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narrativa - Le chasseur abstrait

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<strong>narrativa</strong><br />

Junio 2012<br />

28<br />

ALACIEL VERGARA CASTILLO<br />

De tanto estar en la playa, Juan Martín se puso negro<br />

y de puro milagro no se le achicharró la carne. Ya no<br />

me acuerdo si alguien le prestó bronceador, pero yo sí<br />

me puse en los hombros y en los brazos. Es el reflejo<br />

del mar, eso hace más daño, me explicaron. Me<br />

acuerdo que con Martín juntamos muchas conchitas y<br />

me las iba guardando en el pecho. De pronto como<br />

que sentí que algo se movía y me puse a gritar y a<br />

sacarme aquello que tenía vida. Ya no lo volví a hacer<br />

después del susto que me llevé esa tarde.<br />

Socorro me dijo lo de Juan Martín después de un año<br />

de que había pasado y cuando ya me había recuperado<br />

de la delicada operación que me hicieron, por el<br />

cáncer. Estuve muy enferma. Socorro tenía miedo de<br />

que la noticia me afectara mucho y que sólo de eso<br />

me muriera. Ya no sé si estuvo bien no saberlo a<br />

tiempo. Ella, José Antonio y Román, un amigo de la<br />

familia, se hicieron cargo de todo. Decidieron la cremación<br />

porque Juan Martín había pedido eso antes de<br />

morir de cirrosis y por ser lo más práctico.<br />

Casi un año y medio después fuimos a Boca de Río a<br />

despedir a Juan Martín, él así lo había pedido. Lo<br />

acompañamos José Antonio, Román, José, Socorro,<br />

su marido, y yo. Fue una mañana muy soleada de<br />

primavera, parecida a la de aquel día que por primera<br />

vez nos presentaron el mar. En una lancha nos adentramos<br />

en la bahía desde el Río Jamapa y allí dejamos<br />

a Juan Martín, igual que al príncipe que consumieran<br />

las llamas. Lo llevé con mis manos al agua. Este es el<br />

mar, la mar, y aquí te quedas hijo como nunca hubiera<br />

querido. Y solté en el mar sus cenizas<br />

* Texto ganador del segundo lugar del concurso El viejo y la Mar<br />

2012, Distrito Federal.

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