Historia en Imagenes (II) - Ayuntamiento de Alcolea de Calatrava

E MIGRACIÓN
Años 60. La gente venía a comprar a nuestra tienda con una
peseta, y aún se les devolvía dinero.
Yo era un niño, que trepaba por las estanterías buscando las
golosinas más apreciadas; cuanto más alto, mejor. No era el único; tenía
numerosa y fraternal competencia...
La leña para las hogueras, ya estaba amontonada en las calles;
esperando dar calor a la fría noche invernal de Santa Lucía. Esa tarde
nos íbamos del pueblo.
Cuando subimos al tren, ya estaba lleno de gente. Tras una
larga noche entre pasillos y equipajes; alguien dijo: - naranjas, mirad
cuantas naranjas - Estábamos llegando a nuestro destino entre inmensos
campos de huertas y naranjos.
El tren, como una máquina del tiempo, nos ha trasladado a otro
siglo. La ciudad se prepara para celebrar la Navidad. Un respiro para
adaptarnos a tantas cosas nuevas: tráfico, ascensores, semáforos, el habla
de la gente, que tanta gracia nos hace...
El tiempo pasa entre colegio y tardes de juegos en la cercana y
solitaria playa. Unos trabajan, otros estudian, otros estudian y trabajan;
y la ciudad, indolente, se deja hacer.
Al pesado trolebús, se le ha vuelto a soltar una de las pértigas.
El cobrador baja con una manivela, y tras las preceptivas maldiciones,
la encaja en la toma de corriente. Acurrucado en mi asiento, voy a mi
trabajo; adormilado, hasta que oigo: "Xiquet, ja hem arribat". Bendita
mujer, que todas las mañanas me avisa de la proximidad de mi parada.
Al salir del trabajo, un compañero se ofrece a acercarme a casa en su
nuevo coche. Es viernes, día de paga; y la ciudad bulle de actividad. Al
llegar a casa, oigo algo que me llena de alegría, y de inquietud: Vamos a
ir al pueblo.
29