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Seguimiento formativo del progreso de los estudiantes con base en la
Teoría de la Elección
Thomas Burdenski, Ph. D.
(Profesor Asistente, Psicología y Orientación, Universidad de Tarleton State, Stephenville, Texas)
Mateja Persolja
(Escuela primaria Preserjepri Radoljah, Eslovenia, Europa. El primer Colegio de Calidad Glasser en Europa).
Abstract: En este artículo se presenta el método de
valoración formativa del progreso de los estudiantes
desde el punto de vista de la Teoría de la Elección. Se
presenta en detalle el proceso de seguimiento formativo,
que está sustentado en la Teoría de la Elección,
los principios de administración del líder versus administración
del “jefe”, y los principios de un Colegio de
Calidad de Glasser. Este artículo se enfoca en el proceso
de alterar el comportamiento de los profesores
para que se alejen del uso de prácticas coercitivas
y autoritarias (esto es, la psicología del control externo),
y promuevan el control interno en los estudiantes,
con base en la facilitación de la autoevaluación
y de la incorporación de retroalimentación, por parte
de los padres y profesores.
La autora se ha dado cuenta en años recientes
que cada vez más y más padres acuden a profesionales
escolares, queriendo expresar su frustración o
en busca de ayuda por su aparente incapacidad de
enseñar y/o criar a sus hijos. Los profesores también
buscan ayuda, de manera cotidiana, para identificar
formas alternativas de resolver problemas en el aula
de clase, así como problemas de aprendizaje. Junto
con profesores y consejeros estudiantiles, Persolja se
esmera por encontrar formas de lidiar efectivamente
con los estudiantes. A pesar de ser educadores profesionales
en el primer Colegio de Calidad de Glasser
de Europa, no siempre encuentran la solución ideal
(por lo menos no de manera inmediata). Ésta es la
razón por la que tanto los padres como los profesores
están juntos en esto, en especial cuando abordan
problemas educativos complejos que pueden ser vistos
desde varias perspectivas.
Como Glasser ha señalado (1998a), en las últimas
décadas, la especie humana ha experimentado
cambios rápidos en cuanto a tecnología. Desafortunadamente,
no podemos decir que hemos alcanzado
el mismo progreso en cuanto a relaciones humanas,
en cuestiones como la crianza efectiva de
los hijos o la resolución de conflictos entre individuos y
entre grupos y naciones. Al observar a los profesores,
estudiantes y padres interactuar entre ellos, Persolja
ha notado varios patrones repetitivos. Las acusaciones
a menudo son seguidas de intercambios amargos
de experiencias anteriores y problemas sin resolver, en
los que nadie trata de encontrar puntos en común, lo
que hace que la situación sea peor. Pero casi todos
nosotros esperamos que los demás cambien su comportamiento,
pero no el nuestro. Lo que experimentamos
como padres y profesores es una consecuencia
de las malas relaciones y de la falta de conocimiento
sobre cómo resolver conflictos, frustraciones, situaciones
tensas, y necesidades insatisfechas. En su experiencia,
ninguno de los niños, padres o profesores buscan
herir a los demás, sin embargo, a menudo es difícil
evitar herir a alguien en estas situaciones. Los padres
y profesores también quieren que los niños aprendan
de sus errores y que no los repitan. La respuesta más
frecuente a los problemas escolares es que los profesores
impongan presión sobre los niños con malas calificaciones,
castigos y “amenazas” (en especial hacia
el final del año escolar). Desafortunadamente, por lo
general lo que se obtiene es todo lo contrario de lo
que se buscaba; el comportamiento problemático a
menudo persiste y la relación estudiante-profesor se
deteriora, lo que resulta en mayor tensión.
Durante los primeros días de Persolja como profesora,
al comienzo de su carrera, pasaba bastante
tiempo reflexionando sobre qué tipo de profesora
quería ser. Las imágenes de su “mundo de calidad”
se basaban en sus experiencias directas como alumna.
Sus expectativas no cambiaron durante sus estudios
educativos, ni durante su práctica laboral de
cuatro semanas. Ella se imaginaba a sí misma de pie
frente al tablero, mientras los estudiantes, ansiosos por
aprender, escuchaban y escribían. Pensaba que si los
estudiantes no tenían motivación interna, por lo menos
aprenderían para evitar las malas calificaciones
y otras sanciones. Sus primeras horas enseñando la
obligaron a abandonar sus preconcepciones académicas.
Los niños hablaban entre ellos y no la escuchaban,
no les importaba lo que ella estaba tratando
de enseñarles, no respetaban a “los mayores” (la
profesora), y no aprendían ni se esforzaban mucho.
En medio del dilema, decidió respaldarse en “soluciones”
que le eran familiares: calificaciones, signos (negativos
y positivos), informar a los padres, amenazas
y notas negativas, lo cual creó un círculo vicioso de
actitudes que cada vez empeoraban más, al tratar
de “terminar” los malos hábitos de trabajo y entrando
en “guerra” con sus alumnos. Se sentía impotente y
ELEGIR Volumen 15 Diciembre de 2010 - Página 17