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Espía a una mujer que se mata.

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SONIA. Y dicen <strong>que</strong> lo principal es saber sufrir. Llevá tu cruz y tené fe... Yo la llevo, pero mi<br />

sufrimiento no disminuye...<br />

SEREBRIAKOV. Callate. Oigo ruidos.<br />

SONIA: A dónde vas? No me entendés. Lo llevo clavado vivamente en el cerebro. Es un clavo <strong>que</strong> me<br />

chupa la sangre como <strong>una</strong> <strong>se</strong>rpiente...<br />

SEREBRIAKOV. Yo tampoco puedo vivir sin ella... Y? Anotá: En el teatro nunca debería faltar el amor.<br />

Solo el amor es profundo, es maravilloso, es eterno.<br />

SONIA: En la vida tampoco debería faltar el amor, y sin embargo…<br />

SEREBRIAKOV. Qué pálida estás. Dame e<strong>se</strong> revólver, mejor lo guardamos para el final (ella lo<br />

abraza)<br />

(Entran MARÏA TIMOFEVNA y TELEGUIN)<br />

SEREBRIAKOV. Magnífico. Magnífico. Que paisajes tan maravillosos vimos por aquí, Sonia. Que<br />

lindo todo.<br />

MARÍA. ¿Lo pasó bien? No sabe cuanto me alegra.<br />

SEREBRIAKOV. Realmente, María Timofevna, fue un pa<strong>se</strong>o hermoso. Y la casa, es chica pero<br />

tiene este formato tan particular…<br />

TELEGUIN. Sí, todo es realmente maravilloso. Yo soy amiga de todos los pre<strong>se</strong>ntes, excelencia.<br />

Vengo de <strong>una</strong> familia con <strong>una</strong> pe<strong>que</strong>ña fort<strong>una</strong>, después, bueno, por causas ajenas a mí, hube de<br />

entregar a <strong>una</strong> persona <strong>que</strong> ahora no <strong>que</strong>rría nombrar…<br />

SONIA. Ya sabe quién sos madrina. (A su padre) También podemos ir al campo forestal, papá.<br />

¿Qué decís? Cuando baje un poco el sol.<br />

TELEGUIN. No, <strong>se</strong>ñorita, ahora no. Ahora vamos tomar el té, por favor. Miren la hora <strong>que</strong> es.<br />

SONIA. No dije ahora. Papá, después. A la tardecita.<br />

SEREBRIAKOV. Eso, después, ahora a tomar el té, pero, eso sí, amigos míos, <strong>se</strong>an buenos y<br />

alcáncenle a este pobre viejo el té al escritorio, ¿puede <strong>se</strong>r? Se quiere recostar un poquito.<br />

TELEGUIN. Pero lo <strong>que</strong> siempre hice excelencia fue inclinarme con veneración ante los altos<br />

estudios del arte dramático...<br />

VANIA. (Por la ventana) Teleguin. Esperá un poco y cerrá la boca. De ning<strong>una</strong> manera. El té, en<br />

esta casa, <strong>se</strong> sirve en la mesa.<br />

SEREBRIAKOV. Bueno, entonces, como no estoy con ganas de discutir y tengo mucho <strong>que</strong> hacer,<br />

voy a pasar del te.<br />

SONIA. Te va a gustar el campo forestal, papá. ¿Vas a venir?<br />

SEREBRIAKOV. Voy a ver. Ahora no sé. Ya no estoy tan bien, pero ahora me agarró algo acá (Se<br />

toma la rodilla).<br />

2


TELEGUIN. Perdóneme la libertad <strong>que</strong> me tomo. Me encantaría hacerle <strong>una</strong> visita y <strong>que</strong> me cuente<br />

sobre las últimas técnicas.<br />

SEREBRIAKOV. Hágalo, por favor, me voy a alegrar mucho. Pero en realidad es todo muy simple,<br />

Teleguin, <strong>se</strong> podría resumir en esto: Quien no sabe actuar debe adular. Aun<strong>que</strong>, en este lugar ¿quien<br />

sabe actuar correctamente? Permiso.<br />

ASTROV. Profesor, cómo <strong>se</strong> siente?<br />

SEREBRIAKOV. Perfecto. (Se retira).<br />

TELEGUIN. (A VANIA.) ¿Qué te pasa? ¿Por qué le dijiste eso? ¿Dormiste mal?<br />

VANIA. No, si duermo de más. Antes Sonia y yo trabajábamos todo el día, no tenía un minuto libre.<br />

Ahora mientras ella trabaja, yo duermo.<br />

TELEGUIN. No, eso no esta nada bien. Bueno, el profesor y su <strong>mujer</strong> también levantándo<strong>se</strong> a las<br />

doce... Eso sí, a la noche de repente, un timbrazo... ¿Que <strong>se</strong> le ofrece al <strong>se</strong>ñor? El té.<br />

ASTROV. (A Vania) Vos me debés algo a mí.<br />

VANIA Callate. ¿Cuanto tiempo hace <strong>que</strong> nos conocemos?<br />

ASTROV. ¿Por qué?<br />

VANIA. Llegaste a esta región cuando la madre de Sonia vivía. Hará unos once años. Como cambiaste<br />

desde esa época.<br />

ASTROV. Y... sí. Es por<strong>que</strong> trabajo mucho.<br />

TELEGUIN. También hay <strong>que</strong> reconocer <strong>que</strong> tomas. Y fumás…<br />

ASTROV. No, no es por eso. Siempre estoy pensando <strong>que</strong> me van a venir a buscar para ver un enfermo.<br />

No tengo un día libre. ¿Así quien no va a envejecer?<br />

TELEGUIN. Dios santo. Dame un cigarrillo (A Astrov)<br />

ASTROV. ¿Alguien guardará dentro de cien años un buen recuerdo de un médico como yo?<br />

TELEGUIN. La gente no, pero quizás Dios si.<br />

ASTROV. No, no lo van a hacer, Teleguin.<br />

VANIA. A la mañana tenía nueve, ahora hay tres. Te vi cuando entrabas a mi habitación. Robas<br />

cigarrillos y decís <strong>que</strong> estás tratando de no fumar. Y encima hablás de Dios.<br />

(Se escucha el canto del profesor)<br />

VANIA. Estamos hablando…<br />

ASTROV. ¿Pensarán <strong>que</strong>dar<strong>se</strong> mucho tiempo?<br />

SEREBRIAKOV. (Desde adentro) Perdón, estaba arrullando a mi <strong>se</strong>ñora…<br />

3


TELEGUIN. Fumo, no fumo. Que importa. Mañana vamos a tener <strong>que</strong> hablar de eso.<br />

ASTROV. Que in<strong>se</strong>nsible me volví.<br />

MARÍA. (Entrando)¿Por qué? ¿Qué pasa?<br />

ASTROV. Antes de ayer <strong>se</strong> me murió un paciente en la mesa de operaciones. No de<strong>se</strong>o nada, no necesito<br />

de nadie y no quiero a nadie. Quizás solo te quiera a vos.<br />

ASTROV. (A Teleguin <strong>que</strong> lo mira) ¿Que pasa ahora?<br />

TELEGUIN. Nada. (Pausa) ¿Querés comer algo?<br />

ASTROV. No, gracias.<br />

TELEGUIN. Dios mío <strong>que</strong> desorden en esta casa... (A María) Tiene razón el profesor. Que bien<br />

administrada tiene la hacienda. Y el jardín. En todas partes <strong>se</strong> ve el poder de su mano mágica...<br />

(Aceptando un vaso de té.) A su salud...<br />

MARÍA. Todo muy lindo Teleguin, pero ayer en lugar de meter los pavos en el establo, los dejó<br />

pasar la noche en el corral, bajo el rocío. Eso no debe pasar. El pavo es un ave muy delicada.<br />

VANIA. (A Astrov) Vení.<br />

TELEGUIN. Que terrible. No volverá a ocurrir. Me olvidé. Pero hoy los pájaros cantan y la paz<br />

reina entre nosotros ¿Qué más <strong>se</strong> puede pedir, no?<br />

MARIA. La emancipación femenina. Además, esta mañana <strong>se</strong> escapó Petruschka con sus hijitos, y<br />

todavía no volvió.<br />

TELEGUIN. Bueno <strong>se</strong>guro a la tardecita vuelven.<br />

MARIA. Pero <strong>se</strong> los pueden robar los cuervos.<br />

VANIA. (Asomado a <strong>una</strong> puerta entreabierta) Que <strong>mujer</strong> más hermosa ¿no? En toda mi vida no vi<br />

<strong>una</strong> <strong>mujer</strong> más linda. Que ojos.<br />

TELEGUIN. (Escuchando) Una ráfaga de viento.<br />

VANIA. Una <strong>mujer</strong> maravillosa.<br />

MARIA. Teleguin venga a tomar el té <strong>que</strong> <strong>se</strong> va a enfriar.<br />

SONIA. Que hermosa y <strong>que</strong> malhumorada estás abuela.<br />

MARIA. Siempre fui nerviosa, pero original.<br />

TELEGUIN. ¿Y <strong>que</strong> tal usted? ¿Cómo <strong>se</strong> siente hoy?<br />

MARÍA. Hoy me siento soberbia. ¿Por qué?<br />

TELEGUIN. Por<strong>que</strong> yo también me siento soberbia, madame.<br />

4


ASTROV. Vení. Dejá todo esto. Contame algo.<br />

VANIA. Mi vieja madre balbucea todavía algo sobre la emancipación femenina, ¿la escuchaste?<br />

MARIA. ¿Cuál es el problema ahora?<br />

VANIA. Que mientras con un ojo mirás a la tumba, con el otro, buscás la aurora de <strong>una</strong> nueva vida, pero<br />

por favor...<br />

ASTROV. ¿Y el profesor? Hablame del profesor...<br />

MARÍA. Dije <strong>que</strong> me siento soberbia, no <strong>que</strong> soy eterna.<br />

VANIA. Cómo te gusta hablar de él, no? ¿Qué <strong>se</strong> puede esperar de un viejo, enfermo de gota, de<br />

reumatismo, con el hígado inflamado por la envidia? Celoso además <strong>se</strong> siente Otelo. Pero eso sí, en<br />

la hacienda de su primera <strong>mujer</strong> por<strong>que</strong> no puede vivir en la ciudad, el muy avaro…<br />

MARIA. Que descaro, Jean. Como podés hablar así. Justamente vos.<br />

VANIA. Si es así mamá. Y <strong>se</strong> lamenta de sus desdichas, aun<strong>que</strong> debería <strong>se</strong>ntir<strong>se</strong> feliz por la suerte<br />

<strong>que</strong> tuvo: da cla<strong>se</strong>s en la universidad siendo el hijo de un simple <strong>se</strong>minarista, es yerno de un<br />

<strong>se</strong>nador. Pero lo más increíble es <strong>que</strong> este hombre lleva exactamente veinticinco años leyendo y<br />

escribiendo sobre arte, sobre teatro, (a Astrov) lo habrás escuchado decirle todas esas estupideces<br />

a Sonia sin comprender nada. Veinticinco años leyendo y escribiendo sobre algo <strong>que</strong> no<br />

comprende en profundidad. Y, sin embargo, <strong>que</strong> éxito, qué celebridad la suya.<br />

TELEGUIN. Vania, <strong>que</strong> puede venir .<br />

VANIA. Que me importa. (A Teleguin) Te podés ir a fumar eso afuera. ¿Y su éxito con las<br />

<strong>mujer</strong>es?<br />

MARIA. Cualquiera diría <strong>que</strong> estás un poco envidioso. Es por<strong>que</strong> estás solo como un hongo.<br />

VANIA. En eso claro <strong>que</strong> le tengo envidia, mamá. Su primer <strong>mujer</strong>, mi hermana, criatura<br />

maravillosa, límpida como este cielo azul, noble y generosa, con mas admiradores <strong>que</strong> él alumnos,<br />

lo amaba como solo los ángeles puros son capaces de amar. ¿Se acuerda de ella mamá?<br />

TELEGUIN. (A Sonia) “Mi Alondrita” te decía tu mamá...<br />

MARIA. Cómo no me voy a acordar, era mi hija, no?<br />

VANIA. Mi madre, su suegra, a la <strong>que</strong> todavía ahora infunde un sagrado terror, lo continúa<br />

adorando. ¿O me lo vas a negar?<br />

MARIA. ¿Y por qué no? Dejá de prestar atención a los otros y mirá en lo <strong>que</strong> te convertiste vos.<br />

TELEGUIN. Es bueno tener un cigarro como éste, me mantiene ocupada manualmente.<br />

VANIA. Su <strong>se</strong>gunda <strong>mujer</strong>, bellísima e inteligente, <strong>que</strong> <strong>se</strong> casó con él cuando ya era viejo, le<br />

entrega su juventud, su libertad...Me <strong>que</strong>rés explicar por qué? ¿Para <strong>que</strong>?<br />

MARIA. (A Astrov) Lo carcome la envidia.<br />

5


ASTROV. ¿Es fiel al profesor?<br />

VANIA. Desgraciadamente, sí. Pero esa fidelidad es falsa desde el principio hasta el fin. Carece de lógica.<br />

Por<strong>que</strong> engañar a un viejo marido al <strong>que</strong> no <strong>se</strong> puede soportar <strong>se</strong>ría inmoral. Ahora, esforzar<strong>se</strong> en ahogar<br />

dentro de sí la juventud y el <strong>se</strong>ntimiento vivo, ¿eso no es inmoral?.<br />

SONIA. Tío Vania. No me gusta oírte hablar así.<br />

TELEGUIN. El <strong>que</strong> engaña a su marido o a su <strong>mujer</strong> es un <strong>se</strong>r infiel. Es capaz también de traicionar a la<br />

patria.<br />

VANIA. Vos cerrá el pico.<br />

TELEGUIN. Permítanme, mi marido, sin duda por culpa de mi exterior poco atrayente, fugo<strong>se</strong> al día<br />

siguiente de nuestra boda, con la <strong>mujer</strong> a quien él realmente <strong>que</strong>ría…<br />

(Entra ELENA ANDREEVNA.)<br />

VANIA. Que <strong>se</strong> le va a hacer. No es la primera vez <strong>que</strong> pasa.<br />

