Relaciones Interpersonales - Cursumi
Relaciones Interpersonales - Cursumi
Relaciones Interpersonales - Cursumi
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Temprano en mi ministerio, acepté una invitación para dirigir una iglesia. Fue<br />
una oportunidad maravillosa, además en una ciudad muy bonita. Fue un tiempo<br />
emocionante para Margaret y para mí.<br />
MI NUEVO AMIGO DE CARTAS<br />
Había estado en la iglesia tan solo diez días cuando recibí por correo una carta<br />
de Tom, un miembro de la congregación. La abrí, empecé a leer, y descubrí de<br />
inmediato que era una trascripción mecanografiada del sermón que había dado<br />
mi primer domingo. Quedé asombrado y me sentí halagado de que alguien se<br />
tomara el tiempo para recoger todas las palabras que dije. Después me fijé en<br />
otros detalles. Las páginas estaban cubiertas de comentarios. Tom había<br />
marcado con tinta roja cada error gramatical, había corregido cada palabra mal<br />
pronunciada y había señalado cada cosa que él consideró como imprecisión en<br />
los datos presentados.<br />
Me pareció un poco extraño, pero no me preocupé demasiado por ello. Sé que<br />
no soy perfecto y soy consciente de que a veces cometo errores al hablar. No<br />
obstante, tengo una imagen saludable de mí mismo y no dejé que me afectara.<br />
A la semana siguiente, llegó otro sobre enviado por Tom. Una vez más, tenía el<br />
mensaje que yo había predicado el domingo anterior y una vez más, cada error<br />
por minúsculo que fuese, marcado en tinta roja. En ese momento decidí que<br />
convenía conocer mejor a Tom y averiguar qué era lo que tanto le molestaba.<br />
El siguiente domingo después de predicar el sermón, le pedí a alguien que me<br />
señalara a Tom en la congregación. Me acerqué a él, extendí mi mano y dije:<br />
«Hola, soy John Maxwell». Al principio Tom solo se quedó mirándome hasta<br />
que por fin dijo: «Hola, pastor», Me di cuenta al instante de que no iba a darme<br />
la mano. Se dio la vuelta y salió de la iglesia. Efectivamente, unos cuantos días<br />
después, ¿adivine que recibí en el correo? Otra misiva de Tom. Empecé a<br />
llamarlas sus «cartas de amor». Recibí una cada semana con sus críticas<br />
detalladas. ¿Le gustaría saber cuánto tiempo recibí las cartas de amor de<br />
Tom? ¡Siete años! Durante ese tiempo, nunca me dio la mano por iniciativa<br />
propia. Traté de conectarme con Tom, pero él no quería tener nada que ver<br />
conmigo. Fue en un solo tema que logré interesarlo para sostener una<br />
conversación. Mis hijos eran adoptados, al igual que los de él, y de ellos sí me<br />
hablaba, pero no era nada cálido conmigo.<br />
¿QUÉ HAY DEBAJO DE LA SUPERFICIE?<br />
Entonces un día salí a almorzar con un pastor veterano y le conté acerca de<br />
Tom, las misivas amorosas que recibía cada semana y mi incapacidad para<br />
ganármelo. Mi amigo pastor me miró y dijo: «Tú sabes John, que la gente<br />
herida, hiere a los demás». Esa frase tuvo mucho sentido para mí. «Siempre<br />
que alguien dice o hace algo hiriente», continuó, «tienes que ir más abajo de la<br />
CURSUM Internacional<br />
<strong>Relaciones</strong> <strong>Interpersonales</strong><br />
19