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Relaciones Interpersonales - Cursumi

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En la década de los veinte, el médico, consultor y psicólogo George W. Crane<br />

empezó a enseñar psicología social en la Universidad Northwestem en<br />

Chicago. Aunque la pedagogía era algo nuevo para él, era un estudiante<br />

avanzado de la naturaleza humana, y creía firmemente en hacer práctica para<br />

sus estudiantes el estudio de la psicología. Una de las primeras clases que<br />

enseñó incluía a estudiantes de jornada nocturna que eran mayores que el<br />

estudiantado universitario promedio. Estos hombres y mujeres jóvenes<br />

trabajaban en tiendas, oficinas y fábricas de Chicago durante el día y se<br />

esforzaban en mejorar su vida con las clases que recibían de noche. Una<br />

noche después de clase una mujer llamada Luisa que se había mudado a<br />

Chicago de un pueblo pequeño en Wisconsin para desempeñarse en un trabajo<br />

civil, le confió a Crane que se sentía aislada y sola. «No conozco a nadie,<br />

excepto unas compañeras en la oficina», se lamentó. «De noche voy a mi<br />

habitación y escribo cartas a mis familiares y amigos. Lo único que me motiva a<br />

vivir día por día es la esperanza de recibir una carta de mis amigos en<br />

Wisconsin».<br />

UN NUEVO TIPO DE CLUB<br />

Fue en gran parte como respuesta al problema de Luisa que Crane ideó algo<br />

que llamó el Club de los Halagos. Lo anunció a su clase a la semana siguiente<br />

y fue el primero de varios proyectos prácticos que asignaría a la clase ese<br />

semestre. «Deben usar su psicología todos los días, bien sea en casa o en el<br />

trabajo, o en los tranvías y en los autobuses», les dijo Crane. «Para el primer<br />

mes, su trabajo por escrito será el Club de los Halagos, Cada día ustedes<br />

deben dar un halago sincero a tres personas distintas. Pueden aumentar ese<br />

número si desean, pero para pasar la clase deben halagar por lo menos a tres<br />

personas cada día durante treinta días. Después, al final del experimento de<br />

treinta días, quiero que escriban un ensayo sobre sus experiencias», continuó.<br />

«Incluyan los cambios que notaron en la gente a su alrededor, así como su<br />

cambio personal en la manera de ver la vida». Algunos de los estudiantes de<br />

Crane se resistieron a hacer la tarea. Unos se quejaron de que no sabrían qué<br />

decir a la gente y otros tenían miedo de ser rechazados. Algunos pensaron que<br />

sería deshonesto halagar a una persona que no les gustara.<br />

—Suponga que nos encontramos con alguien que nos disguste, dijo un<br />

estudiante, ¿No sería hipócrita elogiar a un enemigo?<br />

—No, no es falta de sinceridad halagar a su enemigo —respondió Crane—,<br />

porque el halago es una declaración honesta de reconocimiento por algún<br />

rasgo o mérito objetivo que merece elogio.<br />

Van a encontrar que nadie carece por completo de méritos o virtudes, su elogio<br />

puede servir para levantar la moral de las almas solitarias que están casi<br />

resignadas y a punto de abandonar la lucha y dejar de hacer buenas obras.<br />

Ustedes no saben si su halago casual le llegará a lo más hondo a un niño o<br />

una niña, o un hombre o una mujer, en el momento preciso y crítico en que si<br />

CURSUM Internacional<br />

<strong>Relaciones</strong> <strong>Interpersonales</strong><br />

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