México y el mundo contemporáneo - Escuela Normal Superior
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d<strong>el</strong>imitación actual de los estados que forman<br />
la federación han sido resultadas, en la<br />
inmensa mayoría de los casos, de decisiones y<br />
acomodamientos muy recientes, hablando en<br />
términos históricos. Y que esa división no está<br />
sustentada, salvo excepciones, ni en una<br />
continuidad histórica profunda ni en la<br />
distribución real de la población que sí la<br />
tiene, No hay un estado huasteco, ni maya, ni<br />
otomí, que tendrían una razón muy antigua<br />
para existir y que constituirían niv<strong>el</strong>es de<br />
organización social y política indispensables<br />
para que esos pueblos actualizaran sus<br />
propios proyectos civilizatorios. No se trata de<br />
un problema que se resu<strong>el</strong>va solamente con<br />
una redefinición de límites estatales. El asunto<br />
va mucho más allá: al reconocer <strong>el</strong><br />
fundamento étnico de esas unidades políticas<br />
(estados, distritos, municipios, según <strong>el</strong> caso)<br />
se estaría afirmando su derecho a organizar<br />
su vida interna y su participación en los<br />
asuntos nacionales en función d<strong>el</strong> proyecto<br />
histórico particular que esta implícito en la<br />
tradición cultural que se reconoce<br />
internamente como la tradición rectora, la que<br />
define y sustenta a ese proyecto histórico. No<br />
es, entonces, un simple cambio de nombres ni<br />
tan sólo un asunto de límites entre los<br />
estados: es la decisión de que los pueblos d<strong>el</strong><br />
<strong>México</strong> profundo dispongan de niv<strong>el</strong>es de<br />
organización política más amplios y complejos<br />
que <strong>el</strong> de la comunidad local, para que estén<br />
en condiciones de aumentar cualitativamente<br />
su capacidad de reconstrucción y desarrollo<br />
culturales.<br />
Es indispensable la estructuración de niv<strong>el</strong>es<br />
de organización social de mayor amplitud para<br />
asegurar <strong>el</strong> florecimiento de las culturas<br />
mesoamericanas. No es lo mismo respetar <strong>el</strong><br />
derecho de autodeterminación a niv<strong>el</strong><br />
comunal, que hacerlo con una estructura<br />
política superior. Muchos proyectos no pueden<br />
cumplirse en <strong>el</strong> marco limitado de la<br />
comunidad local, porque requieren una<br />
participación y un aporte de <strong>el</strong>ementos<br />
culturales que rebasan esas fronteras.<br />
Algunos pueblos indios de <strong>México</strong> han sido<br />
destruidos hasta <strong>el</strong> grado de quedar reducidos<br />
a una sola comunidad; pero son muchos los<br />
que abarcan gran número de comunidades<br />
locales, aunque hoy estén r<strong>el</strong>ativamente<br />
aisladas entre sí. El proyecto es retomar <strong>el</strong><br />
hilo de la historia suspendida temporalmente<br />
por la dominación colonial y favorecer, en las<br />
condiciones que imponen y permiten los<br />
albores d<strong>el</strong> siglo XXI, la reconstitución de<br />
pueblos viables. Esto tiene que ver, de nuevo,<br />
con <strong>el</strong> problema de la democracia nuestra: es<br />
indispensable garantizar la representación<br />
efectiva de esos pueblos en todas las<br />
instancias de decisión d<strong>el</strong> gobierno nacional.<br />
Hay una profunda irracionalidad en <strong>el</strong> hecho<br />
de que existan dos senadores por cada uno de<br />
muchos estados creados autoritariamente al<br />
calor de circunstancias coyunturales recientes,<br />
mientras que los millones de integrantes de<br />
los pueblos indios no tienen asegurada su<br />
representación en los cuerpos legislativos; su<br />
representación en tanto pueblos<br />
diferenciados, y con legitimidad histórica, no<br />
la supuesta representación en base al voto<br />
individual “universal”.<br />
En la situación actual, las posibilidades de que<br />
prosperen cambio legislativos y estructurales<br />
que reconozcan la pluralidad y apoyen <strong>el</strong><br />
desarrollo de las culturas locales y la<br />
civilización mesoamericana son muy remotas,<br />
porque no existe la representación auténtica<br />
de esos pueblos; y sus asuntos e intereses,<br />
cuando llegan a percibirse, lo son desde la<br />
perspectiva única d<strong>el</strong> proyecto dominante de<br />
nación, bajo la óptica impuesta de occidente.<br />
Es urgente romper esa mediatización colonial.<br />
Es urgente dar la voz al <strong>México</strong> profundo. Y<br />
escucharla.<br />
El dilema inevitable<br />
He querido mostrar que <strong>el</strong> <strong>México</strong> profundo,<br />
portador de la civilización negada, encarna <strong>el</strong><br />
producto decantado de un proceso<br />
ininterrumpido que tiene una historia<br />
milenaria: <strong>el</strong> proceso civilizatorio<br />
mesoamericano. Durante los últimos cinco<br />
siglos (apenas un momento en su larga<br />
trayectoria) los pueblos mesoamericanos han<br />
vivido sometidos aun sistema de opresión<br />
brutal que afecta todos los aspectos de su<br />
vida y sus culturas. Los recursos de la<br />
dominación colonial han sido múltiples y han<br />
variado en <strong>el</strong> transcurso d<strong>el</strong> tiempo; pero <strong>el</strong><br />
estigma, la violencia y la negación han sido<br />
las constantes. A pesar de <strong>el</strong>lo, la civilización<br />
mesoamericana esta presente y viva, no sólo<br />
en los pueblos que mantienen su identidad<br />
propia y afirman su diferencia, sino también<br />
en amplios sectores mayoritarios de la<br />
sociedad mexicana que no se reconocen a si<br />
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