Primeras Páginas de Los amigos que perdí - Prisa Ediciones
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<strong>de</strong> felicitarlo tras la euforia <strong>de</strong>l gol— <strong>de</strong>spertaron en mí<br />
una verda<strong>de</strong>ra ansiedad por vestirme <strong>de</strong> corto y saltar<br />
a la cancha. ¿Recuerdas mi entusiasmo, Melanie? Seré<br />
breve para no aburrirte: Patrick me prestó unos viejos<br />
botines <strong>de</strong> fútbol <strong>que</strong> me <strong>que</strong>daban ajustadísimos; pensé<br />
<strong>que</strong> los gringos serían unos gansos jugando fútbol y<br />
<strong>que</strong> me daría un ban<strong>que</strong>te con ellos; ya en la cancha, y<br />
antes <strong>de</strong> <strong>que</strong> comenzara el juego, palmoteé a Patrick y<br />
le di ánimos con más entusiasmo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bido; los gringos<br />
corrían como aviones y yo, azorado, ja<strong>de</strong>ante, los<br />
veía pasar; jugué como <strong>de</strong>fensa y fui el hazmerreír <strong>de</strong> mi<br />
equipo; Patrick jugó espléndidamente y convirtió dos<br />
goles y yo aproveché ambas ocasiones para confundirme<br />
con él en abrazos efusivos; no me gustó <strong>que</strong> me mirase<br />
enojado cuando nos metieron un gol más por mi culpa;<br />
tampoco me gustó <strong>que</strong> me pidiese salir <strong>de</strong> la cancha para<br />
<strong>que</strong> entrase un gordito remolón <strong>que</strong> llabía llegado tar<strong>de</strong>;<br />
sin embargo, me repuse <strong>de</strong> tal <strong>de</strong>saire aplaudiendo y<br />
vivando a mi ídolo, al pie <strong>de</strong> la línea <strong>de</strong> cal, con sistemática<br />
histeria <strong>de</strong> waripolera; perdimos y fue mi culpa,<br />
lo sé; en el camino <strong>de</strong> regreso, Patrick se <strong>de</strong>tuvo en un<br />
supermercado y bebimos jugos helados; me ardían los<br />
pies como si hubiese caminado sobre clavos; yo solo <strong>que</strong>ría<br />
<strong>que</strong> me invitase a tomar una ducha reparadora en su<br />
casa, para comentar las inci<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l partido, si tú me<br />
entien<strong>de</strong>s bien; Patrick no me invitó a su ducha, no me<br />
concedió esa dicha; entré a tu casa odiando para siempre<br />
la básica estulticia <strong>de</strong>l fútbol y con los pies incendiados,<br />
calcinados; todavía hoy, años más tar<strong>de</strong>, me<br />
duelen las ampollas; mírame los pies, Melanie, los tengo<br />
hechos polvo; y ahora tú soplándome los pies y echándome<br />
cremitas justicieras y riéndote <strong>de</strong> mis rotas ilusiones<br />
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