México y el mundo contemporáneo - Escuela Normal Superior
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millones… y sólo provisionalmente. Los<br />
abogados de la Mafia llevan ad<strong>el</strong>ante procesos<br />
contra <strong>el</strong> Estado por la devolución de dos<br />
tercios de esa suma, porque se supone que se<br />
trata de patrimonio obtenido en negocios<br />
legales.<br />
Desde los países de base y con sus bancos<br />
guardándoles las espaldas, las redes<br />
criminales se extienden poco a poco a los<br />
Estados ricos, que aparentemente aún<br />
funcionan bien. El crimen por encargo ya no<br />
es un d<strong>el</strong>ito anecdótico en Alemania. En <strong>el</strong><br />
primer semestre de 1996 murieron en Berlín<br />
36 personas en la guerra entre las bandas<br />
vietnamitas rivales que organizan la<br />
distribución para la mafia d<strong>el</strong> tabaco en<br />
Alemania oriental. Al mismo tiempo, se<br />
difumina la frontera entre legalidad e<br />
ilegalidad en la vida económica. Sin<br />
conocimiento de su dirección, también<br />
consorcios y bancos serios pueden verse<br />
enredados en turbios negocios. Cuando una<br />
empresa competidora controlada por<br />
criminales se sirve de métodos ilegales, los<br />
trabajadores rápidamente se sienten tentados<br />
a imitarla. También las sumas, de todas las<br />
cuantías imaginables, destinadas a sobornos<br />
rebajan <strong>el</strong> umbral de la inhibición. Una<br />
encuesta anónima de la sociedad de auditoría<br />
KPMG entre los directivos de varios cientos de<br />
empresas en 18 países arrojó <strong>el</strong> resultado de<br />
que casi la mitad de los encuestadores<br />
considera un gran problema la creciente<br />
criminalidad económica.<br />
De este modo, <strong>el</strong> Estado y la política pasan a<br />
ojos vistas a la defensiva en todo <strong>el</strong> <strong>mundo</strong>.<br />
También <strong>el</strong> Derecho anticárt<strong>el</strong>es, antaño un<br />
bastión de la economía d<strong>el</strong> mercado contra la<br />
conspiración empresarial a costa d<strong>el</strong><br />
consumidor o <strong>el</strong> contribuyente, está perdiendo<br />
su efecto. En mercados organizados<br />
globalmente, como <strong>el</strong> d<strong>el</strong> transporte aéreo, <strong>el</strong><br />
químico o <strong>el</strong> d<strong>el</strong> comercio de derechos<br />
cinematográficos y de emisión, está derogado<br />
de facto. ¿Cómo controlar si las tres grandes<br />
alianzas europeo-americanas contraídas por<br />
Lufthansa, British Airways y Air France llegan<br />
a acuerdos, cuando todos sus pequeños<br />
competidores en los tramos transatlánticos<br />
hayan quebrado? ¿Quién impedirá a los<br />
monstruos mediáticos como Leo Kirch, Rupert<br />
Murdoch y los tres gigantes Time<br />
Warner/CNN, Disney/ABC y Bert<strong>el</strong>smann/CLT<br />
llegar aquí y allá a acuerdos sobre los precios<br />
y acotar zonas de influencia?<br />
Por <strong>el</strong> camino se ha quedado también la<br />
política medioambiental. En la competencia<br />
por los empleos de los consorcios, la mayoría<br />
de los Gobiernos ha abandonado o aplazado<br />
sine die todos los proyectos de reforma<br />
ecológica. En <strong>el</strong> verano de 1996, la mayoría<br />
de los investigadores d<strong>el</strong> clima señalaron la<br />
catástrofe fluvial china y la tercera sequía d<strong>el</strong><br />
siglo americana como mensajeros de la<br />
catástrofe climática que se avecina debido a la<br />
creciente concentración de gases provocados<br />
d<strong>el</strong> efecto invernadero de la atmósfera. Pero<br />
nada ocurre, incluso <strong>el</strong> llamamiento de algún<br />
que otro ministro de Medio Ambiente suena<br />
cansado.<br />
El catálogo de este fracaso d<strong>el</strong> Estado ante la<br />
anarquía d<strong>el</strong> mercado mundial se puede<br />
prolongar casi indefinidamente. Poco a poco<br />
los Gobiernos de todo <strong>el</strong> <strong>mundo</strong> pierden la<br />
capacidad de intervenir siquiera para orientar<br />
<strong>el</strong> desarrollo de sus naciones. A todos los<br />
niv<strong>el</strong>es se pone de manifiesto <strong>el</strong> error<br />
sistemático de la integración global: mientras<br />
<strong>el</strong> flujo de mercancías y capital está disponible<br />
en todo <strong>el</strong> <strong>mundo</strong>, la regulación y <strong>el</strong> control<br />
han seguido siendo tareas nacionales. La<br />
economía devora a la política.<br />
En contra de lo que ampliamente se cree, la<br />
creciente impotencia d<strong>el</strong> Estado no conduce<br />
en modo alguno a la reducción general d<strong>el</strong><br />
apartado d<strong>el</strong> mismo o incluso, como sospecha<br />
<strong>el</strong> visionario japonés y <strong>el</strong> antiguo director de<br />
McKinsey en Asia, Kennichi Ohmae, al “fin d<strong>el</strong><br />
Estado nacional”. Porque <strong>el</strong> Estado y su<br />
Gobierno siguen siendo la única instancia ante<br />
la que los ciudadanos y <strong>el</strong>ectores pueden<br />
reclamar justicia, responsabilidad y cambios.<br />
La mera idea de la que la alianza de los<br />
consorcios podría asumir funciones estatales,<br />
como anunciaba en un titular la revista<br />
norteamericana, Newsweek, es ilusoria. A<br />
ningún presidente de un consorcio, por<br />
poderosos que fuera, se le ocurriría asumir la<br />
responsabilidad de evoluciones que se<br />
producen fuera de su empresa. No le pagan<br />
por eso. Los directivos son los primeros que<br />
piden la intervención pública cuando la cosa<br />
arde. Por eso, en vez d<strong>el</strong> generoso<br />
desmontaje de la administración burocrática<br />
en muchos lugares ocurre lo contrario.<br />
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