Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
DE LA MANO...<br />
que una chamaca estrenando aquel traje de baño<br />
anaranjado que me regaló el gordo y que no volví a<br />
usar y terminé dándoselo a Socorro. Me apretaba mucho,<br />
pero me gustaba porque era el primero que usaba<br />
en mi vida, el primero, y me sentía una artista de<br />
cine enseñando mis piernas blancas de gallina y mis<br />
grandes pechos que se salían un poco en el escote<br />
aunque yo no quisiera. Cuando me había metido al río<br />
y al manantial del Agua Caliente, allá en el pueblo,<br />
había usado fondo y ropa interior.<br />
––¿Hay que decir algo? –preguntó Socorro, que<br />
me había llevado a Veracruz para cumplirle a Juan<br />
Martín.<br />
Nadie dijo nada, como si no hubiéramos escuchado<br />
la pregunta.<br />
Ella simplemente dijo adiós Martín y yo hice de mis<br />
ojos un mar de lágrimas.<br />
Pasaron diez años antes de que regresara al mar.<br />
Ya no fue como la primera vez. Fui a Veracruz a visitar<br />
a Magda que se había casado con un jarocho y<br />
vivía en Boca del Río. Para allá después se fueron<br />
también Juan Martín, José Antonio y Lorenzo, quien<br />
fue el único que no se quedó en aquellos rumbos. Los<br />
otros allá hicieron vida.<br />
La playa estaba cerca y con gusto volví a tocar las<br />
olas. Ya no retocé, a lo mejor porque ya tenía más de<br />
cincuenta y algunas dolencias.<br />
<strong>narrativa</strong><br />
Junio 2012<br />
25