ASTROV. (A ELENA ANDREEVNA.) Usted me llamó diciéndome <strong>que</strong> su marido tenía reuma. Vengo y<br />

no me quiere recibir…<br />

ELENA ANDREEVNA. Sí, discúlpeme <strong>que</strong> lo hice venir. Ayer <strong>se</strong> <strong>que</strong>jaba del dolor de piernas. Pero hoy<br />

parece <strong>que</strong> no tiene nada.<br />

SONIA. Como recompensa, <strong>se</strong> podría <strong>que</strong>dar aquí, hasta mañana. Es tan raro <strong>que</strong> <strong>se</strong> <strong>que</strong>de a dormir.<br />

Seguro <strong>que</strong> no comió, entonces come con nosotros. Pero no comemos hasta después de las <strong>se</strong>is.<br />

TELEGUIN. ¿Puedo retomar? Después de eso, yo <strong>se</strong>guí cumpliendo con mi deber. Todavía lo quiero y lo<br />

ayudo en cuanto puedo. Le entregué todos mis bienes, para <strong>que</strong> edu<strong>que</strong> a los niños <strong>que</strong> tuvo con la <strong>mujer</strong><br />

<strong>que</strong> quiso. Resultado: A mi me faltó la dicha, pero me <strong>que</strong>do el orgullo. ¿A él <strong>que</strong> le <strong>que</strong>dó? Nada. Su<br />

juventud pasó. La <strong>mujer</strong> a quien <strong>que</strong>ría <strong>se</strong> murió. No le <strong>que</strong>da nada.<br />

SONIA. Sos <strong>una</strong> <strong>mujer</strong> muy buena pero cuando hablas te extendés tanto.<br />

(Elena bebe.)<br />

TELEGUIN. ¿Está frío? Se lo caliento.<br />

ELENA ANDREEVNA. No, no es té, es vodka, gracias Ivan Ivanich.<br />

TELEGUIN. Perdón, pero no soy Ivan Ivanich. Soy Teleguin, <strong>se</strong>guro me confunde con algún<br />

personaje masculino; <strong>se</strong>rá por el habano o por los pantalones. Pero soy <strong>una</strong> <strong>mujer</strong> y soy madrina de<br />

Sonia. Su esposo me conoce mucho. Ahora vivo aquí y ayudo en lo <strong>que</strong> puedo. No <strong>se</strong> si <strong>se</strong> dio<br />

cuenta... todos los días como con ustedes... El otro día en la calle un hombre me dijo…<br />

SONIA. ¿Pero por qué tenés esa cara, abuela?<br />

TELEGUIN: Usted vive mantenida por esa familia. Es un parásito. Un parásito. A mí.<br />

SONIA. (Con ternura.) Traiga, madrina <strong>que</strong> le doy mas té.<br />

6


MARIA VASILIEVNA. Me olvidé de decirle a Alexander –como <strong>se</strong> me va la memoria- <strong>que</strong> hoy recibí<br />

carta de <strong>una</strong> editorial. Le pedía con urgencia un articulo suyo para no <strong>se</strong> dónde.<br />

VANIA. ¿Y eso es tan importante? Tóme<strong>se</strong> el té, mamá, así <strong>se</strong> calla un poco o váya<strong>se</strong> a dormir.<br />

MARIA VASILIEVNA. Pero, si quiero <strong>se</strong>guir hablando. Casi ni abrí la boca desde <strong>que</strong> ustedes<br />

empezaron a hablar.<br />

VANIA. Desde hace cincuenta años no hacemos mas <strong>que</strong> hablar, mamá, hablar y leer artículos. Ya<br />

es hora de terminar.<br />

MARIA VASILIEVNA. Perdoname Jean, pero en este último año cambiaste tanto, <strong>que</strong> no te reconozco.<br />

Antes eras un hombre de convicciones definidas. Tenías <strong>una</strong> personalidad clara...<br />

VANIA. ¿Yo, <strong>una</strong> personalidad clara? Es imposible no <strong>se</strong>r más venenoso conmigo. Tengo cuarenta y siete<br />

años y como usted, hasta el año pasado me la pasé leyendo esos dichosos artículos, sin poder vivir mi<br />

vida. Y pensaba <strong>que</strong> hacía bien.<br />

SONIA. Basta tío Vania. Es aburrido.<br />

MARIA VASILIEVNA. Le echas la culpa de tu fracaso a tus anteriores convicciones. Tendrías <strong>que</strong> haber<br />

hecho algo. La culpa es tuya. Ahora, claro te veo y entiendo hasta <strong>que</strong> punto uno puede llegar a<br />

embrutecer<strong>se</strong>.<br />

VANIA. No todo el mundo es capaz de convertir<strong>se</strong> en un « perpetuum mobile» de la escritura, como tu<br />

<strong>que</strong>rido profesor.<br />

MARIA VASILIEVNA. ¿Qué me <strong>que</strong>rés decir con eso?<br />

ELENA ANDREEVNA. La verdad es <strong>que</strong> el tiempo hoy esta hermoso. No hace calor...<br />

VANIA. Sí. Un tiempo muy bueno para <strong>mata</strong>r<strong>se</strong>.<br />

SONIA. Tío Vania... Por favor.<br />

ASTROV. Sonia, te hago <strong>una</strong> apuesta. Después de comer nos vamos afuera y corremos alrededor<br />

de la casa. Te apuesto mi sueldo a quién es más rápido.<br />

SONIA. ¿A mí? Pero yo no tengo plata...<br />

ASTROV. Bueno, si perdés, me cantas treinta canciones.<br />

SONIA. Muy bien, acepto. (Baila)<br />

ASTROV. (A Sonia) ¿Qué es eso?<br />

SONIA. Un oso bailando sobre <strong>una</strong> chapa caliente. Estoy tan contenta<br />

TELEGUIN. Esto es maravilloso, <strong>se</strong>ñores. Maravilloso. Una vez al terminar la guerra me encontré<br />

con dos soldados turcos borrachos. De pronto no <strong>se</strong> <strong>que</strong> pasó, pero me encuentro abrazada a uno<br />

<strong>que</strong> me dice...<br />

ELENA ANDREEVNA. (Mirando al cielo.) ¿Que pájaro es e<strong>se</strong> pájaro <strong>que</strong> pasa volando?<br />

7


MARÍA. Un buitre.<br />

TELEGUIN. Señores. A la salud del buitre (SONIA ríe.)<br />

VANIA. Bueno, ya empezó ¿Por <strong>que</strong> te reís, a ver?<br />

MARIA. Sonia, eso es de mala educación.<br />

VANIA. Eso es lo <strong>que</strong> yo llamo reír<strong>se</strong> por<strong>que</strong> si . A esta le mostrás el dedo y ya <strong>se</strong> está riendo.<br />

Sonia... (Le muestra el dedo.) ¿Ven?<br />

TELEGUIN. (A SONIA) No entiendo. Si es tan dulce ¿por qué todavía solterita, la chiquita?...<br />

VANIA. ¿Con quién va a casar<strong>se</strong>? El otro día, por casualidad, encuentro su diario sobre la mesa.<br />

Así de grande. Lo abro y leo: “No, no <strong>que</strong>rré nunca a nadie. El amor, esa atracción egoísta del<br />

otro <strong>se</strong>xo. Solo el teatro me puede proporcionar el caudal de energía <strong>que</strong>..”. Dios mío, <strong>que</strong><br />

palabras. “Expresión trascendental”, "Punto de conflicto en mi vida”.<br />

SONIA. En cualquier otro estarían bien esas ironías; pero en vos no, tío Vania.<br />

VANIA. ¿Te enojaste?<br />

SONIA. Una palabra mas y...<br />

ASTROV. (Mira la hora.) Tengo <strong>que</strong> irme.<br />

TELEGUIN. (Riendo.) Que carácter.<br />

S O NI A. ¿ A donde?<br />

ASTROV. A ver a un enfermo.<br />

TELEGUIN. Qué <strong>se</strong> le va a hacer.<br />

VANIA. Bueno... dame la mano. ¿Me das esa manito? No lo voy a hacer más, Sonia.<br />

SONIA. Qué lástima. Pero cuando <strong>se</strong> desocupe, venga a comer con nosotros.<br />

VANIA. Sonia, te estoy hablando.<br />

ASTROV. No creo <strong>que</strong> pueda. Tengo ocupaciones. (A TELEGUIN) Ahora sí <strong>se</strong>rvíme <strong>una</strong> copa de<br />

vodka, por favor. (Sale Teleguin.)<br />

SONIA. Entiendo. Cosas más importantes.<br />

ASTROV. En <strong>una</strong> de sus obras, Ostrovsky pre<strong>se</strong>nta un personaje de cabello largo y poco<br />

inteligente, <strong>que</strong> al término de su vida intenta comprender lo e<strong>se</strong>ncial... E<strong>se</strong> soy yo, Sonia. Ya no <strong>se</strong><br />

<strong>que</strong> es lo importante, pero camino… (Teleguin le alcanza <strong>una</strong> copa .Bebe)<br />

VANIA. ¿Qué dice Ostrovsky?<br />

ASTROV. A ver Vania, qué dice?<br />

8


VANIA. Dice <strong>que</strong> …”sólo por el camino de la verdad”… bueno, no me acuerdo.<br />

ASTROV. "Lo más valioso <strong>que</strong> un hombre po<strong>se</strong>e es el arte filodramático. Debe aprovecharlo de<br />

manera <strong>que</strong> los años vividos no le pe<strong>se</strong>n, <strong>que</strong> la vergüenza de un pasado mi<strong>se</strong>rable y mezquino no<br />

le <strong>que</strong>me y <strong>que</strong> muriendo, aún habiendo fallado, pueda decir…”(Invita a Vania a terminar la<br />

fra<strong>se</strong>.)<br />

VANIA. “Consagré toda mi vida y todas mis fuerzas a lo más hermoso en el mundo, a luchar…no,<br />

a la lucha….”<br />

ASTROV.”A la lucha por la liberación de la belleza..."<br />

ELENA ANDREEVNA. A mi me fascina el teatro.<br />

VANIA. Esto no es teatro, es literatura.<br />

ASTROV. Solange. Solange. Prepare mis trajes.<br />

VANIA. Esto es teatro (A María) Córra<strong>se</strong> mamá. (A Astrov) SI. Estaba preparando la infusión de<br />

la <strong>se</strong>ñora.<br />

ASTROV. El vestido blanco de lentejuelas. El abanico, las joyas.<br />

VANIA. Sí, <strong>se</strong>ñora. ¿Todas las joyas de la <strong>se</strong>ñora?<br />

ASTROV. Sí, las quiero elegir yo misma. Sos feísima, tesorito mío. Inclinate y mirate en mis<br />

zapatos. (Alarga el pie y Vania lo examina) Me da un asco ver mi pie envuelto entre los velos de<br />

su saliva, un asco…<br />

VANIA. Solo de<strong>se</strong>o <strong>que</strong> la <strong>se</strong>ñora esté guapa.<br />

ASTROV. Vos me odias, ¿verdad Solange?<br />

VANIA. ¡Oh! No <strong>se</strong>ñora.<br />

ASTROV. Cállete, idiota. Mi vestido blanco.<br />

VANIA. El vestido rojo. La <strong>se</strong>ñora <strong>se</strong> pondrá el vestido rojo.<br />

ASTROV. Dije mi vestido blanco con lentejuelas.<br />

VANIA. Lo siento. Esta noche la <strong>se</strong>ñora llevará el vestido de terciopelo escarlata.<br />

ASTROV. ¿A si Solange? ¿Y por qué?<br />

VANIA. Por<strong>que</strong> no puedo olvidar el pecho de la <strong>se</strong>ñora bajo los pliegues de terciopelo. Cuando la<br />

<strong>se</strong>ñora suspira y habla al <strong>se</strong>ñor de mi fidelidad. Mi fidelidad.<br />

ASTROV. (A Elena) Además de todo esto, me daría <strong>una</strong> gran alegría si un día viene a visitarme con<br />

Sonia. Tengo <strong>una</strong> hacienda. Si le interesa ver un jardín modelo y un hermoso invernadero...<br />

9


ELENA ANDREEVNA. Ah, me habían dicho <strong>que</strong> usted ama la naturaleza. ¿Pero <strong>que</strong> tiempo deja para su<br />

verdadera vocación?<br />

VANIA. ¿Perdón? ¿Qué vocación?<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Él no es medico?<br />

VANIA. Quien puede saber cual es la verdadera vocación del hombre. Está tan cansado de la<br />

medicina, pobrecito...<br />

ELENA ANDREEVNA. Pero lo de los bos<strong>que</strong>s ¿es interesante?<br />

SONIA. Sí <strong>que</strong> es interesante. El doctor todos los años planta nuevos bos<strong>que</strong>s. Fue premiado con <strong>una</strong><br />

medalla de bronce y un diploma. No te rías Tío Vania. (A Astrov) ¿No? Se preocupa también de <strong>que</strong> los<br />

viejos bos<strong>que</strong>s no <strong>se</strong> pierdan. Si le oyeran hablar del tema terminarían comprendiéndolo.<br />

VANIA. (Con ironía.) Claro, <strong>se</strong>guro <strong>que</strong> sí. Bos<strong>que</strong>s, bos<strong>que</strong>s y más bos<strong>que</strong>s. Cubramos la tierra con<br />

bos<strong>que</strong>s.<br />

ELENA ANDREEVNA. (A Astrov) Usted debe tener treinta y <strong>se</strong>is o treinta y siete años.<br />

VANIA. Treinta y nueve, el mes <strong>que</strong> viene cumple cuarenta.<br />

ELENA ANDREEVNA. Yo también como Vania pienso <strong>que</strong> debe resultarle un poco monótono a su<br />

edad.<br />

SONIA. No. Él dice <strong>que</strong> como los bos<strong>que</strong>s dulcifican el clima el hombre emplea menos fuerzas en la<br />

lucha con la naturaleza. Entonces <strong>se</strong> vuelve más bondadoso, más suave y más tierno, más <strong>se</strong>nsible.<br />

VANIA. (Riendo.) Muy emocionante, pero nada convincente.<br />

SONIA. Tío Vania. Calláte. Y <strong>que</strong> entonces su lenguaje es más fino por<strong>que</strong> su filosofía no es sombría, y<br />

su relación hacia la <strong>mujer</strong>… esta impregnada de <strong>una</strong> fiera nobleza.<br />

VANIA. Fiera nobleza.<br />

ASTROV. Suficiente ¿Ven? Es mejor <strong>que</strong> no hablemos de esto.<br />

VANIA. Como quieras pero permitíme <strong>que</strong> continúe encendiendo mis estufas con leña y construyendo<br />

mis galpones de madera.<br />

ASTROV. Podrías encender tus estufas con carbón. Y construir tus galpones de piedra.<br />

