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Panacea35_Junio2012

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Reseñas<br />

14. Maria Antònia Martí y Mariona Taulé: «La Academia<br />

y la investigación universitaria en las tecnologías de la<br />

lengua»<br />

15. Silvia Ramírez Gelbes: «Correctores, periodistas y la<br />

Academia Argentina de Letras: amores y desamores»<br />

Notas<br />

Nómina de autores<br />

Ideas principales<br />

¿Qué se sostiene, pues, en estos 15 capítulos? Sin ánimo de<br />

exhaustividad, pues una reseña detallada excedería el espacio<br />

aquí disponible, se afirma que el estándar que la RAE pretende<br />

imponer como modelo de lengua está basado en un español<br />

escrito y literario, centro-norteño peninsular y culto, que deja<br />

de lado la lengua hablada, no tiene en cuenta la lengua de otros<br />

registros y estigmatiza otras variantes geográficas. Los criterios<br />

normativos de la institución fluctúan de manera incoherente entre<br />

el unitarismo, el monocentrismo y el polimorfismo, lo cual<br />

confunde a los hablantes. Según el libro, la Academia, principal<br />

divulgadora de mitos en torno a la lengua, es la primera responsable<br />

de la marginación de las variedades naturales no estándar<br />

del español y de la minorización de las lenguas con las que el<br />

español entra en contacto. Por otro lado, dificulta la difusión<br />

de los trabajos que puedan desafiar su visión de la lengua y<br />

cuestionar su preponderancia, e interfiere en el desarrollo de la<br />

terminología, pues pretende ser autoridad en ámbitos que están<br />

fuera de su competencia, estableciendo normas contrarias a las<br />

promulgadas, por ejemplo, por los organismos que regulan la<br />

escritura científico-técnica.<br />

Se describe cómo las academias de la Asociación de<br />

Academias de la Lengua Española (Asale) son entidades<br />

subordinadas a la RAE por motivos económicos y dependientes<br />

del Gobierno español y de los patrocinadores de la<br />

Española, lo cual anula su tan necesaria independencia. La<br />

norma que se divulga en aparente concierto entre una y otra<br />

institución es mucho menos panhispánica de lo que se pretende<br />

mostrar. La RAE y la Asale mantienen una estrategia<br />

que busca la unidad normativa del español, un objetivo que<br />

sirve especialmente a los intereses económicos y geopolíticos<br />

de España y que nada tiene que ver con la competencia<br />

lingüística de los hablantes. La Academia busca siempre una<br />

posición ubicua y hegemónica en los procesos de normalización<br />

y planificación del español.<br />

Sobre todo en la segunda parte del libro, se muestra cómo<br />

las academias aplican métodos de trabajo obsoletos, de lo que<br />

se deriva que su producción sea insuficiente, en calidad, cantidad<br />

y disponibilidad —incluso ahora, en que parece haber<br />

entrado en un período de febril actividad—, en relación con<br />

los medios de que dispone. Si se realizara una auditoría de<br />

la RAE, probablemente se demostraría que las academias no<br />

tienen necesidad alguna de hacer de sus obras un puro negocio<br />

editorial. Los diccionarios, mucho más subjetivos de lo<br />

que cabría esperar, revelan la ideología religiosa, nacionalista<br />

y discriminatoria de una institución conservadora, elitista y<br />

clasista, que tiene una marcada tendencia a la endogamia y al<br />

nepotismo, y está muy lejos de la profesionalización lingüística<br />

y filológica que le exigirían sus funciones.<br />

Argumentación y polifonía<br />

Lo primero que destaca del libro es la gran calidad de la argumentación,<br />

la fundamentación bien estructurada y extraordinariamente<br />

documentada de la que hace gala. No hay en la<br />

obra afirmaciones gratuitas, y predominan los razonamientos<br />

en que unas ideas se desprenden de las otras de manera casi<br />

natural. Y no es de extrañar, pues en la obra participan como<br />

autores miembros importantes de la comunidad académica,<br />

como Juan Carlos Moreno Cabrera, catedrático de Lingüística<br />

en la Universidad Autónoma de Madrid, autor de numerosos<br />

libros y artículos de lingüística; Luis Fernando Lara Ramos,<br />

profesor del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del<br />

Colegio de México, coordinador del Diccionario del español<br />

de México y autor de artículos especializados; José del Valle<br />

Codesal, profesor de Lingüística Hispánica e investigador de<br />

ideologías lingüísticas y políticas del lenguaje; Esther Forgas<br />

Berdet, catedrática de Lengua Española e investigadora en<br />

lexicografía y análisis del discurso; Silvia Ramírez Gelbes,<br />

profesora de Sintaxis y Semántica, de Escritura y Géneros<br />

Discursivos, y de Corrección de Estilo, por citar solo a algunos.<br />

El punto de vista de estos autores se ve complementado<br />

por el de profesionales de la lengua de largo recorrido y gran<br />

especialización, como José Martínez de Sousa, experto en ortografía,<br />

ortotipografía y lexicografía, entre otras disciplinas<br />

afines; Jordi Minguell Roselló, mestre de català y periodista<br />

con más de treinta años de experiencia; Silvia Senz Bueno,<br />

lectora editorial, correctora, traductora y profesora de edición<br />

de textos, tipografía y estilo editorial; Montserrat Alberte,<br />

lexicógrafa con amplia experiencia en redacción, lematización,<br />

revisión, compilación y actualización de numerosos<br />

diccionarios, entre otros. Los colaboradores no mencionados<br />

aquí también poseen importantes méritos académicos o profesionales,<br />

que pueden consultarse en la nómina de autores (vol.<br />

2, pp. 229-238), en que queda patente la pluralidad de nacionalidades<br />

(española, argentina, mexicana, uruguaya, entre<br />

otras) y perfiles profesionales, que confiere representatividad<br />

y equilibrio a la voz de este libro y aporta una enriquecedora<br />

multiplicidad de puntos de vista, que se deja sentir en las muy<br />

variadas técnicas discursivas.<br />

A pesar de la contundencia de sus fuertes críticas, el tono<br />

de El dardo en la Academia suele ser sereno y académico (en<br />

el buen sentido de la palabra), aunque alterna con momentos<br />

más inflamados y algunos pasajes de sátira más o menos<br />

explícita y con distinto grado de mordacidad. La ironía de<br />

ciertos epígrafes ameniza considerablemente una lectura que<br />

por momentos puede llegar a ser densa.<br />

Algunos capítulos destacados<br />

Algunos capítulos merecen especial mención, ya por ser<br />

especialmente sustanciosos, ya porque son particularmente<br />

pertinentes para los profesionales del lenguaje.<br />

El primer capítulo, «Historia crítica y rosa de la Real<br />

Academia Española», es una delicia, por la extraordinaria<br />

lucidez y el desenfado con que está escrito y por lo divertido<br />

de su narración; podría decirse que aunque solo fuera<br />

por este capítulo ya valdría la pena comprar el libro. En<br />

este texto, Luis Carlos Díaz Salgado aborda la historia de<br />

Panace@. Vol. XIII, n. o 35. Primer semestre, 2012 135

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