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CATECISMO CATOLICO (pdf) - Arquidiócesis de San José

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más se <strong>de</strong>dican a Dios y contribuyen a su alabanza y a su gloria cuanto más lejos están <strong>de</strong><br />

todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras a dirigir las almas <strong>de</strong> los<br />

hombres piadosamente hacia Dios" (SC 122).<br />

Artículo 9 EL NOVENO MANDAMIENTO<br />

No codiciarás la casa <strong>de</strong> tu prójimo, ni codiciarás la mujer <strong>de</strong> tu prójimo, ni su siervo, ni<br />

su sierva, ni su buey ni su asno, ni nada que sea <strong>de</strong> tu prójimo (Ex 20,17).<br />

5,28)<br />

El que mira a una mujer <strong>de</strong>seándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón (Mt<br />

2514 <strong>San</strong> Juan distingue tres especies <strong>de</strong> codicia o concupiscencia: la concupiscencia <strong>de</strong> la<br />

carne, la concupiscencia <strong>de</strong> los ojos y la soberbia <strong>de</strong> la vida (cf 1 Jn 2,16). Siguiendo la<br />

tradición catequética católica, el noveno mandamiento proscribe la concupiscencia <strong>de</strong> la carne;<br />

el décimo prohíbe la codicia <strong>de</strong>l bien ajeno.<br />

2515 En sentido etimológico, la "concupiscencia" pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>signar toda forma vehemente <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>seo humano. La teología cristiana le ha dado el sentido particular <strong>de</strong>l movimiento <strong>de</strong>l apetito<br />

sensible que contraría la obra <strong>de</strong> la razón humana. El apóstol S. Pablo la i<strong>de</strong>ntifica a la lucha<br />

que la "carne" sostiene contra el "espíritu" (cf Gal 5,16.17.24; Ef 2,3). Proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>sobediencia <strong>de</strong>l primer pecado (Gn 3,11). Trastorna las faculta<strong>de</strong>s morales <strong>de</strong>l hombre y,<br />

sin ser una falta en sí misma, le inclina a cometer pecados (cf Cc Trento: DS 1515).<br />

2516 En el hombre, por que es un ser compuesto <strong>de</strong> espíritu y cuerpo, existe cierta tensión,<br />

tiene lugar una lucha <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncias entre el "espíritu" y la "carne". Pero, en realidad, esta<br />

lucha pertenece a la herencia <strong>de</strong>l pecado. Es una consecuencia <strong>de</strong> él, y al mismo tiempo una<br />

confirmación. Forma parte <strong>de</strong> la experiencia cotidiana <strong>de</strong>l combate espiritual:<br />

Para el Apóstol no se trata <strong>de</strong> discriminar o con<strong>de</strong>nar el cuerpo, que con el alma<br />

espiritual constituye la naturaleza <strong>de</strong>l hombre y su subjetividad personal, sino que trata <strong>de</strong> las<br />

obras -mejor dicho, <strong>de</strong> las disposiciones estables-, virtu<strong>de</strong>s y vicios, moralmente buenas o<br />

malas, que son fruto <strong>de</strong> sumisión (en el primer caso) o bien <strong>de</strong> resistencia (en el segundo<br />

caso) a la acción salvífica <strong>de</strong>l Espíritu <strong>San</strong>to. Por ello el apóstol escribe: "si vivimos según el<br />

Espíritu, obremos también según el Espíritu" (Gál 5,25) (Juan Pablo II, DeV 55).<br />

I LA PURIFICACION DEL CORAZON<br />

2517 El corazón es la se<strong>de</strong> <strong>de</strong> la personalidad moral: "<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l corazón salen las<br />

intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones" (Mt 15,19). La lucha contra la codicia<br />

<strong>de</strong> la carne pasa por la purificación <strong>de</strong>l corazón:<br />

Mantente en la simplicidad, la inocencia y serás como los niños pequeños que ignoran<br />

el mal <strong>de</strong>structor <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los hombres (Hermas, mand. 2,1).<br />

2518 La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios <strong>de</strong> corazón porque<br />

ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Los "corazones limpios" <strong>de</strong>signan a los que han ajustado su<br />

inteligencia y su voluntad a las exigencias <strong>de</strong> la santidad <strong>de</strong> Dios, principalmente en tres<br />

dominios: la caridad (cf 1 Tm 4,3-9; 2 Tm 2,22), la castidad o rectitud sexual (cf 1 Ts 4,7; Col<br />

3,5; Ef 4,19), el amor <strong>de</strong> la verdad y la ortodoxia <strong>de</strong> la fe (cf Tt 1,15; 1 Tm 3-4; 2 Tm 2, 23-<br />

26). Existe un vínculo entre la pureza <strong>de</strong>l corazón, <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong> la fe:

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