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México y el mundo contemporáneo - Escuela Normal Superior

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echeverrista sufrió dos debates. El primero fue<br />

la ley orgánica que impuso <strong>el</strong> gobernados de<br />

Nuevo León, Eduardo Elizondo, a la<br />

universidad estatal, que sustituía al consejo<br />

universitario por un cuerpo corporativo<br />

integrado por representantes de los ámbitos<br />

industrial, comercial, de organizaciones de<br />

obreros y campesinos, y de los medio de<br />

comunicación. Se trataba de un caso de<br />

aplicación tardía de la línea diazordacista para<br />

solventar las penurias universitarias, a la par<br />

de establecer un control más rígido so<br />

pretexto de inmiscuir a la sociedad en <strong>el</strong><br />

manejo de la universidad local. N o le fue bien<br />

al gobernador en su intento, pues la ley no<br />

sólo contradiga la política presidencial de<br />

acercamiento con las comunidades<br />

universitaria, que partía d<strong>el</strong> respeto a la<br />

autonomía, sino que dio motiva justificado –<br />

autodefensa de la comunidad universitaria<br />

agredida- para iniciar un movimiento que<br />

amenazó convertirse en nacional. Para coartar<br />

<strong>el</strong> desarrollo de esta última eventualidad, <strong>el</strong><br />

presidente decidió correr <strong>el</strong> riesgo de<br />

enfrentar la protesta de la derecha<br />

neoleonesa, que brandaba incondicional apoyo<br />

a Elizondo, y sustituirlo por <strong>el</strong> senador Luis M.<br />

Farías. No pocos de los problemas que<br />

después arrostraría <strong>el</strong> presidente con <strong>el</strong> así<br />

llamado Grupo Monterrey se originaron en<br />

esta destitución.<br />

El segundo embate, en cierta forma producto<br />

d<strong>el</strong> anterior, fue la represión de la<br />

manifestación estudiantil organizada por <strong>el</strong><br />

Instituto Politécnico Nacional en apoyo al<br />

movimiento de Nuevo León, <strong>el</strong> 10 de junio de<br />

1971. La represión corró a cargo de un grupo<br />

de jóvenes, vestidos todos de pantalón<br />

vaquero, camiseta blanca y zapatos tenis,<br />

armados unos con varas de bambú y otros<br />

con armas de fuego; estos últimos se<br />

encontraban parapetados en los edificios<br />

aledaños a la Avenida San Cosme de la ciudad<br />

de <strong>México</strong>, po donde se desplazaba la<br />

manifestación. Para todos los testigos<br />

oculares, entre los que se cuenta <strong>el</strong> que esto<br />

escribe, fue evidente la cooperación entre <strong>el</strong><br />

grupo atacante, que despuñes la prensa<br />

identificó como un destacamento parapoliciaco<br />

llamado Halcones, y la policía uniformada. La<br />

explicación oficial de Alfonso Martínez<br />

Domínguez, jefe d<strong>el</strong> gobierno de la ciudad, fue<br />

que se había tratado de un enfrentamiento<br />

entre manifestantes y estudiantes disidentes.<br />

Hasta la fecha, <strong>el</strong> ex regente ha negado<br />

siempre la existencia de los Halcones. El<br />

efecto político inmediato de lo sucedido <strong>el</strong><br />

Jueves de Corpus fue <strong>el</strong> despido de Martínez<br />

Domínguez y posteriormente de Julio Sánchez<br />

Vargas, procurador general de la República,<br />

irresuctibles diazordacistas. Es difícil precisar<br />

culpables en este caso, pues si bien es cierto<br />

que <strong>el</strong> regente era <strong>el</strong> responsable de la policía<br />

y <strong>el</strong> orden en la ciudad, también lo es que<br />

Echeverría nunca cumplió con la promesa de<br />

esclarecer <strong>el</strong> asunto, amén que en 1975<br />

apoyó la postulación de Rog<strong>el</strong>io Flores Curi<strong>el</strong>,<br />

jefe de la policía capitalina en aqu<strong>el</strong> entonces<br />

y despedido a raíz de los acontecimientos d<strong>el</strong><br />

Jueves de Corpus, a la gobernatura de Nayarit<br />

Como ya se vio en capítulo anterior, <strong>el</strong><br />

presidente Echeverría asumió <strong>el</strong> mando<br />

nacional convencido de que las políticas<br />

económicas motivadas por <strong>el</strong> desarrollo<br />

estabilizador habían concentrado <strong>el</strong> ingreso en<br />

pocas manos, acentuado las diferencias y<br />

encono sociales, y apropiciado la violencia. En<br />

su segundo informe de gobierno <strong>el</strong> presidente<br />

por primera vez articulo claramente los<br />

caminos a seguir. Ante la crisis social y<br />

política propuso confrontarla, que no<br />

resolverla, mediante la concepci`´on d<strong>el</strong><br />

desarrollo compartido, que prometía una<br />

mejor distribución d<strong>el</strong> ingreso y una amplia<br />

actividad estatal en la rectoría económica.<br />

Corr<strong>el</strong>ativamente, le aparejó la apertura<br />

política o democrática, que consistía en una<br />

actitud presidencial abierta al diálogo y<br />

negociación, e incluía una revisión de la<br />

legislación <strong>el</strong>ectoral para garantizar plena<br />

representatividad a los partidos, así como <strong>el</strong><br />

apoyo económico a los centros de educación<br />

superior para la democratización de su<br />

estructura académica y administrativa.<br />

Este programa político, que <strong>el</strong> presidente<br />

Echeverría llevó ad<strong>el</strong>ante con éxito diverso en<br />

varios de sus puntos, contribuyó a diluir los<br />

efectos d<strong>el</strong> 68 en múltiples sectores, incluso<br />

juveniles, pero fue ineficaz ante la izquierda<br />

radical de origen estudiantil que para 1972<br />

había recurrido a la violencia. Polvo de<br />

aqu<strong>el</strong>los lodos recientes, la guerrilla urbana<br />

lejos de ser resultado de los afanes de los<br />

comunistas revolucionarios profesionales PCM,<br />

fue producto de la actividad de estudiantes<br />

comunistas (disidentes) y no comunistas<br />

(cristianos) que tras Tlat<strong>el</strong>olco no vieron más<br />

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