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México y el mundo contemporáneo - Escuela Normal Superior

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paradigma de la modernidad. Véase por<br />

ejemplo un texto d<strong>el</strong> empresario mexicano<br />

Lorenzo Servitje intitulado “Desigualdad”: un<br />

punto de vista incómodo” (nexos,153), donde<br />

reverencia a quienes tienen “una capacidad<br />

poco común de acrecentar los bienes<br />

disponibles”. Afirma Servitje:<br />

La capacidad de dichas personas (los<br />

empresarios) de crear y acumular riqueza<br />

genera una desigualdad social y económica<br />

que es resentida por los demás. Hay una<br />

sensación de injusticia y con frecuencia los<br />

gobiernos tratan de corregirla quitándoles a<br />

los que tienen para darlo a los que no tienen.<br />

En <strong>el</strong> corto plazo este intento de redistribución<br />

funciona. Sin embargo, transcurrido poco<br />

tiempo los grupos productivos, que hicieron<br />

posible <strong>el</strong> que existieran recursos excedentes,<br />

reducen o suspenden su aportación<br />

productiva. La sociedad en su conjunto sufre.<br />

Desde un punto de vista cristiano o humanista<br />

sería bueno y noble que estos grupos<br />

productivos, y aun ricos, dedicaran los frutos<br />

de su ahorro a ayudar a los demás o que<br />

vivieran modestamente. Esto en la vida real<br />

no es probable que ocurra. La experiencia<br />

histórica comprueba que la desigualdad<br />

económica resultante es un mal menos con <strong>el</strong><br />

que tenemos que vivir y que por lo tanto hay<br />

que aceptar.<br />

Así no lo digan, los empresarios ven en la<br />

modernidad a la actualización de las<br />

encomiendas. Para <strong>el</strong>los, <strong>el</strong> neoliberalismo es<br />

<strong>el</strong> equivalente-no tan metafórico- d<strong>el</strong> Arca de<br />

Noé (la miseria es <strong>el</strong> Diluvio de América<br />

Latina), y lo moderno es la recepción<br />

entusiasta de lo que sólo algunos captarán: la<br />

especialización bancaria, tecnológica, de la<br />

informática.<br />

No hay más paradigma que <strong>el</strong><br />

asambleísmo<br />

¿Cuando nace <strong>el</strong> pesimismo? Cuando se topan<br />

dos optimismos distintos.<br />

STANISLAW JERZY LEC<br />

En su visión de la modernidad, la izquierda<br />

latinoamericana, y la mexicana en particular,<br />

fracasaron casi por completo. Ni siquiera<br />

quienes optaron por la vía socialdemócrata,<br />

tuvieron la claridad exigible al respecto. ¿Para<br />

qué? Modernizar, se decía o pensaba, era lo<br />

propio d<strong>el</strong> capitalismo, <strong>el</strong> seudónimo de la<br />

explotación, y lo sustancial, bienamada praxis<br />

y codiciada mitología heroica, era la<br />

revolución, la meta que, en verdad, era <strong>el</strong><br />

principio de la Humanidad genuina. La<br />

revolución era cultura (algo situado abstracta<br />

o sectariamente), era tradición (la más<br />

significativa, por ser <strong>el</strong> equivalente absoluto<br />

de Pueblo) y era modernidad, sin ese nombre,<br />

porque un revolucionario se convertía al<br />

instante, en la vanguardia de la humanidad,<br />

en ad<strong>el</strong>antado de los tiempos perfectos.<br />

Ahora, ante la caída de las dictaduras<br />

socialistas, la izquierda quiere liquidar sus<br />

deudas políticas y morales con un argumento<br />

simple: “Eso que allí había, la opresión<br />

política, <strong>el</strong> universo carc<strong>el</strong>ario, <strong>el</strong><br />

aniquilamiento de la libertad de expresión, no<br />

era socialismo”. Claro que no lo era, pero si la<br />

izquierda política lo supo antes lo denunció<br />

con excesiva parsimonia, lo que no evitó<br />

hasta hace muy poco, la complicidad, <strong>el</strong> <strong>el</strong>ogio<br />

desmedido, los comités de amistad, y, lo<br />

principal, la formulación de la crítica, cuando<br />

la hubo, como reproche de soslayo. El tributo<br />

renovado de la izquierda a la hazaña<br />

bolchevique fue <strong>el</strong> tibio y más que póstumo<br />

cuestionamiento d<strong>el</strong> estalinismo y <strong>el</strong> silencio<br />

cómplice ante la represión de los burócratas y<br />

caudillos mesiánicos.<br />

La ausencia de un proyecto de modernidad de<br />

parte de la izquierda, es una de las causas, y<br />

no la menos significativa, de la lentitud o <strong>el</strong><br />

pasmo que todavía caracterizan a sus<br />

reacciones frente a la oleada neoliberal. Al<br />

concederle al imperialismo norteamericano <strong>el</strong><br />

monopolio interpretativo de la modernidad, al<br />

desdeñar en los hechos a la modernidad<br />

situándola como “frivolidad capitalista”, la<br />

izquierda política se extravió en <strong>el</strong> conjunto y<br />

en <strong>el</strong> detalle. Observó desde lejos los<br />

desarrollos específicos de la cultura, no captó<br />

<strong>el</strong> impulso de las nuevas sensibilidades<br />

artísticas, desistió de los proyectos<br />

humanistas ajenos a la búsqueda de justicia<br />

social, se asiló en <strong>el</strong> lenguaje muerto de los<br />

manuales de marxismo, se dilapidó en las<br />

formulaciones que se proponían deshacer los<br />

núcleos de la modernidad (la teoría de la<br />

dependencia, la resistencia cultural), se<br />

desinteresó a fondo por las transformaciones<br />

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