VANIA. No puedo. Es mi necesidad. Y la de todos.<br />

ASTROV. No, pero si ahí está el gran problema. Yo admito <strong>que</strong> <strong>se</strong> corten árboles por necesidad, ¿pero por<br />

qué destruirlos salvajemente? Se destruyen refugios de animales, de pájaros. Los ríos <strong>se</strong> <strong>se</strong>can. Paisajes<br />

maravillosos desaparecen, y todo por<strong>que</strong>? El hombre es perezoso, es incapaz de agachar<strong>se</strong> y extraer de la<br />

tierra el combustible. (A ELENA ANDREEVNA.) ¿No estoy en lo cierto? ¿Quemar en la estufa esa<br />

belleza?. El hombre esta dotado de juicio y de fuerza creadora, sin embargo, lo <strong>que</strong> hace es destruir. Y<br />

destruir algo <strong>que</strong> es incapaz de crear. (A VOINITZKIL) Vos me mirás con ironía, pero cuando paso ante<br />

los bos<strong>que</strong>s <strong>que</strong> salvé de la tala, o cuando escucho el rumor de un bos<strong>que</strong> joven plantado por mí, el alma<br />

<strong>se</strong> me llena de orgullo y reconozco <strong>que</strong> el clima está de alg<strong>una</strong> manera en mis manos y <strong>que</strong> si, dentro de<br />

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mil años, el hombre es más feliz, <strong>se</strong>rá un poco por mi causa. (Viene TELEGUIN con la copa de vodka.<br />

Bebe.)<br />

VANIA. También podemos pensar <strong>que</strong> todo esto <strong>que</strong> decís es <strong>una</strong> gran estupidez, fiera nobleza…<br />

ASTROV. Por supuesto <strong>que</strong> puede <strong>se</strong>r <strong>una</strong> estupidez. Me voy. (Se encamina hacia afuera.)<br />

SONIA. ¿Cuándo va a volver?<br />

ASTROV. No lo sé.<br />

SONIA. No vaya a estar otro mes sin venir, por favor. (Sale ASTROV)<br />

VANIA. (A Elena) “Oh, belleza misteriosa, permíteme <strong>que</strong> te llame literatura, quienquiera <strong>que</strong> <strong>se</strong>as.<br />

Divina, Musa.”<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Yo, literatura?<br />

VANIA. En la escuela decía fragmentos de poemas. Yo no entendía nada pero las profesoras me decían<br />

<strong>que</strong> era extraordinario. ¿Se acuerda, mamá?<br />

MARIA. Pobrecito. Pensaban <strong>que</strong> tenía mundo interior.<br />

VANIA. Tengo, mamá.<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Qué debe pensar el médico de mí? Como soy tímida, casi ni le hablo. O les<br />

hablo a los otros cuando le quiero hablar a él.<br />

VANIA. No lo puedo creer... Qué poca belleza de pensamiento hay en esta casa!! ¿Para <strong>que</strong> necesita<br />

hablarle, a ver?<br />

ELENA ANDREEVNA. No sé. Tiene <strong>una</strong> cara interesante.<br />

VANIA. Una cara interesante. Díga<strong>se</strong>lo <strong>que</strong> le va a encantar. Le sobra amor propio. E<strong>se</strong> es su gran<br />

problema. Intente decir en su pre<strong>se</strong>ncia <strong>que</strong> un perro es bueno, y en el acto <strong>se</strong> ofende, por<strong>que</strong> no<br />

fue él a quien alabaron.<br />

MARIA. Este es <strong>una</strong> basurita...<br />

VANIA. ¿Qué dijo mamá? La escuché. (A Elena). Venga, venga conmigo. Si conmigo sí puede hablar.<br />

Somos amigos. ¿Qué pasa? ¿Qué hice ahora?<br />

ELENA ANDREEVNA. Ayer otra vez, durante el almuerzo, discutió con Alexander.<br />

VANIA. Bueno, y si soy un animal.<br />

MARIA. ¿Y qué necesidad tenés de mortificarme diciéndome eso del “perpetuum mobile”?<br />

VANIA. Si es la verdad.<br />

ELENA ANDREEVNA. Cálle<strong>se</strong>, por favor. No es peor <strong>que</strong> usted.<br />

VANIA. Pero si lo odio profundamente. ¿Qué voy a hacerle?<br />

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1


ELENA ANDREEVNA. Todos critican a mi marido. Todos me miran con compasión. “Qué<br />

desgraciada”... "Tiene un marido viejo". No sabe como comprendo e<strong>se</strong> interés por mí. Todos ustedes,<br />

como acaba de decir el doctor, dejan morir a los bos<strong>que</strong>s. Pronto en la tierra no <strong>que</strong>dará casi nada. Bueno,<br />

así preparan la pérdida del hombre. Dentro de poco, gracias a ustedes, no <strong>que</strong>dará ni fidelidad, ni pureza,<br />

ni capacidad de sacrificio. Alexander...<br />

VANIA. No es verdad.<br />

ELENA ANDREEVNA. Ah no? ¿Por qué, entonces, no puede ver con indiferencia a <strong>una</strong> <strong>mujer</strong> <strong>que</strong> no es<br />

suya? Por<strong>que</strong> yo no soy suya, Ivan Petrovich. Tiene razón el doctor, cada uno de ustedes lleva dentro la<br />

<strong>se</strong>milla de la destrucción.<br />

VANIA. No me gusta para nada su forma de pensar.<br />

ELENA ANDREEVNA. Ah, al <strong>se</strong>ñor no le gusta. Sabe porqué usted y yo somos amigos, por<strong>que</strong> los<br />

dos somos aburridos y tristes, y por<strong>que</strong>, en el fondo, nos creémos superiores a los demás. ¿Y dice <strong>que</strong><br />

es al doctor al <strong>que</strong> le sobre el amor propio?....No me mire de esa manera <strong>que</strong> no me gusta.<br />

Alexander... (MARIA VASILIEVNA anota algo en el margen del libro)<br />

VANIA ¿Y usted qué anota? (A María)<br />

MARÍA. Nada, nada, <strong>que</strong>rido... cosas mías, íntimas <strong>que</strong> no te importan. (Sale Vania)<br />

SEREBRIAKOV. Lenochka. ¿Donde estás, <strong>que</strong>rida?<br />

ELENA ANDREEVNA. Aquí.<br />

SEREBRIAKOV. ¿A dónde iban ustedes dos?<br />

ELENA ANDREEVNA. A ningún lado. Pensaba cerrar las ventanas.<br />

SEREBRIAKOV. No, las ventanas no <strong>que</strong> me sofoco. (A María) No me haría un tecito, por<br />

favor...Sonia sabés <strong>que</strong> soñé recién? Soñé <strong>que</strong> mi pierna derecha no era mía, y me desperté con un<br />

dolor tremendo.<br />

SONIA. Es la gota, papá.<br />

SEREBRIAKOV. No, esto no es gota. Es reuma... ¿Qué hora es?<br />

SONIA. Las doce y veinte. Bueno, yo mañana me tengo <strong>que</strong> levantar temprano para la siega.<br />

SEREBRIAKOV. Ah Sonia antes de acostarte buscame en la biblioteca el libro de Batiuschkov. Me<br />

parece <strong>que</strong> lo tenemos. Pero... ¿por qué me dará esta fatiga al respirar?<br />

SONIA. Mañana por la mañana papá.<br />

ELENA ANDREEVNA. Estas cansado... Ya es la <strong>se</strong>gunda noche <strong>que</strong> no dormimos.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Que hora es?<br />

ELENA ANDREEVNA. Recién te dijo Sonia. Doce y veinte.<br />

1<br />

2


SEREBRIAKOV. No grites cuando me falta el aire. Sonia... Las gotas... Sobre el estante. (Sonia<br />

las busca)<br />

SONIA. Quién te recetó estas gotas papá? Mandás a buscar al doctor, y cuando llega, te negás a<br />

recibirlo (le alcanza las gotas).Encima te automedicás.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Y para qué lo necesito? Entiende tanto de medicina como yo de astronomía.<br />

ELENA ANDREEVNA. Bueno, lo único <strong>que</strong> faltaría es <strong>que</strong> para tu gota hiciéramos venir a toda la<br />

Facultad de Medicina.<br />

SEREBRIAKOV. Estas no. No puedo pedir nada.<br />

SONIA. No <strong>se</strong>as caprichoso.<br />

SEREBRIAKOV. No soy caprichoso. Una vez <strong>se</strong> nos enferma el gato. Ella era chiquita. Llamamos a<br />

uno <strong>que</strong> me habían recomendado.(A Sonia) “Si alguien no sabe cuidar a los animales”, me dijo el médico<br />

e<strong>se</strong>, “es mejor <strong>que</strong> no los tenga". Y ni sabía lo <strong>que</strong> había pasado.<br />

SONIA. Pero e<strong>se</strong> era un veterinario.<br />

SEREBRIAKOV. Te pediría <strong>que</strong> no me hables con aires de muchachita nerviosa. ¿No ves? Esto no tiene<br />

<strong>se</strong>ntido. ¿Es <strong>que</strong> me tengo <strong>que</strong> morir para <strong>que</strong> <strong>se</strong> me considere?<br />

SONIA. Bueno, a mi tampoco me gusta <strong>que</strong> me griten. Buenas noches.<br />

SEREBRIAKOV. Escuché a tu doctorcito recitar ampulosamente a Ostrovsky. Recién. Me hacía el<br />

dormido. Ah y también los escuché repre<strong>se</strong>ntar esa escena de travestidos con tu tío. Muy lindo. Muy linda<br />

esa mezcla de lo real con lo irreal, el “yo” propio con el “yo” del otro. Esa bús<strong>que</strong>da de nuevo <strong>se</strong>ntido de<br />

la realidad. Muy moderno todo. La maldad en vinculación con lo trascendente, no? El gran Jean Genet. El<br />

futuro del teatro en manos de un ladrón enamorado de un equilibrista. Dios mío. Y esa herejía sobre<br />

Ostrovsky. Patético. Lo <strong>que</strong> ustedes no saben es <strong>que</strong> a Ostrovsky el reuma le trajo angina de pecho. Y de<br />

eso <strong>se</strong> <strong>que</strong>dó inválido -como pronto estará tu padre. De ahí en más su sufrimiento fue inenarrable. Murió<br />

solo, discapacitado, hemipléjico…<br />

De qué te carajo te reís? ( A ELENA ) Maldita y as<strong>que</strong>rosa vejez. Siento asco de mí mismo. Seguramente a<br />

todos ustedes también les dará asco mirarme. Pero no <strong>se</strong> preocupen <strong>que</strong> pronto los libero a todos.<br />

Ostrovsky, ¿me escuchás?, pronto nos veremos las caras frente a frente. ¿Ostrovsky?<br />

ELENA ANDREEVNA. Hablas como si los demás tuviéramos la culpa de <strong>que</strong> <strong>se</strong>as viejo.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Ves? A vos es a la primera a quien doy asco.<br />

ELENA ANDREEVNA. No puedo mas Alexander, ya no puedo más...<br />

SEREBRIAKOV. Que bonito todo. Ahora resulta <strong>que</strong>, por mi culpa, nadie puede más en esta casa de<br />

mierda... En este drama campesino todos <strong>se</strong> aburren, pierden la juventud, y solo yo disfruto de la vida.<br />

Pero digo ¿alguien me ve a mi saltar de contento por el aire como un mono enlo<strong>que</strong>cido…?<br />

ELENA ANDREEVNA. Esto es insoportable. Decíme, ¿qué <strong>que</strong>rés de mí?<br />

1<br />

3


SEREBRIAKOV. ¿Que quiero yo? ¿La escuchás? Se pone a hablar Iván Petrovich o esa vieja idiota de<br />

Maria Vasilievna y <strong>se</strong> los escucha con atención. Ahora yo abro la boca y todos <strong>se</strong> sienten desgraciados.<br />

Qué pasa?, ¿<strong>se</strong>rá mi voz <strong>que</strong> inspirará asco?<br />

SONIA. Papá...<br />

SEREBRIAKOV. Sonia, <strong>que</strong>rida, escuchá esta locura de tu padre, la otra noche pensaba: ¿Y si admitiera<br />

<strong>se</strong>r as<strong>que</strong>roso, egoísta, déspota? ¿Que pasaría? ¿Ni siquiera en la vejez <strong>se</strong> me permite un mínimo derecho<br />

al egoísmo?... ¿No me lo merezco?<br />

SONIA. ¿Qué decís?<br />

SEREBRIAKOV. Elena ¿Será posible <strong>que</strong> no pueda aspirar a <strong>una</strong> vejez tranquila y a la consideración de<br />

la gente? Haber<strong>se</strong> pasado toda la vida trabajando para las artes escénicas... Yo estaba acostumbrado a un<br />

estudio digno, Elena, a un auditorio, a compañeros de la universidad, a los <strong>que</strong> <strong>se</strong> los extraña.<br />

ELENA ANDREEVNA. Nadie discute tus derechos. (Lo besa)<br />

SONIA. Se levantó mucho viento. Va a empezar a llover... Habrá <strong>que</strong> cerrar la ventana.<br />

ELENA ANDREEVNA. Nadie discute tus derechos.<br />

SEREBRIAKOV. Vos sabés como me gusta el éxito, la celebridad, los estrenos, el ruido. De pronto, sin<br />

mucho protocolo, encontrar<strong>se</strong> en el exilio, en un rancho inmundo, encerrado, recordando constantemente<br />

el pasado.<br />

ELENA ANDREEVNA. Y <strong>que</strong>rés vivir. Ya lo sé.<br />

SEREBRIAKOV. Y claro <strong>que</strong> quiero vivir. Como cualquiera. No puedo. Estoy muy triste. Muy triste. Me<br />

faltan fuerzas. Y encima de todo no <strong>se</strong> me perdona <strong>se</strong>r viejo.<br />

ELENA ANDREEVNA. Esperá un poco... Tené paciencia. Dentro de cinco o <strong>se</strong>is años, yo también voy a<br />

<strong>se</strong>r vieja.<br />

VANIA. (Entrando con Sonia)Me parece <strong>que</strong> vamos a tener tormenta. (A Elena y Sonia) Ustedes dos<br />

váyan<strong>se</strong> a dormir <strong>que</strong> yo me <strong>que</strong>do con él.<br />

SEREBRIAKOV. (Asustado.) ¡No, no!... No me dejen con él... No... Me va a aturdir con esa verborragia<br />

a<strong>se</strong>sina.<br />

VANIA. Esta es la <strong>se</strong>gunda noche <strong>que</strong> en esta casa no <strong>se</strong> duerme por tu culpa.<br />

