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CATECISMO CATOLICO (pdf) - Arquidiócesis de San José

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nube clara" ("Apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en<br />

la nube luminosa" (<strong>San</strong>to Tomás, s.th. 3, 45, 4, ad 2):<br />

Tú te has transfigurado en la montaña, y, en la medida en que ellos eran capaces, tus<br />

discípulos han contemplado Tu Gloria, oh Cristo Dios, a fin <strong>de</strong> que cuando te vieran crucificado<br />

comprendiesen que Tu Pasión era voluntaria y anunciasen al mundo que Tú eres<br />

verda<strong>de</strong>ramente la irradiación <strong>de</strong>l Padre (Liturgia bizantina, Kontakion <strong>de</strong> la Fiesta <strong>de</strong> la<br />

Transfiguración,)<br />

556 En el umbral <strong>de</strong> la vida pública se sitúa el Bautismo; en el <strong>de</strong> la Pascua, la<br />

Transfiguración. Por el bautismo <strong>de</strong> Jesús "fue manifestado el misterio <strong>de</strong> la primera<br />

regeneración": nuestro bautismo; la Transfiguración "es es sacramento <strong>de</strong> la segunda<br />

regeneración": nuestra propia resurrección (<strong>San</strong>to Tomás, s.th. 3, 45, 4, ad 2). Des<strong>de</strong> ahora<br />

nosotros participamos en la Resurrección <strong>de</strong>l Señor por el Espíritu <strong>San</strong>to que actúa en los<br />

sacramentos <strong>de</strong>l Cuerpo <strong>de</strong> Cristo. La Transfiguración nos conce<strong>de</strong> una visión anticipada <strong>de</strong> la<br />

gloriosa venida <strong>de</strong> Cristo "el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo<br />

glorioso como el suyo" (Flp 3, 21). Pero ella nos recuerda también que "es necesario que<br />

pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino <strong>de</strong> Dios" (Hch 14, 22):<br />

Pedro no había comprendido eso cuando <strong>de</strong>seaba vivir con Cristo en la montaña (cf. Lc<br />

9, 33). Te ha reservado eso, oh Pedro, para <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte. Pero ahora, él mismo dice:<br />

Descien<strong>de</strong> para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser <strong>de</strong>spreciado y crucificado<br />

en la tierra. La Vida <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> para hacerse matar; el Pan <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> para tener hambre; el<br />

Camino <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> para fatigarse andando; la Fuente <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> para sentir la sed; y tú, ¿vas a<br />

negarte a sufrir? (S. Agustín, serm. 78, 6).<br />

La subida <strong>de</strong> Jesús a Jerusalén<br />

557 "Como se iban cumpliendo los días <strong>de</strong> su asunción, él se afirmó en su voluntad <strong>de</strong> ir a<br />

Jerusalén" (Lc 9, 51; cf. Jn 13, 1). Por esta <strong>de</strong>cisión, manifestaba que subía a Jerusalén<br />

dispuesto a morir. En tres ocasiones había repetido el anuncio <strong>de</strong> su Pasión y <strong>de</strong> su<br />

Resurrección (cf. Mc 8, 31-33; 9, 31-32; 10, 32-34). Al dirigirse a Jerusalén dice: "No cabe<br />

que un profeta perezca fuera <strong>de</strong> Jerusalén" (Lc 13, 33).<br />

558 Jesús recuerda el martirio <strong>de</strong> los profetas que habían sido muertos en Jerusalén (cf. Mt<br />

23, 37a). Sin embargo, persiste en llamar a Jerusalén a reunirse en torno a él: "¡Cuántas<br />

veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas y no<br />

habéis querido!" (Mt 23, 37b). Cuando está a la vista <strong>de</strong> Jerusalén, llora sobre ella y expresa<br />

una vez más el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> su corazón:" ¡Si también tú conocieras en este día el mensaje <strong>de</strong><br />

paz! pero ahora está oculto a tus ojos" (Lc 19, 41-42).<br />

La entrada mesiánica <strong>de</strong> Jesús en Jerusalén<br />

559 ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas<br />

populares <strong>de</strong> hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> su<br />

entrada mesiánica en la ciudad <strong>de</strong> "David, su Padre" (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado<br />

como hijo <strong>de</strong> David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere <strong>de</strong>cir "¡sálvanos!", "Danos la<br />

salvación!"). Pues bien, el "Rey <strong>de</strong> la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un<br />

asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija <strong>de</strong> Sión, figura <strong>de</strong> su Iglesia, ni por la astucia ni por la<br />

violencia, sino por la humildad que da testimonio <strong>de</strong> la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los<br />

súbditos <strong>de</strong> su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres <strong>de</strong><br />

Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14).<br />

Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre <strong>de</strong>l Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida

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