso
sobre el control externo y los hábitos destructivos. En
realidad, no criticamos ni culpamos, pero creo que
sí nos quejamos del hecho de que ella no coma y la
cantaleteamos bastante”.
Eduardo continuó diciendo, “¿Pero cómo podemos
evitarlo? Quiero decir, ahí está muriéndose de
hambre”.
“¿Le hablan sobre comida? ¿Le preparan comida
especial?”
Sara contestó, “Tratamos de no hacerlo. Pero todo
en nuestro hogar gira entorno a la comida y a cuánto
come Ángela”.
“¿En este momento quién tiene el control absoluto
de todo el hogar, ustedes o ella?”
Eduardo admitió, “Ella”.
“¿Quién sabe más sobre comida, calorías, porciones,
contenido de grasa y vitaminas, ustedes o Ángela?”
Sara explicó, “Pero incluso si no decimos nada, ella
lo menciona. Tiene una docena de libros sobre nutrición”.
Eduardo dijo, “¿Usted está sugiriendo que no deberíamos
hablar con ella cuando quiere hablar sobre
comida?”
“Es difícil sugerir exáctamente lo que deberían hacer.
Entiendo que están bajo mucha presión todo el
tiempo. Pero tengo la sensación de que la comida,
incluso el hecho de que ella no coma, no es el verdadero
problema. Ella sabe más acerca de comida
y acerca de cómo ingerirla, o no hacerlo que ustedes,
así vivieran cien años más. Hablar con ella sobre
comida sería como hablar con Michael Jordan sobre
baloncesto”.
Eduardo se apresuró a decir, “Pero… ¿qué haremos
si dejamos de enfocarnos en la comida?”
“Puede sonar un poco extraño, pero creo que necesita
oírlo de ustedes. Díganle que la aman pero que
van a dejar de hablar con ella sobre comida y que
van a dejar de preparar comida, pensando en ella.
También díganle que no es importante para ustedes
que ella coma lo que ustedes comen. En lo que a ustedes
respecta, ella puede comer lo que quiera. En
cualquier cantidad. Puede ir con ustedes al supermercado
y ustedes se lo comprarán, o puede ir sola si así
lo desea. Si quiere, también puede preparar su propia
comida. Pero, de ahora en adelante, no van a hablar
con ella sobre comida. Su comida y lo que come dependen
de ella.”
Sara dijo, “¿Eso no parecería extraño, después de
todo lo que hemos estado haciendo?”
Dije, “Espero que le parezca extraño a Ángela, tan
extraño que preste atención. Pero no más extraño
que hablar de comida todo el día, con alguien que
no quiere comer. Sólo hagan desaparecer la comida
de sus conversaciones. ¿Hablan con ella sobre cualquier
otra cosa que tenga que ver con su problema,
ELEGIR Volumen 15 Diciembre de 2010 - Página 14