SEREBRIAKOV. Bueno <strong>que</strong> ellas <strong>se</strong> vayan a dormir pero vos también te vas. Gracias, muchas gracias a<br />

todos. Te suplico, Vania, en nombre de nuestra antigua amistad. (A su <strong>mujer</strong>) Querida, no me dejes con él.<br />

Me va a aturdir.<br />

VANIA. ¿Que antigua amistad? A veces hasta me resultas gracioso.<br />

SONIA. Calláte, tío Vania.<br />

(Entran MARIA y TELEGUIN.)<br />

1<br />

4


TELEGUIN. (Con ternura, acercándo<strong>se</strong> a SEREBRIAKOV.) ¿Que pasa, padrecito? ¿Te duele?... Esta<br />

enfermedad es tan mala con vos.<br />

SONIA. ¿Qué haces levantada?<br />

TELEGUIN. ¿Cómo me iba a acostar? Me acuerdo de la difunta Vera Petrovna. Se pasaba las noches en<br />

vela por vos. Cómo te <strong>que</strong>ría esa <strong>mujer</strong>.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Sabes <strong>que</strong> yo no me acuerdo? Pero ahora, mirá, parece <strong>que</strong> ahora tampoco nadie<br />

duerme, <strong>que</strong> todos están agotados, y el único <strong>que</strong> la estaría pasando bien soy yo.<br />

TELEGUIN. Bueno, cuantos problemas <strong>que</strong> tenemos.<br />

MARIA. Tome el té Alexander (A Elena) ¿No tiene algún tranquilizante?<br />

ELENA ANDREEVNA. Si tiene uno <strong>que</strong> es muy suave. Se lo doy...<br />

TELEGUIN. Tranquilo, vamos a la cama. Te vamos a dar un tecito con <strong>una</strong> pastillita, te vamos a calentar<br />

las piernas y vamos a rezar todos por vos.<br />

SEREBRIAKOV. (Conmovido.) Que <strong>mujer</strong> tan agradable sos. Dios mío, <strong>que</strong> inmensa alegría, cuanta<br />

mi<strong>se</strong>ricordia en medio de la noche de mi existencia.<br />

(Entra ASTROV.)<br />

ASTROV.¿Que es lo <strong>que</strong> pasa, Alexander?<br />

SEREBRIAKOV. (A Astrov) Ah, ¿No <strong>se</strong> había ido? Ya me están cuidando...<br />

ASTROV. ¿No le da vergüenza poner<strong>se</strong> enfermo? Eso no esta bien.<br />

SEREBRIAKOV.¿Por <strong>que</strong> los médicos me hablan siempre con e<strong>se</strong> tonito de condescendencia?<br />

ELENA ANDREEVNA. Hace caso y calláte, Alexander... Me dejás agotada.<br />

ASTROV. Vamos... Si no puede caminar, lo puedo llevar en brazos.<br />

SEREBRIAKOV. No hace falta. Puedo caminar solo. (Se levanta.) Le dije <strong>que</strong> no tenía por <strong>que</strong> haber<strong>se</strong><br />

molestado. (Lo llevan.) ¿Por <strong>que</strong> me agarran ustedes? Si puedo ir solo<br />

(Salen)<br />

VANIA. Pensar <strong>que</strong> en esta casa nos privábamos de comer para poder mandarle el dinero de la hacienda.<br />

Todo por<strong>que</strong> <strong>se</strong>ntíamos adoración y orgullo por él, por lo <strong>que</strong> decía y escribía... Ahora... Dios mío... No<br />

andan bien las cosas en esta casa.<br />

MARIA VASILIEVNA. No, claro <strong>que</strong> no. El profesor está irritado y a vos te tiene miedo. Sonia está<br />

enojada con usted. Casi ni <strong>se</strong> hablan. Vos detestás al profesor y a mí me despreciás abiertamente.<br />

VANIA. Sería bueno responder<strong>se</strong> por qué pasa lo <strong>que</strong> pasa, ¿no?<br />

MARIA VASILIEVNA. Y todavía no me olvidé del Perpetuon Móbile. (Sale).<br />

1<br />

5


VANIA. ¿Que puedo hacer con mi mamá? ¿Dónde meterla? Si supiera lo <strong>que</strong> sufro al ver <strong>que</strong> a mi<br />

lado, en esta misma casa, <strong>se</strong> malogra otra vida. Por<strong>que</strong> mi vida también esta perdida. Mi pasado <strong>se</strong><br />

consumió en estupideces, y mi pre<strong>se</strong>nte es terrible. Sin embargo me gustó cuando dijo <strong>que</strong> los dos<br />

éramos aburridos y tristes. Y aquí estamos los dos, aburridos y tristes. Se lo digo: su retórica, su<br />

moral perezosa, sus ideas absurdas sobre la destrucción del mundo... Todo eso suyo me es profundamente<br />

aborrecible. ¿Que está esperando para actuar de <strong>una</strong> buena vez? ¿Que fuerza la detiene?<br />

ELENA ANDREEVNA. (Mirándolo .fijamente.) Iván Petrovich. Usted está borracho. ¿Por qué<br />

estuvo bebiendo?<br />

VANIA. Al menos eso <strong>se</strong> parece a vivir.<br />

ELENA ANDREEVNA. Antes usted no bebía nunca, ni hablaba tanto. ¿Por qué no va a dar <strong>una</strong><br />

vuelta y <strong>se</strong> despeja un poco? (Elena intenta marchar<strong>se</strong>. Él cerrándole el paso)<br />

VANIA. Cuánto tiempo hace <strong>que</strong> nos conocemos usted y yo?<br />

ELENA ANDREEVNA. No sé, cuatro o cinco años…<br />

VANIA. No. Diez años. Fué en casa de mi difunta hermana. ¿Se acuerda? ¿Por qué no me enamoré en<br />

a<strong>que</strong>l tiempo y pedí su mano?<br />

ELENA ANDREEVNA. Qué <strong>se</strong> la va a hacer, así es la vida…<br />

VANIA. Si, pero la vida podría <strong>se</strong>r de otra manera, no?<br />

ELENA ANDREEVNA. Si? Cómo?<br />

VANIA....Usted ahora <strong>se</strong>ría mi <strong>mujer</strong>. Sí, ahora la tormenta nos habría despertado a los dos. Usted <strong>se</strong><br />

asustaría de los truenos y yo la abrazaría, le murmuraría: No tengas miedo mi amor. Estoy aquí. Con<br />

vos…Eso le diría.<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Por qué hace esta escena?<br />

VANIA. ¿Cómo escena? Por<strong>que</strong> la amo, la amo profundamente. (Intenta besarla. Ella le saca la<br />

cara)<br />

ELENA ANDREEVNA. Déjeme en paz ! (Sale.) Su compañía me aburre.<br />

(Entra ASTROV. Le sigue TELEGUIN con <strong>una</strong> armónica.)<br />

ASTROV. Ya acostamos al viejo.<br />

TELEGUIN. Y uno de los soldados turcos me estaba peinando, encima estaba borracho, y riéndo<strong>se</strong> me<br />

dice: tiene calvicie. Dios mío solo eso me faltaba. A los dos días estuve en lo del médico. Me revisó y me<br />

dijo: <strong>se</strong>ñora, esto no es calvicie, esto son pérdidas mecánicas.<br />

TELEGUIN. ¿Pérdidas mecánicas?. Dios mío. Sí, perdidas mecánicas. ¿Y <strong>que</strong> es eso?<br />

ASTROV. Tocá.<br />

TELEGUIN. (A Astrov) Dame un cigarrillo, no llegué a comprar. (Empieza a tocar bajito)<br />

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6


ASTROV. ¿Por qué tenés esa cara tan triste? ¿Te da pena el profesor? O te estás enamoraste de la<br />

profesora.<br />

VANIA. Callate cínico.<br />

ASTROV. ¿Quién es el cínico?<br />

TELEGUIN. Un perro ladra cansado. ¿Para quién <strong>se</strong>rá e<strong>se</strong> ladrido?<br />

ASTROV. No pongas esa cara. Hay <strong>que</strong> estar alegre y cantar. Cantemos, Solange. Hay <strong>que</strong> reír<strong>se</strong>. Si no,<br />

la tragedia nos sacará volando por la ventana. Cerrá la ventana. El a<strong>se</strong>sinato es <strong>una</strong> cosa… Inenarrable,<br />

Solange… La vamos a llevar a un bos<strong>que</strong> y debajo de un abeto, al claro de l<strong>una</strong>, la vamos a descuartizar.<br />

Y la vamos a enterrar bajo las flores del jardín y la vamos a regar todas las noches con <strong>una</strong> regaderita.<br />

TELEGUIN. ¿A quién hay <strong>que</strong> <strong>mata</strong>r?<br />

VANIA. A Elena. Es ella <strong>que</strong> vuelve. Hay <strong>que</strong> <strong>mata</strong>rla. ¿Cuánto hay <strong>que</strong> poner?<br />

ASTROV. (A Sonia) Su tío me sacó el frasco de morfina Sonia.<br />

SONIA. ¿Te volviste loco tío Vania?<br />

ASTROV. Poné diez en su té.<br />

VANIA. Diez. Diez gotas de morfina. Pero no me voy a atrever, <strong>se</strong> <strong>que</strong> no me voy a…<br />

ASTROV. Nueve no alcanzan…<br />

SONIA. ¿Te volviste loco, Tio Vania? ¿Que estás haciendo…?<br />

VANIA. Estoy harta. Harta de <strong>se</strong>r la araña, la funda del paraguas. Estoy harta de tener <strong>una</strong> vela en lugar<br />

de un altar. Soy la orgullosa, la podrida. Vamos a <strong>se</strong>guir así? Acongojadas? Viendo como ella centellea<br />

por allí?<br />

ASTROV. (A Teleguin y a Sonia) Estamos nerviosas.<br />

VANIA. (Se quiebra) Dios mío. Va a corrompernos con su dulzura.<br />

SONIA. Basta Tío. ¿Por <strong>que</strong> te emborrachas, si <strong>se</strong> puede saber? Yo tengo <strong>que</strong> trabajar sola. Estoy<br />

agotada.<br />

VANIA. Cuando uno no tiene <strong>una</strong> verdadera vida tiene <strong>que</strong> vivir de espejismos…<br />

SONIA. Te ocupás de espejismos. (Lo acaricia.) No llores.<br />

VANIA. Si no estoy llorando (La empuja) Salí. Estás mirándome como me miraba tu difunta madre. Mi<br />

<strong>que</strong>rida hermana. ¿Dónde estará ahora? No me encuentro bien... Si ella supiera... (Llora)<br />

SONIA. (A Astrov) Usted dice <strong>que</strong> los hombres no hacen otra cosa <strong>que</strong> destruir lo <strong>que</strong> tienen a su<br />

alcance, ¿no? Bueno, <strong>que</strong> los hombres <strong>se</strong> destruyan si quieren pero le suplico <strong>que</strong> a mi tío no lo deje<br />

tomar. Mirelo. Le hace mal. Usted tampoco tendría <strong>que</strong> hacerlo. Se lo suplico.<br />

ASTROV. (A Teleguin) Mejor nos vamos.<br />

1<br />

7


SONIA. ¿No quiere comer algo? No es bueno tomar con el estómago vacío.<br />

ASTROV. Podría <strong>se</strong>r. Pero, por favor, no vuelvan a llamarme para <strong>que</strong> visite a su padre.<br />

SONIA. (Lo empuja hacia la cocina) Vamos, coma <strong>que</strong>so.<br />

ASTROV. La morfina. Devolvémelo. Sé lo <strong>que</strong> digo, soy Clara. Y estoy preparada. Soy fuerte Solange,<br />

no intentes dominarme…<br />

SONIA. Claro. Se enojó con nosotros por<strong>que</strong> lo hicimos venir. Si no lo hubiéramos llamado, ahora estaría<br />

durmiendo.<br />

ASTROV. Quizás estaría soñando con usted. (Ríe) Pero resulta más grato verla personalmente. Con <strong>que</strong><br />

placer, Sonia, la sacaría de aquí. En esta casa yo no podría vivir ni un mes. Me ahogaría. Su padre, con<br />

su gota, su tío, su abuela... Su madrastra escondiendo un alma tan negra. Come, duerme, nos encanta<br />

con su belleza. No tiene obligaciones, mientras los demás trabajan para ella… Pero bueno, tantas cosas<br />

no <strong>se</strong> comprenden del género humano.<br />

SONIA. ¿Qué dice? ¿Qué le pasa ahora con mi madrastra?<br />

ASTROV. ¿No es así?<br />

SONIA. Me parece <strong>que</strong> es demasiado <strong>se</strong>vero con ella.<br />

ASTROV. Quizás <strong>se</strong>a por<strong>que</strong>, como a su tío Vania, la vida no me satisface.<br />

SONIA. ¿No le gusta su vida?<br />

ASTROV. No espero nada de la vida. Hace mucho <strong>que</strong> no quiero a nadie.<br />

SONIA. No lo puedo creer. ¿A nadie?<br />

ASTROV. A nadie. Solo Teleguin, en nombre de viejas memorias, me despierta cierta ternura.<br />

(Hace ademán de disponer<strong>se</strong> a beber otra copa.)<br />

SONIA. (Impidiéndo<strong>se</strong>lo.) No... Se lo ruego. Se lo suplico, no tome más. Déme su palabra <strong>que</strong> no va a<br />

volver a beber más. Gracias.<br />

ASTROV. . (Jura con su dedo en los labios. Sonríe.) Venga. Be<strong>se</strong> este pedazo de <strong>que</strong>so. Va a estar<br />

más sabroso. (Ella besa el <strong>que</strong>so <strong>que</strong> él luego come)<br />

VANIA. Toda su alegría está hecha de nuestra vergüenza.<br />

SONIA. (A su tío) Me hizo besar un pedazo de <strong>que</strong>so y después <strong>se</strong> lo comió.<br />

VANIA. Pobrecita…<br />

SONIA. Su voz es tan dulce a veces.<br />

ASTROV. Tengo atrofiados los <strong>se</strong>ntimientos, Sonia. No quiero ni <strong>que</strong>rré a nadie. Pero es extraño,<br />

¿por qué, entonces, ejerce tanto poder sobre mi la belleza? Elena por ejemplo, si <strong>se</strong> lo propusiera<br />

podría enlo<strong>que</strong>cerme.<br />

1<br />

8


SONIA. Pero eso no <strong>se</strong>ría amor.<br />

ASTROV: No, claro <strong>que</strong> eso no es amor, ni afecto, ni nada. (Bebe)<br />

