Historia en Imagenes (II) - Ayuntamiento de Alcolea de Calatrava

no di importancia; vuelve a mí. El Hogar no estaba. La majestuosa
fachada, con su terraza en forma de arco y sus gradas; habían desaparecido
para siempre. Aquel bonachón gigante de piedra, que sentado en la
plazuela atraía a los niños a jugar a sus pies; había sido desplazado por
el progreso. En sus enormes salones descubrí por vez primera la magia
de la televisión, y después el cine y los bailes de los banquetes de boda.
En aquellas gradas comenzó mi afición a pintarrajear papel
de estraza; y en aquella plazuela voló por primera vez un avioncito de
cartón; que llegó a mis manos no recuerdo cómo. Sólo me duró un rato.
Lo lanzaba al aire una y otra vez; y ascendía y se posaba en el suelo suavemente,
tras un largo planeo. Hasta que desapareció entre los tejados.
Pero aquel avioncito de cartón, ya había cumplido con creces su misión:
inocularme la pasión por el vuelo.
El pueblo ha cambiado; ha prosperado, es más grande, hay agua
corriente en las casas, alcantarillado, farolas en las calles asfaltadas; y
coches... muchos coches. Máquinas que un progreso mal entendido
nos vendió diciéndonos que funcionaban con combustible, pero que en
realidad funcionan bebiéndose insaciables el agua de nuestros ríos.
Que la deslumbrante luz del sol manchego, os llene el corazón
de alegría. Acercaos a esa luz, no para lucir vuestro brillo, sino para ver
los claroscuros, las luces y las sombras de la buena gente que os rodea.
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Valeriano Prado Contreras.