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Descargar PDF - Fundación Elegir

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Ahora, el tigre de la anorexia, que alguna vez invitó<br />

a vivir con ella, ya no es tan divertido como antes.<br />

Pero sigue siendo un tigre poderoso y le dice constantemente<br />

a Ángela que, así ya no sea tan divertido,<br />

no lo saque de su casa. Mientras que él esté ahí, ella<br />

seguirá mandando incluso si esto ya no es tan divertido<br />

como solía serlo. Y Ángela, al igual que muchas jóvenes<br />

como ella, embriagada por el poder que siente<br />

cuando todo el mundo parece girar a su alrededor<br />

rogándole que coma, se queda con el tigre.<br />

Para mantener este poder, y el placer que obtiene<br />

gracias a él, cuanto más le ruegan que coma, en especial<br />

sus padres, más escucha al tigre que le sigue<br />

diciendo, escúchame, sigue rechazando la comida<br />

y viendo cómo todos bailan a nuestro alrededor. La<br />

satisfacción asociada con este nuevo poder anula el<br />

dolor de morir de hambre. Ni siquiera siente hambre; si<br />

se le pregunta, ella dirá que está llena.<br />

Se sabe más sobre por qué morir de hambre es<br />

una conducta adictiva para Ángela que para otras<br />

personas, que sobre por qué un gemelo se vuelve alcohólico<br />

y el otro no. La tendencia puede estar en<br />

sus genes, al igual que la tendencia de beber puede<br />

estar en los genes de algunos alcohólicos. Pero sólo<br />

por el hecho de que la tendencia está en sus genes,<br />

no quiere decir que cualquier persona con esa tendencia,<br />

será una adicta.<br />

La buena noticia es que se recuperan más anoréxicas<br />

que alcohólicos o apostadores; de hecho, la mayoría<br />

de las anoréxicas se recupera. Algunas pueden<br />

volver a comer con normalidad; otras tienen que esforzarse<br />

durante años para estar conscientes de que<br />

la comida es necesaria. Pero quién puede y quién<br />

no puede volver a comer con normalidad, no es el<br />

tema central de esta discusión. El enfoque es lo que<br />

sus padres pueden hacer con esta información para<br />

persuadir a Ángela de que no elija morir de hambre.<br />

Para tener éxito, primero deben hacer lo mismo<br />

que les he sugerido a otros padres en este libro: hacer<br />

un esfuerzo conjunto por acercarse a Ángela. Debo<br />

ayudarles a aprender cómo amarla y al mismo tiempo<br />

evitar caer en la red anoréxica de Ángela, al tratar<br />

de hacerla comer. Cualquier esfuerzo por controlarla<br />

desencadena su resistencia al control, que satisface<br />

su necesidad adictiva de poder. Al igual que todos los<br />

demás adolescentes de este libro, Ángela necesita el<br />

amor de sus padres, no su control.<br />

Pero debido a que Ángela está involucrada en<br />

una adicción que puede matarla, sí necesita algo de<br />

control. Al igual que un alcohólico necesita un programa<br />

para separarse del alcohol, Ángela necesita<br />

un programa que la vincule con la comida en todas<br />

las formas en que la clínica a la que asiste ha determinado.<br />

Si se rehúsa por completo a comer, la clínica, y<br />

no sus padres, la obligará a comer en un hospital para<br />

mantenerla con vida. Si Ángela pregunta por qué se<br />

le obliga a comer, sus padres deben decirle que no<br />

tienen otra alternativa que respaldar lo que los médicos<br />

sugieren, y deben decirle, “Te amamos. No queremos<br />

que mueras”.<br />

En el capítulo anterior aconsejé a Juana que visitara<br />

a Andrea y fuera amorosa, sin importar cuánto<br />

se quejara Andrea, pero que no la sacara de custodia.<br />

Les aconsejaría a Eduardo y a Sara que hagan<br />

lo mismo con Ángela. Apoyar el programa de tratamiento,<br />

sin importar cuánto se queje al respecto, pero<br />

no hacer ningún esfuerzo personal por hacerla comer.<br />

Cualquier control que necesite debe provenir de los<br />

médicos del programa. Lo que Ángela necesita por<br />

parte de sus padres es amor; lo que no necesita de<br />

ellos es control.<br />

La reunión con Eduardo y Sara<br />

Antes de reunirme con Eduardo y Sara, debía determinar<br />

cómo acercarme a ellos. Para ese momento,<br />

ellos habrán leído los primeros dos capítulos de<br />

este libro y lo que he escrito hasta ahora de este capítulo.<br />

Pero tenía miedo de que fueran a hacer una<br />

excepción con mi afirmación de que Ángela necesita<br />

su amor y no su control, porque la parte del control de<br />

esa afirmación podría no tener efecto. Ellos podrían<br />

pensar que yo estoy implicando que no aman a su<br />

hija lo suficiente. Tenía que estar preparado para que<br />

me dijeran que no había padres más amorosos que<br />

ellos, que habían consagrado su vida a su anorexia<br />

durante el último año, y cosas por el estilo. De alguna<br />

manera, tenía que resaltar que hay una diferencia<br />

entre sencillamente amarla y amarla para hacerla<br />

comer. Esta diferencia es difícil de entender para los<br />

padres de anoréxicas.<br />

Eduardo y Sara entraron a mi consultorio y Sara tenía<br />

en sus manos el material que les había dado para<br />

que leyeran. Eran una linda pareja, tenían alrededor<br />

de 40 años, pero era obvio que el calvario de Ángela<br />

los había afectado. Parecían preocupados y, como<br />

temí por la manera en la que Sara apretaba el material<br />

que les había dado, se notaba que estaban un<br />

poco molestos con lo que habían leído.<br />

Empezaron contándome la historia de Ángela y su<br />

anorexia. Era la clásica historia; no había nada notable<br />

en ella. Me dijeron que habían pensado mucho<br />

para tratar de determinar cuándo había empezado<br />

todo, y ahora sabían que había sido casi dos años<br />

atrás. Pero no se habían dado cuenta hasta hacía un<br />

año, cuando se volvió bastante evidente que Ángela<br />

casi no comía. Mientras me decían esto, me dije a mí<br />

mismo que ése fue el momento en el que pasó de ser<br />

una dieta y empezó a ser la adicción de la anorexia.<br />

La habían llevado al pediatra, quien le hizo todos los<br />

exámenes y luego les dio el diagnóstico. Él la remitió a<br />

la clínica y ella había estado bajo su cuidado durante<br />

ELEGIR Volumen 15 Diciembre de 2010 - Página 13

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