SONIA. No, no beba más, por favor. No puedo verlo. (Retira la botella de la mesa)<br />

ASTROV. A veces, cuando tengo <strong>que</strong> atravesar el bos<strong>que</strong> en <strong>una</strong> noche cerrada, pienso <strong>que</strong> si por lo<br />

menos viera brillar <strong>una</strong> lucecita a lo lejos, el alma <strong>se</strong> me llenaría de bienestar.<br />

SONIA. ¿Eso es lo <strong>que</strong> más quiere en el mundo? ¿Encontrar su lucecita...? (Imita el sonido del búho.<br />

Luego <strong>se</strong> <strong>se</strong>ñala.) El bos<strong>que</strong>.<br />

ASTROV. El amor no es el todo en la vida pero, no sé, quizás <strong>se</strong>ría <strong>una</strong> buena recompensa para<br />

alguien como yo, <strong>que</strong>rida mía. Bueno tengo <strong>que</strong> irme.<br />

TELEGUIN. No. Llueve mucho. Hay <strong>que</strong> esperar a <strong>que</strong> amanezca.<br />

SONIA. (Excitada.) Lo escuché con mucha atención hablar de Ostrovsky y el esfuerzo de toda esa<br />

vida dedicada al teatro para lograr lo más hermoso del mundo: la liberación de la belleza... (Él<br />

Bebe) No, no beba. Me lo prometió. Siempre pienso: ¿Porqué mi corazón está tan triste? Hace tiempo <strong>que</strong><br />

vengo pensando <strong>que</strong> el teatro a mi me puede permitir indagar en la vida y encontrar esa belleza. Entonces<br />

practico. Por ejemplo, no lo soy pero si fue<strong>se</strong> actriz y tuviera <strong>que</strong> trabajar el discurso de <strong>una</strong> joven<br />

enamorada. Y busco en mi cabeza las palabras adecuadas para esa situación. Que decirle a <strong>una</strong><br />

persona <strong>que</strong>rida, por ejemplo. Y, lo más importante, <strong>que</strong> podría llegar a responderme esa persona…<br />

¿Usted no lo hace?<br />

ASTROV. ¿Hacer qué? No entiendo.<br />

SONIA. Si esto fuera <strong>una</strong> escena de teatro y usted <strong>se</strong> enterara <strong>que</strong> un personaje femenino lo quiere,<br />

¿Qué le diría? ¿Cual <strong>se</strong>ría su actitud?<br />

ASTROV. No sé. ¿Por qué? Es muy difícil responder a eso.<br />

SONIA. Es solo <strong>una</strong> pregunta. ¿Qué podría llegar a contestar?<br />

ASTROV. Seguramente, le haría comprender <strong>que</strong> no puedo <strong>que</strong>rerla...<br />

(ELENA entra)<br />

VANIA. . (Imita el sonido del búho)El bos<strong>que</strong> (A Elena)<br />

SONIA. Ah… ¿Y por qué?<br />

ASTROV. Bueno por<strong>que</strong> mi cabeza no puede pensar en esas cosas... (Pausa) ¿Y… cómo está todo?<br />

ELENA ANDREEVNA. Bien... La tormenta está pasando.<br />

ASTROV. Bueno, entonces es mejor <strong>que</strong> me vaya.<br />

ELENA ANDREEVNA. Sonia...<br />

TELEGUIN. Se acostó el profesor?<br />

1<br />

9


ELENA ANDREEVNA. No, está <strong>se</strong>ntado en el salón, leyendo. (Viendo platos.) ¿Que es eso?<br />

SONIA. Estuvimos comiendo <strong>que</strong>so por ahí.<br />

ASTROV. Si, estuvimos comiendo…Bueno. Si no me voy pronto, vamos a estar hablando hasta la<br />

mañana. Si me permiten...Ah!, si te vieras, Solange. El sol de la <strong>se</strong>lva aún ilumina tu cara. Y las sábanas<br />

están tibias. La noche, oscura…<br />

SONIA. Se fue. (Pausa. Comienza a llorar)<br />

ELENA ANDREEVNA. Vania, Alexander me pidió <strong>que</strong> en quince minutos nos re<strong>una</strong>mos aquí todos,<br />

en este salón. Parece <strong>que</strong> nos quiere hablar de algo.<br />

TELEGUIN. Será algún asunto importante. (Conteniendo a Sonia) Tu mamá te decía mi alondrita y<br />

vos <strong>se</strong> acurrucabas así.<br />

ELENA ANDREEVNA. Sonia… ¿Hasta cuando vas a estar enojada conmigo?<br />

TELEGUIN. Ah, ¿estaban enojadas? Eso no esta bien.<br />

ELENA ANDREEVNA. Si no nos hicimos nada malo la <strong>una</strong> a la otra.<br />

TELEGUIN. ¿Por qué tienen <strong>que</strong> vivir como enemigas, no?<br />

ELENA ANDREEVNA. Bueno, bueno... Yo <strong>se</strong> lo <strong>que</strong> pasa. Vos pensás <strong>que</strong> me casé con tu padre por<br />

conveniencia, ¿no? Te juro <strong>que</strong> me casé por amor. Un amor <strong>que</strong> a mi me parecía verdadero. No soy<br />

culpable. Me <strong>se</strong>dujo su sabiduría, su celebridad. Tenés <strong>que</strong> creerme. ¿Me estás escuchando?<br />

VANIA. Le voy a traer tristes rosas de otoño. (Se va)<br />

TELEGUIN. No <strong>se</strong> puede vivir así, Sonia.<br />

ELENA ANDREEVNA. A ver, vamos a tomar las tres de este vaso, las tres juntas, y después nos<br />

vamos a amigar. ¿Está bien?<br />

SONIA. Bueno. Está bien. Seamos amigas pero decíme con fran<strong>que</strong>za, ¿Sos feliz ahora?<br />

TELEGUIN. (Riendo) Sonia, no <strong>se</strong> preguntan esas cosas.<br />

ELENA ANDREEVNA. No, no soy feliz.<br />

SONIA. ¿No te gustaría tener un marido más joven?<br />

ELENA ANDREEVNA. Claro <strong>que</strong> me gustaría. ¿Querés preguntarme algo más?<br />

SONIA. Sí. ¿Te gusta el doctor?<br />

ELENA ANDREEVNA. Mucho!!<br />

TELEGUIN. ¿Cómo no le va a gustar?<br />

2<br />

0


SONIA. Por<strong>que</strong> yo hace <strong>se</strong>is años <strong>que</strong> lo amo. Lo amo más <strong>que</strong> a mi padre. Si <strong>se</strong> fue y sigo oyendo su<br />

voz, me <strong>que</strong>do como suspendida, como si en cualquier momento fue<strong>se</strong> a entrar... Es <strong>que</strong> es tan<br />

inteligente. Sabe de todo. Madrina, ya no tengo orgullo, no tengo fuerzas para dominarme. A veces me<br />

acerco a él, comienzo a hablarle y lo miro a los ojos y… y… ¿Que pasa? Les parezco tonta, ¿no?<br />

TELEGUIN. No Sonia, por favor.<br />

SONIA. (A Elena) Perdónenme. Necesitaba hablar de esto. Me da tanta vergüenza.<br />

ELENA ANDREEVNA. No, no te avergüences. El doctor tiene valor, tiene claridad mental, horizontes<br />

amplios. Esta cla<strong>se</strong> de gentes no abunda, y hay <strong>que</strong> <strong>que</strong>rerlas. Tiene talento, ¿sabés lo dificil <strong>que</strong> es<br />

encontrar eso hoy en día?<br />

SONIA. A veces toma un poco de más, pero...<br />

TELEGUIN. Sí, bueno, pero ¿qué hay con eso?<br />

ELENA ANDREEVNA. Pensá en la vida <strong>que</strong> lleva: Mi<strong>se</strong>rias, enfermedades. Heladas, caminos<br />

intransitables, enormes distancias para atender un enfermo, para salvar <strong>una</strong> vida. Para el <strong>que</strong> trabaja y<br />

lucha en este ambiente, es difícil, a su edad, con<strong>se</strong>rvar<strong>se</strong> limpio y sobrio.<br />

SONIA. Entonces...<br />

ELENA ANDREEVNA. Entonces… intuyo <strong>que</strong> vos vas a tener toda la felicidad <strong>que</strong> mereces. El doctor<br />

es impulsivo, vos sos <strong>se</strong>nsata e inteligente. Se complementan de manera perfecta. No te martirices por<br />

nada. Miráme a mí. Yo sí soy desgraciada. Soy un personaje <strong>se</strong>cundario en esta casa. No sé <strong>que</strong><br />

hacer con mi vida. Me aburro.<br />

TELEGUIN. Pero usted podría encontrar cosa para hacer. Podría ocupar<strong>se</strong> de la casa, cuidar niños,<br />

cuidar perros, las plantas.<br />

ELENA ANDREEVNA. No, no. Eso no es interesante para mí. ¿Cómo voy a...? (Sonia comienza a<br />

llorar otra vez) ¿Qué pasa ahora?<br />

SONIA. Nada. Escuché al Tío Vania <strong>que</strong> le hablaba al doctor de mí: “Es buena, pero lástima <strong>que</strong> <strong>se</strong>a tan<br />

fea”, dijo. Por<strong>que</strong> yo sé <strong>que</strong> soy fea. Lo sé.<br />

ELENA ANDREEVNA. Tenés un pelo precioso.<br />

SONIA. ¿Ves? A <strong>una</strong> <strong>mujer</strong> cuando es fea le dicen esas cosas: "Tiene un pelo precioso"... No <strong>se</strong> va a<br />

fijar en mí. Antes de <strong>que</strong> entraras vos le había preguntado <strong>que</strong> diría si alguien le dice <strong>que</strong> está<br />

enamorado de él.<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Y qué dijo?<br />

SONIA. No le gustó nada la pregunta. Se puso nervioso. Hizo como si no entendía y me respondió con<br />

generalidades.<br />

TELEGUIN. Preguntó con generalidades<br />

SONIA. No, madrina. Si <strong>se</strong> fijara en mi, <strong>se</strong> hubiera dado cuenta lo <strong>que</strong> le <strong>que</strong>ría decir. Qué<br />

sufrimiento. Dios, dame fuerzas.<br />

2<br />

1


ELENA ANDREEVNA. ¿Pero hasta cuando vamos a vivir en la ignorancia? Vamos a hacer <strong>una</strong> cosa.<br />

Yo voy a hablarle con mucho cuidado.<br />

SONIA. ¿Que vas a decirle?<br />

ELENA ANDREEVNA. No te preocupes,lo voy a hacer con mucha precaución, ni <strong>se</strong> va a dar cuenta.<br />

¿Me dejás hacerlo? (SONIA asiente.) Bien. Pero si la respuesta es no, no tiene <strong>que</strong> volver más por aquí.<br />

¿De acuerdo? (SONIA vuelve a a<strong>se</strong>ntir con la cabeza.) No verlo más va a <strong>se</strong>r lo mejor. Y no vamos a<br />

dejar el asunto para más tarde. Se lo vamos a preguntar ahora mismo...<br />

SONIA. ¿Ahora?<br />

ELENA ANDREEVNA. Sí. Fijate si no <strong>se</strong> fue. Creo <strong>que</strong> me quiere mostrar unos mapas. Decíle <strong>que</strong><br />

ahora estoy libre. Apurate antes <strong>que</strong> <strong>se</strong> vaya.<br />

SONIA. ¿Prometés decirme después toda la verdad?<br />

ELENA ANDREEVNA. Claro <strong>que</strong> sí. La verdad, <strong>se</strong>a cual <strong>se</strong>a, siempre va a <strong>se</strong>r mejor <strong>que</strong> la<br />

incertidumbre... Confiá en mí.<br />

SONIA. Sí, sí... Le voy a decir <strong>que</strong> venga... (Se dirige a la puerta pero, antes de salir, <strong>se</strong> detiene un<br />

momento. A Teleguin) La verdad, <strong>se</strong>a cual <strong>se</strong>a, siempre va a <strong>se</strong>r mejor <strong>que</strong> la incertidumbre...no<br />

madrina? (Sale)<br />

TELEGUIN. Pero si él no la quiere. Y sabemos por quien viene aquí todos los días. No es por ella.<br />

ELENA ANDREEVNA. No, pero igual podría casar<strong>se</strong> con ella. Ella es fea, pero para un médico rural y<br />

de su edad, puede <strong>se</strong>r <strong>una</strong> <strong>mujer</strong> maravillosa...<br />

TELEGUIN. Será fea, pero es inteligente y muy buena. Tiene derecho a soñar.<br />

ELENA ANDREEVNA. Sí, claro <strong>que</strong> tiene derecho a soñar, como todos. Como la comprendemos. La<br />

aparición de un hombre como él, distinto a los demás. Dejar<strong>se</strong> llevar por el encanto de un hombre así,<br />

¿no, Teleguin? Como si de la oscuridad surgiera <strong>una</strong> l<strong>una</strong> clara...Vania me dice <strong>que</strong> mi vida está<br />

perdida, y qué estoy esperando para actuar… Tal vez... Volar lejos. Alejarme de esta mediocridad...<br />

(Pausa) Que estoy pensando. Soy cobarde. Me atormentaría la conciencia. Debería pedirle perdón a<br />

Sonia de rodillas...<br />

SONIA.(entrando con mapas)Madrina... ¿no es mejor la incertidumbre?... Al menos siempre me <strong>que</strong>da<br />

la esperanza...<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Qué pasa?<br />

SONIA. Nada.<br />

ASTROV. (Entrando) Buenos días. Llegué en mal momento? Siénte<strong>se</strong> por favor ¿Tiene tiempo para<br />

escucharme? Yo tengo tiempo. Un gusto <strong>que</strong> no puedo dármelo muy <strong>se</strong>guido...No Sonia, gracias, no<br />

necesito esos planos.( A Teleguin) Sentate. (Elena <strong>se</strong> sienta .Sonia sale. Teleguin <strong>se</strong> sienta) Paso a<br />

explicar porqué pienso lo <strong>que</strong> pienso. Nuestra región hace cincuenta años. Casi todo el territorio era<br />

bos<strong>que</strong>. Había arces, cabras y, en fin, todo eso, fa<strong>una</strong> y flora. Cisnes, gansos, patos, etc. Una <strong>se</strong>rie de<br />

pe<strong>que</strong>ñas granjas, molinos hidráulicos. Mucho ganado… Bueno, en la actualidad los arces, cisnes y<br />

gallos desaparecieron. De granjas y molinos, nada. Paulatina pero real degradación. Faltan <strong>se</strong>guramente<br />

unos diez o quince años para <strong>que</strong> <strong>se</strong>a completa. (Pausa) Se <strong>que</strong> está pensando: <strong>que</strong> esto es influencia de<br />

