Historia en Imagenes (II) - Ayuntamiento de Alcolea de Calatrava

El desarrollo de la fotografía ofrecía sin concesiones al pueblo el arte y
la perpetuidad que antes se le habían negado. Los fotógrafos, lejos de ser simples
pintores fracasados, como en su momento pensó el poeta Baudelaire, eran artistas;
conocidos o anónimos artistas del pueblo.
“La fotografía es un arte, es más que un arte, un fenómeno solar en
que el artista colabora con el sol”, puntualizaba el poeta Lamartine (fotografía
significa literalmente en griego “escritura con luz”).
Cada fotografía, por simple que parezca, es arte y recuerdo; y cada
imagen de este libro es un maravilloso ejemplo de ello.
Cuando ya nadie se pregunta por qué en todos los hogares del mundo
se han tomado - y se seguirán tomando - fotografías de aquellas personas que
nos resultan importantes y de aquellos eventos que van conformando nuestra
historia familiar, debemos replantearnos esta cuestión. Y es que si registrar los
momentos especiales de la vida es casi una responsabilidad, poder juntarlos
para compartir con otros el melancólico recuerdo de una historia común es casi
una bendición. Tan importante resulta esta herencia fotográfica que comienza
a constituir parte de nuestro patrimonio familiar y, en una escala mayor, del
patrimonio visual de nuestro país. Los retratos individuales que decoran estas
páginas forman, al fin y al cabo, parte de nuestra historia, son entrañablemente
pueblo. “Sé de tu pueblo y serás de tu región, y serás de tu país, y serás del
mundo”, afirmaba el maestro Miguel de Unamuno.
En la provincia de Ciudad Real poco a poco fueron apareciendo fotógrafos
anónimos que rápidamente se harían conocidos en Alcolea y el resto de
localidades vecinas por atender con sus retratos la creciente demanda de quienes
buscaban en ellos el modo de recomponer su geografía afectiva y familiar, antaño
devastada por la separación, la muerte o la enfermedad. Fotógrafos tan solicitados
y destacados como Eduardo Matos, quien, continuando con la intensa labor
que en la capital venían realizando Nicanor Cañas, Ricardo Sánchez o la familia
Muñoz, entre otros, inauguraba en 1951 en la ciudad su conocido estudio de la
Avenida de los Mártires (actual calle Alarcos), por donde durante treinta años
pasaría prácticamente toda la sociedad ciudarrealeña, de cualquier edad y condición.
Fue además el primer fotógrafo de la provincia en utilizar el color (1961).
Un Eduardo Matos que hoy en día es recordado en un monumento levantado
por petición popular en el Paseo del Parque del Pilar.
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