Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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las últimas que habrían de salir de su boca, a causa de una recuperación<br />
milagrosa o de la perpetuación de la agonía. Quien<br />
se esmeraba en despedirse de la vida con un breve discurso a la<br />
manera de un epitafio corría el riesgo de que después de pronunciarlo<br />
en una etapa aguda, pero no letal de la enfermedad,<br />
tuviera que guardar silencio durante semanas y semanas para<br />
no estropear el encanto. Acerca de este particular Richter comentaba,<br />
quién sabe si con fundamento suficiente, que Auguste<br />
Comte, el archienemigo de lo sobrenatural, había repetido<br />
neciamente los últimos días de su vida, cada vez que se sentía<br />
desfallecer, la misma frase machacona: “¡Qué perdida tan irreparable!,<br />
¡qué perdida tan irreparable!”, y que si bien había logrado<br />
su objetivo de que fuera la última que dijo, sus familiares ya no<br />
querían saber nada de ella, y sin reparar en la absoluta falta de<br />
humildad que suponía, les había puesto los pelos de punta hasta<br />
que, ya carente de todo significado a causa de la insistencia, les<br />
hizo temer que el gran filósofo hubiera perdido la razón.<br />
¿Hay algo más chocante que la improvisación estudiada? ¿Algo<br />
más hipócrita que la falsa inspiración? Escuchada sin el aura<br />
deformante de genialidad que la rodea, y apenas con el distanciamiento<br />
necesario y acaso una pizca de suspicacia, ¿cómo<br />
tomar por verdadera la última frase de Emily Dickinson: “Tengo<br />
que entrar. Se está levantando la niebla”? Solitaria y apartada<br />
como era, ¿quién habría podido escucharla en el momento<br />
oportuno si acostumbraba encerrarse en su cuarto durante<br />
largas temporadas? ¿Y qué decir de la de Gogol: “Rápido, una<br />
escalera”, sugestiva hasta decir basta, o de la de Villiers de l’Isle-<br />
Adam: “Bah, me acordaré de este planeta”, más preparada que<br />
el estribillo de una ópera, o <strong>del</strong> supuesto sonido de los timbales<br />
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