2<br />

2


la cultura, <strong>que</strong> la vida vieja deja sitio a la nueva. Lo comprendería si en el lugar de esos bos<strong>que</strong>s<br />

exterminados, hubiera caminos, trenes, fábricas, escuelas, si la gente estuviera más sana, fuera más rica<br />

y más inteligente... Pero aquí no pasa nada de eso. Nada. ¿Entiende? Acá la gente <strong>se</strong> enferma, está<br />

hambrienta y con frío. Y para salvar los restos de su vida, para salvar a sus hijos, para calmar el hambre,<br />

instintivamente destruye todo sin pensar en el mañana... Se trata de un caso de degradación por inercia,<br />

por ignorancia, por inconsciencia. (Pausa.) Voy muy rápido? Entienden lo <strong>que</strong> digo? Páre<strong>se</strong>. ¿Usted<br />

dónde nació?<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Qué?<br />

ASTROV. ¿Dónde nació?<br />

ELENA ANDREEVNA. En San Petersburgo.<br />

ASTROV. ¿Y donde estudió?<br />

ELENA ANDREEVNA. Cuantas preguntas… En el Con<strong>se</strong>rvatorio.<br />

ASTROV. Ah, entonces quizás por eso esto no le interesa tanto.<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Por qué dice...?... No conozco mucho el campo, pero...<br />

ASTROV. No le interesa.<br />

ELENA ANDREEVNA. Es <strong>que</strong> entiendo tan poco...<br />

ASTROV. No hay nada <strong>que</strong> entender. Lo <strong>que</strong> pasa es <strong>que</strong>, <strong>se</strong>ncillamente, no le interesa.<br />

ELENA ANDREEVNA. A decir verdad, tengo el pensamiento ocupado con otra cosa.<br />

ASTROV. Gracias por su honestidad. (Intenta ir<strong>se</strong>)<br />

ELENA ANDREEVNA. No, espere, yo también tengo <strong>que</strong> someterlo a un pe<strong>que</strong>ño interrogatorio<br />

interrogatorio.<br />

ASTROV. ¿Qué?<br />

ELENA ANDREEVNA. Es un interrogatorio bastante…<br />

TELEGUIN. Inocente.<br />

ELENA ANDREEVNA. Me siento tan rara, <strong>que</strong> no sé cómo empezar... Vamos a hablar como amigos,<br />

sin vueltas. Y después vamos a olvidar lo <strong>que</strong> hemos hablado. (Astrov asiente) Se trata de mi hijastra<br />

Sonia. ¿Le gusta ella?<br />

ASTROV. Si. Creo <strong>que</strong> es <strong>una</strong> chica muy simpática.<br />

ELENA ANDREEVNA. No <strong>se</strong> haga el <strong>que</strong> no entiende. Como <strong>mujer</strong>... ¿le gusta? (Teleguin besa a<br />

Asrov en la mejilla y sale)<br />

ASTROV. (Sin contestar inmediatamente.) No.<br />

2<br />

3


ELENA ANDREEVNA. Me lo imaginaba… ¿No <strong>se</strong> dio cuenta de nada? Ella sufre... Comprenda esta<br />

situación y deje de venir por aquí. (Se miran a los ojos)<br />

ASTROV. Bueno, si me hubiera dicho eso hace unos me<strong>se</strong>s, quizás lo hubiera pensado, pero ahora...<br />

ELENA ANDREEVNA. Si usted no la quiere. Lo veo en sus ojos…Usted es inteligente, y va a<br />

comprender...<br />

ASTROV. Sí, la verdad…<br />

ELENA ANDREEVNA. Ah, <strong>que</strong> desagradable conversación... Gracias a Dios ya terminamos. No <strong>se</strong><br />

porqué lo <strong>se</strong>ntía como <strong>una</strong> carga. Ahora mejor olvidemos todo, como si no hubiéramos hablado.<br />

Váya<strong>se</strong>.<br />

ASTROV. Supongamos <strong>que</strong> Sonia sufre, si Sonia sufre claro <strong>que</strong> me voy a ir,... Lo único <strong>que</strong> no<br />

entiendo es por qué me interrogó usted. Porqué no lo hizo Teleguin o Vania por ejemplo?<br />

ELENA ANDREEVNA. Por<strong>que</strong> fue idea mía…<br />

ASTROV. (Mirándola a los ojos.) Usted es muy astuta. Hace un mes <strong>que</strong> no trabajo.Usted sabe<br />

muy bien por quién vengo aquí todos los días y lo sabía de antemano, sin necesidad de interrogatorio<br />

Si hasta <strong>se</strong> puso colorada.<br />

ELENA ANDREEVNA. No, para nada…<br />

ASTROV. Sabe lo <strong>que</strong> es usted? Usted es <strong>una</strong> <strong>se</strong>rpiente encantadora, necesita víctimas. Eso le gusta,<br />

no? Pero bueno... estoy a sus pies. Me rindo. Tome. Cómame.<br />

ELENA ANDREEVNA. ¿Se volvió loco? (Intenta marchar<strong>se</strong>. Él le cierra el paso.)<br />

ASTROV. Vamos a hacer <strong>una</strong> cosa. Yo me voy a ir si usted me lo pide. Pídamelo.<br />

ELENA ANDREEVNA. Vaya<strong>se</strong>.<br />

ASTROV. NO. De verdad pídamelo.<br />

ELENA ANDREEVNA Váya<strong>se</strong> !( le da <strong>una</strong> cachetada) Pero uestes qué pensó de mí…(Pausa. Se besan)<br />

ASTROV. Que linda es usted. (La besa en el preciso momento en <strong>que</strong> Vania entra.) ¿Mañana en el<br />

campo forestal, a las dos?...No sienta culpa…<br />

ELENA ANDREEVNA. (Reparando en VANIA <strong>se</strong> suelta)<br />

ASTROV. Por la mañana el cielo estaba gris, como si fuera a llover, pero ahora salió el sol. El otoño es<br />

<strong>una</strong> estación maravillosa. (Sale.)<br />

ELENA. Maravillosa…<br />

VANIA. Patético.<br />

ELENA ANDREEVNA. Vania, necesito irme con mi marido de aquí hoy mismo ¿Me escuchó? Hoy<br />

mismo tiene <strong>que</strong> <strong>se</strong>r.<br />

2<br />

4


VANIA. ¿Que?... Ah, sí, claro...<br />

SEREBRIAKOV. (Entrando) Y los demás?<br />

VANIA. Muy bien…Pero lo vi todo. Todo<br />

SEREBRIAKOV. No les dijiste a todos <strong>que</strong> yo <strong>que</strong>ría hablar de algo importante? Tengo <strong>que</strong> ir yo<br />

entonces? (Sale)<br />

ELENA ANDREEVNA. No, no me está escuchando, Vania. Por favor, compréndame, es necesario <strong>que</strong><br />

me vaya hoy mismo.<br />

(Entran SERESRIAKOV, SONIA y TELEGUIN)<br />

TELEGUIN. Yo tampoco, excelencia, me encuentro del todo bien... Ya hace dos días <strong>que</strong> estoy algo<br />

mustia y consumida...<br />

SEREBRIAKOV. Sí, claro... ¿Donde están los demás?...Por favor <strong>que</strong> vengan Maria Vasilievna, (A<br />

Teleguin) ¡Qué me importa todo esto <strong>que</strong> me está contando! …y Elena<br />

dónde está?<br />

TELEGUIN. En <strong>se</strong>guida... ¿pero usted <strong>se</strong> siente mejor?<br />

ELENA ANDREEVNA. Yo estoy aquí. (Sonia <strong>se</strong> acerca a ella)<br />

SONIA. ¿Elena?<br />

SEREBRIAKOV. Tené la bondad de <strong>se</strong>ntarte. (A TELEGUIN.) Eh, ah, sí, un poco mejor, gracias.Y<br />

discúlpeme el exabrupto. Con mi enfermedad podría llegar a reconciliarme, pero lo <strong>que</strong> no puedo<br />

soportar es la vida en el campo.<br />

SONIA. ¿Estas temblando?... ¿Qué te dijo?<br />

ELENA ANDREEVNA. Después...<br />

SONIA. Dijo <strong>que</strong> no volvería más por aquí, ¿no?<br />

SEREBRIAKOV. Pero siénten<strong>se</strong> de <strong>una</strong> vez por favor.<br />

SONIA. Decímelo, ¿verdad <strong>que</strong> es eso? (ELENA afirma con la cabeza)<br />

SEREBRIAKOV. Sonia (Pausa.) ¿No escuchás? (A TELEGUIN.) Vos también, <strong>se</strong>ntate.<br />

VANIA. Quizás no <strong>se</strong>a necesaria mi pre<strong>se</strong>ncia... ¿Puedo irme?<br />

SEREBRIAKOV. No. Tu pre<strong>se</strong>ncia es más necesaria <strong>que</strong> la de los demás.<br />

SONIA. Yo…<br />

SEREBRIAKOV. Vos también. Sentate.<br />

VANIA. ¿Qué <strong>que</strong>rés?<br />

2<br />

5


(Entra MARIA VASILIEVNA)<br />

SEREBRIAKOV. ¿Estas enojado conmigo? Ah... aquí tenemos también a mamá, <strong>que</strong> no tiene donde<br />

<strong>se</strong>ntar<strong>se</strong>, qué pena. Empiezo a hablar entonces. Soy, <strong>se</strong> puede decir, ustedes lo saben, un gran<br />

conocedor del teatro, pero siempre fui también, esa es mi parte débil, solo un ob<strong>se</strong>rvador, es decir me<br />

mantuve algo alejado de la práctica. Por eso te ruego, Iván Petrovich, y ruego a todos... (Ademán para<br />

<strong>que</strong> <strong>se</strong> sienten) Yo ya estoy viejo y enfermo. Por eso creo <strong>que</strong> es un buen momento para <strong>que</strong> hablemos<br />

de los bienes. Y esto nos incumbe a todos. No pienso en mí. No. Mi vida, podemos decir, casi ya <strong>se</strong><br />

terminó, pero tengo <strong>una</strong> <strong>mujer</strong> joven, tengo <strong>una</strong> hija. Ahora, la realidad a nosotros ¿qué nos dice?:<br />

Seguir viviendo en el campo es imposible.<br />

TELEGUIN. Es <strong>que</strong> el campo...<br />

ELENA ANDREEVNA. A mi me era indiferente.<br />

SEREBRIAKOV. Indiferencia o no, no nacimos para vivir en el campo. Pero vivir en la ciudad, con<br />

los ingresos <strong>que</strong> produce esta finca, tampoco es posible. ¿Qué hacemos?<br />

MARIA. Suponiendo, por ejemplo, <strong>que</strong> vendiéramos el bos<strong>que</strong>…<br />

SEREBRIAKOV. Muy bien, mamá. Pero esa <strong>se</strong>ría <strong>una</strong> medida extraordinaria <strong>que</strong> no <strong>se</strong> pueden tomar<br />

todos los años. Lo <strong>que</strong> habría <strong>que</strong> encontrar es un medio <strong>que</strong> nos garantizara <strong>una</strong> renta fija anual más<br />

o menos <strong>se</strong>gura. Pensando esto, entonces <strong>se</strong> me ocurrió lo siguiente, <strong>que</strong> tengo el honor de someterlo<br />

al juicio de ustedes.<br />

MARIA VASILIEVNA. Ahora podría explicar primero su idea en rasgos generales. Luego podemos<br />

entrar en detalles.<br />

SEREBRIAKOV. Eso voy a intentar, mamá, gracias. Nuestra hacienda no rinde más del dos por<br />

ciento de renta, ¿es así, no?<br />

MARIA VASILIEVNA. Es exacto.<br />

SEREBRIAKOV. Propongo venderla e invertir el dinero en papel del estado. Si invertimos en papel<br />

del estado podríamos obtener de renta de un cuatro a un cinco por ciento. Incluso creo <strong>que</strong> <strong>se</strong> podría<br />

con<strong>se</strong>guir algún “plus” para permitirnos comprar <strong>una</strong> granja en, por ejemplo, no sé... Finlandia.<br />

MARIA VASILIEVNA. Ah, Finlandia tiene paisajes muy bonitos.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Qué les parece?<br />

VANIA. Me parece <strong>que</strong> el oído me está engañando. Repetí por favor lo <strong>que</strong> dijiste.<br />

SEREBRIAKOV. Dije <strong>que</strong> propongo <strong>que</strong> <strong>se</strong> colo<strong>que</strong> el dinero en papel del Estado, y <strong>que</strong> con el<br />

“plus” restante <strong>se</strong> compre <strong>una</strong> granja en Finlandia. ¿Qué tiene de malo Finlandia? Tiene paisajes muy<br />

bonitos...<br />

VANIA. No hablo de Finlandia. Dijiste algo antes.<br />

SEREBRIAKOV. Antes, sí, <strong>que</strong> para eso propongo vender la hacienda y…<br />

2<br />

6


VANIA. Eso, detenéte ahí... Vender la hacienda... Es <strong>una</strong> idea realmente maravillosa... ¿Y dónde<br />

pensás <strong>que</strong> nos vamos a meter mi madre, Sonia y yo?<br />

SEREBRIAKOV. Eso <strong>se</strong> pensaría a su tiempo. No <strong>se</strong> puede hacer todo de <strong>una</strong> vez.<br />

VANIA. Por lo <strong>que</strong> escucho, hasta ahora yo no tuve <strong>se</strong>ntido común. Hasta ahora había cometido la<br />

in<strong>se</strong>nsatez de pensar <strong>que</strong> esta hacienda pertenecía a Sonia.<br />

SEREBRIAKOV. En efecto, sí, la hacienda pertenece a Sonia y...<br />

VANIA. Por<strong>que</strong> mi difunto padre la compró para dár<strong>se</strong>la como dote a mi hermana. ¿Fui hasta ahora<br />

tan ingenuo, <strong>que</strong> pensé <strong>que</strong> esta hacienda, a la muerte de mi hermana, la iba a heredar Sonia?<br />

SEREBRIAKOV. Pero ¿quién discute eso?... Sin el con<strong>se</strong>ntimiento de ella no me decidiría nunca a<br />

venderla... Además, si propongo hacerlo es por su propio bien.<br />

VANIA. Increíble. Esto es increíble... O me volví loco o...<br />

MARIA VASILIEVNA. “Jean”... No lleves la contra al profesor en todo. Él sabe mejor lo <strong>que</strong> es<br />

bueno y lo <strong>que</strong> es malo.<br />

VANIA. No puedo escuchar nada más... Dame un vaso de agua (Bebe.)<br />

SEREBRIAKOV. No comprendo por <strong>que</strong> te ponés así...<br />

VANIA. Decí lo <strong>que</strong> quieras. Lo <strong>que</strong> quieras.<br />

SEREBRIAKOV. Yo no digo <strong>que</strong> mi proyecto <strong>se</strong>a el ideal. (Pausa.)<br />

TELEGUIN. Yo, excelencia, tengo hacia las artes dramáticas no solo veneración, sino hasta un<br />

<strong>se</strong>ntimiento como... de cercanía. El hermano de la <strong>mujer</strong> de mi hermano, Dios mediante, conoció a<br />

Stanislavsky...<br />

VANIA. Espera, Teleguin, por favor... Estamos tratando un asunto familiar importante. No metas a<br />

Dios ni a Stanislavksy en esto. (A SEREBRIAKOV) Esta hacienda no hubiera podido comprar<strong>se</strong> si yo<br />

no hubiera renunciado a mi parte de herencia en favor de mi hermana, a la <strong>que</strong> <strong>que</strong>ría con toda el<br />

alma. Además en a<strong>que</strong>l tiempo <strong>se</strong> compró en noventa y cinco mil rublos, de los cuales mi padre pagó<br />

solamente <strong>se</strong>tenta mil,( A Serebriakov)Te estoy hablando a vos, me podés escuchar… <strong>que</strong>dando, <strong>una</strong><br />

deuda de veinticinco mil. Bueno, yo durante veinte años trabaje como un buey hasta con<strong>se</strong>guir pagar<br />

toda esa deuda.<br />

SEREBRIAKOV. Parecerá increíble pero yo no comprendo adónde va a parar todo esto. Que dije para<br />

<strong>que</strong>...<br />

VANIA. (Interrumpiéndolo) Lo <strong>que</strong> quiero decir es <strong>que</strong> si ahora la hacienda esta limpia de deudas y<br />

va bien, es gracias a mi esfuerzo personal, pero claro, ahor como soy viejo, me quieren echar.<br />

SEREBRIAKOV. Señores, lamento en el alma haber empezado esta conversación. Yo solo intentaba<br />

reunirlos a todos y entre todos resolver…<br />

VANIA. Lo <strong>que</strong> yo lamento es haber dirigido esta hacienda durante tantos años, mandarte dinero<br />

como el mejor administrador, y ni <strong>una</strong> sola vez, durante este tiempo, haber recibido ni las gracias.<br />

2<br />

7


Tanto ahora como en mi juventud, el sueldo <strong>que</strong> recibí fue mi<strong>se</strong>rable. Una mí<strong>se</strong>ra cantidad <strong>que</strong> nunca<br />

pensaste en aumentarme.<br />

SEREBRIAKOV. Pero ¿cómo podía saber eso, Vania? Ya lo dije. No soy un hombre práctico. No<br />

entiendo de nada. Vos mismo podías haberte subido el sueldo, cuando hubie<strong>se</strong>s <strong>que</strong>rido.<br />

VANIA. Es cierto, pero no lo hice ¿Por <strong>que</strong> no robe? ¿Por <strong>que</strong> no me desprecian un poco más por no<br />

haber robado?<br />

MARIA VASILIEVNA. (En tono <strong>se</strong>vero.) "Jean".<br />

TELEGUIN. (Nerviosa.) Vania. Amigo mío... No hay <strong>que</strong>...<br />

SEREBRIAKOV. Ahí lo tenemos: Yo doné. Yo no robé. Yo trabajé. Yo me esforcé. Yo .yo,yo…<br />

¿Puede haber situación más necia y de<strong>se</strong>sperada <strong>que</strong> la de <strong>que</strong>rer <strong>se</strong>r, a toda costa, el protagonista de<br />

la historia?<br />

VANIA. Yo protagonista de la historia? Pero si siempre fui tu valet. Te guste o no durante veinte años<br />

vivimos con mi madre encerrados entre estas mi<strong>se</strong>rables paredes como topos... Todos nuestros<br />

pensamientos y <strong>se</strong>ntimientos fueron para vos. Nos <strong>se</strong>ntíamos orgullosos de vos, te venerábamos,<br />

perdimos noches enteras con la lectura de tus libros <strong>que</strong> hoy profundamente desprecio, como te<br />

desprecio a vos.<br />

TELEGUIN. No, Vania. No hay <strong>que</strong> decir esas cosas... No...<br />

SEREBRIAKOV. Sos un desagradecido…<br />

VANIA. Es <strong>que</strong> ahora abrí los ojos. Veo todo con más claridad. Escribís sobre arte y no entendés <strong>una</strong><br />

mierda de arte. Todos esos trabajos, <strong>que</strong> tanto amé, no valen nada. Son basura. Como vos sos otra<br />

basura.<br />

SEREBRIAKOV. Señores, por favor, lléven<strong>se</strong>lo de <strong>una</strong> vez de aquí. O me voy yo. No podemos los<br />

dos estar…<br />

VANIA. Y encima te haces el comprensivo, el humilde. Sos un necio. Un negador.<br />

ELENA ANDREEVNA. Iván Petrovich. Exijo <strong>que</strong> <strong>se</strong> calle ¿Me oye?<br />

TELEGUIN. No, Vania. No es bueno el orgullo herido.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Cómo? ¿Yo negador?<br />

TELEGUIN. ¿Y la generosidad? ¿Y la nobleza? (Besándole.) No hay <strong>que</strong>...<br />

SEREBRIAKOV. ¿Yo, <strong>que</strong> aspiro a tener <strong>una</strong> visión del mundo desde varios puntos de vista…? Yo soy<br />

polifónico Vania. (Intenta ir<strong>se</strong>)Y <strong>se</strong> acabó, me voy <strong>se</strong>ñores…<br />

VANIA. (Cerrando el paso a SEREBRIAKOV.) Esperá... No terminé todavía. Vos fuiste el <strong>que</strong><br />

malogró mi vida. Yo no viví para mi. Por tu culpa perdí mis mejores años. Por<strong>que</strong> yo tenía talento,<br />

inteligencia, valor.... Si hubiera vivido normalmente, de mi hubiera salido un Dostoievski, un Tolstoi... y<br />

ahora mi pensamiento tendría agudeza. ¿Y <strong>que</strong> soy ahora?<br />

SEREBRIAKOV. Una nulidad. Eso es lo <strong>que</strong> sos. Que alguien me expli<strong>que</strong> <strong>que</strong> quiere de mí este<br />

imbécil.<br />

2<br />

8


VANIA. Raskólnikov contaba lo <strong>que</strong> pasaba por la cabeza de un condenado antes de la ejecución.<br />

Bueno, yo también, si fuera obligado a vivir en un sitio elevado, encima de <strong>una</strong> roca, sobre <strong>una</strong><br />

superficie diminuta sólo con espacio para colocar los pies, y a mi alrededor el abismo, el océano, la<br />

eterna soledad; si tuviera <strong>que</strong> vivir en e<strong>se</strong> espacio durante toda la vida, lo preferiría antes <strong>que</strong> <strong>se</strong>guir<br />

viendo tu cara de bacalao sabio.<br />

SONIA. Tío, ¿qué decís?<br />

SEREBRIAKOV. Mi vida es la <strong>que</strong> está llena de infortunios, no la de él. Pero te agradezco esta<br />

brutalidad <strong>que</strong> mostrás. Todo esto me sirve. A mi me ayuda a conocer la complejidad del espíritu<br />

humano. No sos más <strong>que</strong> el resultado de un estado emocional primitivo Un animal silvestre…<br />

VANIA. Dios... Dios mío... Me vuelvo loco. Estoy de<strong>se</strong>sperado... No sé lo <strong>que</strong> me pasa<br />

SEREBRIAKOV. Y eso explica, el porqué de estas escenas febriles y dramáticas <strong>que</strong> te encanta<br />

desarrollar entre estas paredes. Explica por<strong>que</strong> siempre terminás, moviéndote de forma escandalosa y<br />

conflictiva. En el fondo explica lo <strong>que</strong> sos. Mirate, sos lo <strong>que</strong> hacés. Fuera de eso no sos nada. Ah y si la<br />

hacienda es tuya, <strong>que</strong>date con ella. Yo no la necesito para vivir.<br />

ELENA ANDREEVNA. No puedo resistir más. Ahora mismo me marcho de este infierno.<br />

VANIA. Madre... ¿Que debo hacer?... …<br />

MARIA VASILIEVNA. (En tono <strong>se</strong>vero.) Ya te lo dije. In<strong>se</strong>nsato. ¡Obedecé a Alexlander!<br />

SEREBRIAKOV. ¿Sabés <strong>que</strong> tenés <strong>que</strong> hacer? Dejá de jugar con nosotros. Si no <strong>se</strong>ntís nada, aceptá de<br />

<strong>una</strong> buena vez <strong>que</strong> no sos nada, pero por favor no nos culpes a nosotros.Infeliz.<br />

VANIA. (Lo escupe en la cara) La forma en <strong>que</strong> hablás… Sos el diablo. Desde hace años nos hablás y<br />

entonces en esta casa parece <strong>que</strong> no transcurre el tiempo. Eso, hasta hoy nos había permitido fanta<strong>se</strong>ar <strong>que</strong><br />

huimos del infortunio, <strong>que</strong> no necesitamos nada más <strong>que</strong> trabajar. Pero ahora <strong>se</strong> acabó, ahora te vas<br />

acordar de este animal silvestre, galleta vieja, te lo juro.( A Elena) Usted no me to<strong>que</strong>¡¡ (Sale.)<br />

SEREBRIAKOV. Pero ¿<strong>que</strong> es esto?... Además me amenaza. Insulta a mi <strong>mujer</strong>. Pero qué nulidad de<br />

hombre. Por Dios. Y el resto del mundo tiene la culpa.<br />

ELENA ANDREEVNA. (A Alexander.) No voy a soportar otra escena <strong>se</strong>mejante. Nos vamos ya<br />

mismo de esta casa. Y si vos no te vas, yo me voy sola.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Eh?... Vos también, ahora te la agarrás conmigo, ¿<strong>que</strong> culpa tengo yo?<br />

SONIA. Tenés <strong>que</strong> comprender, papá. Acordate de cuando eras joven y el tío Vania y la abuela <strong>se</strong><br />

pasaban todas las noches traduciendo libros para vos... Y durante el día trabajábamos sin descanso,<br />

ahorrando en nosotros mismos para poder mandarte más a vos. No comimos gratis nuestro pan.<br />

SEREBRIAKOV. ¿Qué decís?<br />

SONIA. No, no es eso lo <strong>que</strong> quiero decir, no es eso...<br />

ELENA ANDREEVNA. Todos ustedes parecen haber<strong>se</strong> puesto de acuerdo para hacerme vivir en un<br />

infierno.<br />

SEREBRIAKOV. Yo <strong>se</strong> lo <strong>que</strong> te pasa. Pensás <strong>que</strong> me estás haciendo un favor viviendo conmigo.<br />

Por<strong>que</strong> sos joven y yo soy viejo.<br />

ELENA ANDREEVNA. Seguí con eso, <strong>se</strong>guí...<br />

2<br />

9


TELEGUIN. Bueno... Basta, amigos...<br />

ELENA ANDREEVNA. Alexander... Por Dios... Tené <strong>una</strong> charla con él. Te lo suplico. Aclará las cosas<br />

y nos vamos.<br />

SEREBRIAKOV. Me escupió.<br />

SONIA. Tenés <strong>que</strong> comprender, papá... Hay <strong>que</strong> tener mi<strong>se</strong>ricordia. Tío Vania y yo somos tan<br />

desgraciados.<br />

TELEGUIN. Temblás como si estuviera nevando... Bueno, bueno, nenita...<br />

ELENA ANDREEVNA. Traten de explicar las cosas como son pero sin culpar<strong>se</strong> de nada ni enojar<strong>se</strong>.<br />

SEREBRIAKOV. Bueno, voy a verlo. Pero coincidirán conmigo <strong>que</strong> su comportamiento es bastante<br />

agresivo...<br />

ELENA ANDREEVNA. Bueno, tratalo con dulzura. Cálmen<strong>se</strong> los dos.<br />

SEREBRIAKOV. No sé. En este momento debo estar enojado.<br />

(Entra Vania. Lo toma de las solapas a Serebirakov y le pone el revóler en la frente.)<br />

SEREBRIAKOV. Pensá en Sonia… Que alguien lo pare... Se volvió loco... loco.<br />

VANIA Salga de aquí. (Apuntándole) Justo entre los ojos (Gatilla y el tiro no sale) ¿Se me trabó?<br />

¿Se trabó esta mierda? Mierda...<br />

ELENA ANDREEVNA. Que alguien me lleve de aquí...<br />

VANIA. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo?...<br />

SONIA. Tío Vania, por favor... (Le pide el arma y sale detrás de su padre)<br />

MARIA. Ojalá mis ojos no hubieran visto jamás esta escena. (A Vania) Sos <strong>una</strong> vergüenza.<br />

VANIA.¿Cómo llegamos hasta acá Teleguin? ¿Que va a pasar ahora?...<br />

TELEGUIN. Se lo <strong>que</strong> va a pasar en esta casa…Se van a ir. (Mirando a Astrov) No <strong>se</strong> lo puede dejar<br />

solo. Puede hacer alg<strong>una</strong> tontería.<br />

MARIA. ¿Y la pistola?<br />

VANIA. Ya <strong>se</strong> la dí a Sonia .Mamá, váyan<strong>se</strong>. Por <strong>una</strong> vez en la vida le pido por favor <strong>que</strong> me deje en<br />

paz. (Teleguin le hace <strong>una</strong> <strong>se</strong>ña para <strong>que</strong> salga. María sale. A Astrov) Vos también dejame en paz.<br />

ASTROV. Con mucho gusto. Ya hace tiempo <strong>que</strong> debía haberme ido, pero te repito <strong>que</strong> no me voy a<br />

ir hasta <strong>que</strong> me devuelvas lo <strong>que</strong> me sacaste.<br />

VANIA. No te saqué nada.<br />

ASTROV. Te estoy hablando en <strong>se</strong>rio.<br />

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VANIA. Que idiota. Tenerlo a tiro y no poder dispararle. No me lo voy a perdonar jamás. Que<br />

vergüenza…<br />

ASTROV. Si tenías tantas ganas de disparar, podrías haberte disparado a la cabeza.<br />

VANIA. Si supieras <strong>que</strong> vergüenza siento. Este <strong>se</strong>ntimiento no <strong>se</strong> puede comparar a ningún dolor. Si<br />

pudiera empezar mi vida otra vez. ¿Pero como empezar?<br />

ASTROV. Empezar…qué decís Vania. A nosotros la vida ya nos envenenó la sangre. Nos volvimos<br />

tan cínicos como los demás.<br />

VANIA. Vos sos el cínico. Ví como la besabas.<br />

ASTROV. Sí, la besaba mientras vos mirabas. Pero no me cambies la conversación. Primero<br />

devolveme lo <strong>que</strong> me sacaste.<br />

VANIA. No te saqué nada.<br />

ASTROV. Escuchame... Si te <strong>que</strong>rés suicidar andá al bos<strong>que</strong> y pegate un tiro. Pero el frasco de<br />

morfina me lo tenés <strong>que</strong> entregar por<strong>que</strong> si no, van a pensar <strong>que</strong> fui yo el <strong>que</strong> te lo dio. Yo ya voy a<br />

tener bastante con la autopsia... (Entra SONIA.) Su tío sacó un frasco de morfina y no quiere<br />

devolvérmelo. Dígale <strong>que</strong> no es <strong>una</strong> forma inteligente de proceder.<br />

SONIA. Devolvélo. ¿Por <strong>que</strong> <strong>que</strong>rés asustarnos? (Con ternura.) Devolvélo, Tío Vania. Yo quizá no<br />

<strong>se</strong>a menos desgraciada <strong>que</strong> vos, pero no me de<strong>se</strong>spero. Resisto. Vos también tenés <strong>que</strong> resistir<br />

(Pausa.) Tío <strong>que</strong>rido, sos muy bueno, vas a pensar en nosotros y lo vas a devolver.<br />

ELENA ANDREEVNA. (Entrando.) Nosotros ya nos vamos.<br />

VANIA. (Tomando un frasco y entregándo<strong>se</strong>lo a Teleguin.) Hay <strong>que</strong> apurar<strong>se</strong> a trabajar, a hacer<br />

algo... De otra manera no voy a poder, no voy a poder...<br />

SONIA. Si, si... A trabajar…Todo está tan atrasado.<br />

ELENA ANDREEVNA. Vania, Alexander <strong>que</strong>ría hablar con usted.<br />

VANIA. ¿Conmigo? Yo no quiero hablar con él.<br />

SONIA. Vamos, tío Vania, vamos. Tienen <strong>que</strong> hacer las paces. ... Cuando hayamos despedido a<br />

todos, nos ponemos a trabajar... (Salen SONIA y VANIA.)<br />

ELENA ANDREEVNA. Usted me prometió <strong>que</strong> hoy <strong>se</strong> iría de esta casa.<br />

ASTROV. Sí. Me voy ahora mismo. No vamos a volver a vernos nunca más.<br />

ELENA ANDREEVNA. No. Entonces ¿para qué guardar el <strong>se</strong>creto?... Me <strong>se</strong>ntí un poco atraída hacia<br />

usted...<br />

ASTROV. Y si nos <strong>que</strong>dáramos y mañana en el campo forestal...? Vamos. Confie<strong>se</strong> <strong>que</strong> tarde o<br />

más temprano, va a ceder al <strong>se</strong>ntimiento. Y entonces, ¿no <strong>se</strong>ría mejor aquí, bajo los arboles. Es más<br />

poético...<br />

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ELENA ANDREEVNA. Aun<strong>que</strong> esté enojada con usted, lo voy a recordar con cariño. Me tengo <strong>que</strong><br />

ir.<br />

ASTROV. Está bien. Es mejor así. Usted y su marido, llevan la destrucción por donde quiera <strong>que</strong><br />

vayan.<br />

ELENA ANDREEVNA. Habla en broma.<br />

ASTROV. Hablo en broma; pero si hubiera continuado aquí la destrucción hubiera sido enorme. Y<br />

usted tampoco hubiera resultado ilesa. (La besa)<br />

ELENA ANDREEVNA. Me parece <strong>que</strong> vienen. No guarde un mal recuerdo de mí. (De un súbito<br />

impulso lo abraza, <strong>se</strong>parándo<strong>se</strong> ambos en el acto rápidamente.)<br />

(Entran SEREBRIAKOV, VANIA, MARIA VASILIEVNA con un libro entre las manos, TELEGUIN Y<br />

SONIA.)<br />

SEREBRIAKOV. (A todos) Les comunico a todos <strong>que</strong> no recordamos más e<strong>se</strong> fatídico suceso. Si no<br />

existió, ¿no? (Vania apenas niega)<br />

SEREBRIAKOV. Y así vivimos. No, por<strong>que</strong> después de lo <strong>que</strong> ocurrió en estas horas, medité tanto,<br />

<strong>que</strong> podría escribir un tratado sobre el arte de la convivencia. Agradezco tus excusas, Vania, y por<br />

mi parte también te pido perdón. Ah, y con respecto a lo <strong>que</strong>…<br />

VANIA. Vas a <strong>se</strong>guir recibiendo puntualmente la mensualidad de costumbre.<br />

SEREBRIAKOV. Muy bien. Todo como antes. Entonces Adiós… (Besando la mano a MARIA<br />

VASILIEVNA.) Mamá...<br />

MARIA VASILIEVNA. (Besándolo) Hága<strong>se</strong> sacar <strong>una</strong> fotografía y envíemela. Ya sabe cuan<br />

<strong>que</strong>rido <strong>se</strong>rá siempre para mi.<br />

TELEGUIN. Adiós, excelencia. No nos olvide.<br />

SEREBRIAKOV. (Después de besar a su hija.) Adiós... Adiós a todos. (Tendiendo la mano a<br />

ASTROV.) Aprecio su manera de pensar, sobre todo su ímpetu, pero permitanme agregar <strong>una</strong>s<br />

palabras de Ostrovsky: Hay <strong>que</strong> trabajar, <strong>se</strong>ñores, hay <strong>que</strong> trabajar. (Con un saludo general.)<br />

(Sale, <strong>se</strong>guido de MARIA VASILIEVNA y de SONIA.)<br />

VANIA. (Besando apretadamente la mano de ELENA ANDREEVNA.) ¿No nos vamos a ver más?<br />

ELENA ANDREEVNA. (Conmovida.) No. Adiós, <strong>que</strong>rido amigo. (Lo besa en la cabeza y sale.)<br />

VANIA. Adiós. Perdóneme.<br />

ASTROV. "Finita la comedia" ¿Por qué no vas a despedirlos?<br />

VANIA. Por<strong>que</strong> no.<br />

ASTROV. El profesor <strong>se</strong> va, <strong>se</strong>guramente, contento.<br />

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VANIA. Que <strong>se</strong> vayan... Todo esto es muy penoso para mi. Que <strong>se</strong> vayan. Habrá <strong>que</strong> ocupar<strong>se</strong><br />

cuanto antes de algo. A trabajar, a trabajar...<br />

SONIA. (Entrando y <strong>se</strong>cándo<strong>se</strong> los ojos.) Se fueron... (A su tío.) Bueno... Ahora vos y yo, tío<br />

Vania, vamos a hacer algo, ¿eh? Hace mucho <strong>que</strong> no nos <strong>se</strong>ntamos el uno junto al otro en esta<br />

mesa.<br />

VANIA. (Para sí) Vamos a trabajar…<br />

TELEGUIN. (Entrando con Maria Vasilievna.) Se fueron.<br />

SONIA. Vamos a hacer las facturas, tío Vania. Tenemos un atraso terrible. (Hojeando el libro de<br />

las facturas.) Escribí... Vamos a escribir <strong>una</strong> cada uno.<br />

VANIA. (Escribiendo.) ...”Granos de sarraceno…granos de trigo…” (Ambos escriben en<br />

silencio.)<br />

TELEGUIN. (Bostezando.) Tengo ganas de irme a la camita.<br />

MARIA VASILIEVNA. Me da pena <strong>que</strong> <strong>se</strong> hayan ido.<br />

ASTROV. No dan ganas de ir<strong>se</strong> pero no <strong>que</strong>da otra, amigos míos, <strong>que</strong> despedirme.<br />

TELEGUIN. ¿Y por <strong>que</strong> tan apurado? ¿Por <strong>que</strong> no te <strong>que</strong>das?<br />

ASTROV. No puedo.<br />

VANIA. Silencio. (Escribiendo.) Y las dos <strong>se</strong>tenta y cinco de la deuda anterior...<br />

ASTROV. Bueno... (Se dispone a despedir<strong>se</strong>.)<br />

SONIA. ¿Cuándo volvemos a vernos?<br />

ASTROV. Antes del verano, <strong>se</strong>guramente no... No creo <strong>que</strong> en invierno... Si ocurriera algo, claro,<br />

aví<strong>se</strong>nme. Gracias por todo. (Yendo hacia Teleguin, la besa en la cabeza.) Adiós, <strong>que</strong>rida.<br />

TELEGUIN. ¿Y te vas así, sin tomar el té?<br />

ASTROV. No tengo ganas, Teleguin.<br />

TELEGUIN. ¿Y un poco de vodka?<br />

SONIA. Hoy volvieron a pedir esta factura…la del 2 de enero…<br />

ASTROV. (Indeciso.) Eso puede <strong>se</strong>r... (Teleguin sale. Acercándo<strong>se</strong> al mapa y contemplándolo.) En<br />

África <strong>se</strong>guramente ahora hará un calor terrible.<br />

VANIA. Seguramente.<br />

ASTROV. Solange, usted me <strong>se</strong>rvirá mi té.<br />

VANIA. No, es demasiado tarde, todos estamos agotados. No sigamos.<br />

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ASTROV. ¿Cree usted, jovencita, <strong>que</strong> va a salvar<strong>se</strong> tan fácilmente?<br />

(Entra Teleguin)<br />

VANIA. ¿No ves <strong>que</strong> estoy débil?<br />

ASTROV. No discutas. A mí me toca disponer de estos últimos minutos. Solange. Repetí conmigo...<br />

VANIA. No, no. No quiero. (Lo abraza)<br />

ASTROV. ¿Por qué?<br />

VANIA. No puedo permanecer aquí ni un minuto más. La casa está envenenada.<br />

ASTROV. Sos muy cobarde Solange;. Estamos en la misma orilla, vamos a ir hasta el final. Vas a<br />

necesitar mucha fuerza. Repetí conmigo...<br />

VANIA. Bueno, pero en voz baja.<br />

ASTROV. Sí, en voz baja. La <strong>se</strong>ñora tendrá <strong>que</strong> tomar su té. (Pausa) Repetí Zorra vieja, repetí. La <strong>se</strong>ñora<br />

tendrá <strong>que</strong> tomar su té.<br />

VANIA. La <strong>se</strong>ñora tendrá <strong>que</strong> tomar su té...<br />

ASTROV. Por<strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> dormir...<br />

VANIA. Por<strong>que</strong> tiene <strong>que</strong> dormir...<br />

ASTROV. Y me voy a <strong>que</strong>dar velándola.<br />

VANIA. Y me voy a <strong>que</strong>dar velándola.<br />

ASTROV. Mi té. (A Teleguin) Dámelo.<br />

TELEGUIN. No es té, me pediste vodka.<br />

ASTROV. Es té.Y lo <strong>se</strong>rviste en la taza más hermosa...<br />

TELEGUIN. Bueno. Que te aproveche a la salud. ¿Seguro <strong>que</strong> no <strong>que</strong>rés un poco de <strong>que</strong>so?<br />

ASTROV. No. Está bien así... (A Vania) Vos no me espíes (Bebe el vodka)<br />

VANIA. Telón.<br />

SONIA. ¿Se va a <strong>mata</strong>r?<br />

ASTROV. Adiós entonces... No me acompañes, Teleguin. No hace falta. (Sale ASTROV, <strong>se</strong>guido de<br />

SONIA.)<br />

VANIA. (Escribiendo.) Veinte libras de aceite, el dos de febrero... Otras veinte libras, el dieciséis...<br />

Granos de sarraceno... (Pausa.)<br />

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TELEGUIN. (Comienza a tocar bajito la armónica) Ay, pecadora de mí... Cuánto tiempo hace <strong>que</strong><br />

no como tallarines.<br />

MARIA. Hace mucho, sí, <strong>que</strong> en esta casa no <strong>se</strong> comen tallarines. Igual me siento soberbia.<br />

(Entra Sonia)<br />

VANIA. Total…quince…veinticinco…<br />

TELEGUIN. ¿Se fue? ¿Tan rápido? ¿ Vas a trabajar, con el tío?<br />

MARIA. Cuántos pecados... (Salen)<br />

SONIA. Hasta mañana abuela.<br />

(SONIA <strong>se</strong> sienta y empieza a escribir.)<br />

VANIA. (A SONIA.) Niña mía... Cuánto sufro... Si supieras cuánto sufro.<br />

SONIA. Pobre tío… ¿Qué vamos a hacer? Hay <strong>que</strong> tener fe y creer. Hay <strong>que</strong> dejar de tenerle<br />

miedo a la vida.Tenés <strong>que</strong> creer en vos. Yo creo en vos. Creo en las personas <strong>que</strong> están esparcidas<br />

por el mundo, <strong>que</strong> sufren y <strong>se</strong> lamentan como nosotros. Creo en la verdad de las cosas. ¿Por<br />

qué? Por<strong>que</strong> yo creo en los sueños, como vos En los sueños no <strong>se</strong> puede mentir. Ahí está la<br />

verdad. Ahí está encerrado el verdadero misterio de la vida. Dejá <strong>que</strong> la gente <strong>se</strong> ría de vos tío,<br />

no te tiene <strong>que</strong> importar. Nosotros creíamos en el trabajo ¿no? Bueno, entonces vamos a trabajar.<br />

Para los demás. Sin descanso. Pero sin abandonar los sueños.<br />

VANIA. No Sonia. La verdad está aquí. No en los sueños. Dios…<br />

SONIA. (Pausa) Pobre tío Vania…Tu vida no conoció la alegría…pero esperá, tío Vania, esperá…Ya<br />

descansaremos. Ya descansaremos.<br />

FIN<br />

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